Amamos el planeta que habitamos, lo cuidamos y protegemos. Y lo hacemos con pequeños gestos diarios como el reciclaje o el uso del transporte público para reducir la contaminación atmosférica. Normal que, a la hora de viajar, mantengamos esa preocupación por el bienestar de la Tierra y busquemos planes de viaje más sostenibles y con apenas impacto negativo en el medio ambiente.
Si planeas viajar a Japón tan pronto como sea posible, te interesa saber que allí encontrarás muchas más cosas además de neones y grandes ciudades. Descubrirás un país lleno de lugares en los que conectar con la naturaleza y conocer la versión más mística del destino, con una amplia oferta de planes con bajo impacto medioambiental y que buscan apoyar la economía local y las tradiciones milenarias que se mantienen vivas lejos de los principales centros urbanos.
De hecho, la sostenibilidad es una de las grandes líneas de acción para el futuro inmediato del país, algo en lo que ya están trabajando desde la Oficina Nacional de Turismo de Japón (JNTO). Para abrir boca y empezar a planificar tu viaje, te presentamos 7 planes de turismo sostenible en destinos de Japón que tal vez ni conocías. Acompáñanos.
NATURALEZA SALVAJE Y MILLONES DE ESTRELLAS EN IRIOMOTE
Pocas cosas hay más impresionantes en el mundo como contemplar el inmenso cielo estrellado sin ningún tipo de contaminación lumínica. La isla de Iriomote, en el archipiélago de Okinawa, al sur de las islas principales de Japón, es uno de esos lugares ideales para poder contemplar la Vía Láctea.
En concreto, hablamos del Parque Nacional Iriomote-Ishigaki, el primer Parque de Cielo Oscuro de Japón (International Dark Sky Park) y el segundo del continente asiático.
¿Sabías que Iriomote conserva la única selva tropical de todo Japón? Durante el día, esperan al viajero extensos manglares rodeados de arrecifes de coral, refugio de animales y plantas protegidos, como una especie endémica de luciérnaga que depende de la oscuridad natural para vivir. También es el hogar del gato de Iriomote, descubierto hace solo 50 años y en actualmente en peligro de extinción.
Y cuando cae la noche y todo está en calma, es hora de mirar hacia el cielo y contemplarlo como nunca antes lo habías visto, ya que este lugar en su compromiso con la sostenibilidad, cuenta con una política de prevención de contaminación lumínica, gracias a la cual es posible distinguir millones de estrellas a simple vista, sin necesidad de telescopio.
UNA NOCHE EN LAS CASAS-ÁRBOL DE OKINAWA
Mucho se podría contar del archipiélago de Okinawa, el destino perfecto para quienes tienen la slow life como estilo de vida. Tranquilidad, gastronomía basada en productos locales y de temporada, aguas cristalinas… ¡No es extraño que sus habitantes sean los más longevos del planeta!
La calidez de su clima subtropical y la tranquilidad que emana de un mar de aguas cristalinas son dos buenas razones para visitar Okinawa. Pero la jungla también forma parte de su carácter y a la belleza de sus playas hay que sumar la exuberancia de sus bosques y cascadas.
Una posibilidad es disfrutar de toda su belleza natural desde la copa de un árbol. Pero no encaramado de cualquier manera a una rama, sino en una lujosa cabaña, disfrutando de la calma y de la tranquilidad del bosque. Eso es lo que te ofrece Treeful Treehouse, enclavado en el hábitat del ryukyu, un murciélago autóctono.
Son cuatro cabañas sin huella de carbono, que funcionan con energía solar y sin energías fósiles, y totalmente respetuosas con el paisaje en el que se ubican.
SENDERISMO POR LA COSTA DE TOHOKU
A tan solo 2 horas de Tokio en tren bala se encuentra la región de Tohoku. Un lugar de naturaleza, pueblos llenos de historia y poseedor de gran cultura tradicional en el que no echarás de menos los rascacielos de la capital nipona.
Caminar aquí no es solo la manera más sostenible de desplazarse, sino también la mejor manera de disfrutar de esos paisajes naturales. Y la mejor ruta para conocer parte de esta región es el Michinoku Coastal Trail, un camino de 1.000 km que bordea la costa del Pacífico entre las localidades de Hachinohe, en la prefectura de Aomori y Soma, en la prefectura de Fukushima.
Michinoku, cuya traducción es el final del camino, es el nombre tradicional de Tohoku. El Michinoku Coastal Trail atraviesa cuatro prefecturas: Aomori, Iwate, Miyagi y Fukushima. Una ruta en la que deleitarse con algunos de los acantilados más bellos de Japón.
Árboles gigantes como los del bosque de Hashikamidake, en Hachinohe, el punto de partida del sendero; playas en las que practicar buceo y ver cómo trabajan las buceadoras ama de Kuji, pescadoras de apnea capaces de sumergirse 12 metros para encontrar algas, erizos y perlas en Iwanate; santuarios y templos ancestrales en el tramo que va de Watari a Yamamoto, en la prefectura de Miyagi, y la ciudad-castillo de Soma, en Fukushima, son algunas de las maravillas que se pueden descubrir al recorrer el Michinoku Coastal Trail.
Algunas de las partes de este recorrido transcurren por montaña, por lo que es recomendable tener algo de forma física para realizarlo.
VISITA LAS GRANJAS DE AKITA
Akita es una de las prefecturas que conforma la región de Tohoku, donde la agricultura y la pesca son sus actividades principales. También es popular en todo Japón por la gran cantidad de lugares de impresionante belleza natural que hay en ella, así como numerosas fuentes de aguas termales (onsen) y el lago Tazawa, el más profundo del país. Y por la celebración de distintos festivales tradicionales, los matsuri, que ofrecen la oportunidad de vivir en primera persona la cultura japonesa.
