Es como una guerra civil en miniatura que no acaba nunca. A principios de este mes dos hombres negros, Philando Castile y Alton Sterling, morían por el disparo fácil de la policía. El primero iba en un coche con un faro roto y acabó con cuatro balazos en el cuerpo. El segundo falleció por los disparos que le asestaron cuando ya lo tenían inmovilizado.
A los pocos días, un reservista afroamericano de 25 años enloqueció de ira y, en una manifestación contra la violencia policial en Dallas (Texas, EEUU), rompió a tiros contra la policía. Murieron cinco agentes y siete resultaron heridos. Era su venganza por la fragilidad de la vida de los hombres como él cuando caen ante un hombre con uniforme azul y pistola.
En lo que va de año la policía de EEUU ha matado a 574 personas. De ellos, 140 eran negros y 88, hispanos. Esto supone que ellos son las personas con más papeletas de caer en un asalto en relación al total de la población, según The Guardian.
Esta historia de terror tiene un pasado largo. Hace casi un año, la policía de Denver destrozó la cara de otro afroamericano, Alex Landau. Las directoras Gina Kamentsky y Julie Zammarichi relatan lo que ocurrió en esta película de animación.
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