Pero una de las mejores maneras de conocer la forma de vida de esta región es alojarse en una granja y unirse a sus quehaceres por unos días.
Cultivar la tierra y recoger los ingredientes para preparar las comidas, puede ser una de las experiencias más auténticas del viaje a Japón. Además, es una manera sostenible de fomentar la economía local de estas regiones y conocer a sus habitantes, sus tradiciones y su forma de vida.
CICLOTURISMO EN WAKAYAMA
Pocos medios de transporte hay más ecológicos que una bicicleta. Recorrer un país a golpe de pedal es una manera única y sostenible de hacer turismo.
Son varias las rutas de cicloturismo que se pueden realizar en Japón. Una de ellas es la que atraviesa la prefectura de Wakayama. Situada al oeste de la península de Kii, la más grande de Japón, Wakayama es conocida como la tierra de los árboles, algo que nos da una idea de lo que vamos a encontrar en nuestra ruta: pura y abundante naturaleza.
Aquí se encuentran tres lugares considerados patrimonio mundial: los santuarios de Kumano, la ruta de peregrinación de Kumano Kodo (hermanada con el Camino de Santiago) y el monte Koya. Este lugar, sede principal del budismo shingon, es uno de los emplazamientos sagrados más importantes de Japón. Allí se encuentran 117 edificios, vestigios de los más de 2.000 templos que llegó a tener después de su construcción en el siglo IX; y el Okuno-in, el cementerio más grande de Japón, inmerso en un bosque de cedros centenarios que ocultan muchas leyendas. Si lo visitas, no dejes de unirte al tour nocturno impartido por monjes budistas. En el monte Koya no hay hoteles, si quieres hacer noche, deberás hacerlo en un templo (shukubo).
Wakayama está muy comprometida con el turismo sostenible, por lo que está trabajando en una red de rutas ciclistas llamada Wakayama 800, con más de 800 km que transcurren entre montañas, ríos y mar. Y alrededor de cada ruta, es posible encontrar estaciones ciclistas equipadas con portabicicletas, bombas y herramientas por si surgiera algún problema, además de alojamientos y otros servicios.
SHIRAKAWAGO, UNA ALDEA PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD
«Respetar la autenticidad sociocultural de las comunidades anfitrionas, conservar sus activos culturales y arquitectónicos y sus valores tradicionales, y contribuir al entendimiento y la tolerancia intercultural». Este es una de los puntos claves para el desarrollo del turismo sostenible según la Organización Mundial del Turismo (OMT).
Y Japón dispone de numerosos enclaves ideales para todos los turistas que quiera seguir esta directriz. Algunos de ellos están en la prefectura de Gifu, en concreto, la aldeas tradicionales de la zona de los Alpes japoneses. Estas se ubican en impresionantes cadenas montañosas y son atravesadas por ríos de agua cristalina. Uno de esos pueblos en los que el tiempo parece haberse detenido es Shirakawago.
Esta aldea se caracteriza por sus edificaciones con inclinados tejados de paja a dos aguas que bajan casi hasta el suelo para poder soportar el peso de la abundante nieve que cae en esta zona en invierno.
Su construcción dice mucho de la magnífica técnica de carpintería empleada para su edificación, ya que no usaron clavos y cada viga encaja perfectamente con la siguiente. Su estructura es tan resistente que algunas de estas casas tienen más de 250 años.
OZU, LA PEQUEÑA KIOTO DE IYO
En la isla de Shikoku, en la prefectura de Ehime, se encuentra la ciudad de Ozu, conocida como la pequeña Kioto de Iyo. Un verdadero paraíso para los viajeros que optan por el turismo sostenible, el cual, tal y como puntualiza la OMT no solo consiste en el cuidado y respeto de la riqueza natural del destino, sino también de su patrimonio cultural.
Ozu, que surgió en el periodo Edo (1603-1868) como puerto fluvial, alcanzó su esplendor durante las eras Meiji (1868-1912) y Taisho (1912-1926), una época en la que la próspera economía de la ciudad dio lugar a la construcción de lujosas residencias y exquisitos pabellones. Basta un paseo por sus sinuosas calles del centro histórico para sentir a día de hoy toda esa esencia, un viaje en el tiempo para el viajero que busca tranquilidad, calma y tradiciones históricas.
El castillo de Ozu es el enclave más llamativo de esta ciudad. Está construido con vigas de ciprés que emanan un intenso aroma a madera. Visitarlo es rememorar la época de los daimios, los antiguos y poderosos soberanos feudales de Japón durante el periodo Edo.
Tras unos años de abandono, fue totalmente restaurado gracias a los esfuerzos y donativos de los ciudadanos. Para su rehabilitación, se utilizaron viejas fotos y una maqueta de madera de la época en la que se construyó, utilizando técnicas y materiales de construcción originales. Hoy, además de visitarlo para conocer su historia, también puedes alojarte en él ya que alberga un hotel en el que podrás descansar y disfrutar de sus alrededores.
Muy cerca de allí se encuentra la villa Garyu Sanso, con unas impresionantes vistas del río Hijikawa y las montañas como telón de fondo. Un espacio donde se puede reconectar con la naturaleza y empaparse de la belleza que lo rodea para alcanzar la paz interior. No en vano, Garyu Sanso fue concebida como villa de descanso y relajación de los señores feudales del periodo Edo.
¿Sigues pensando que en Japón solo hay grandes urbes?
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