Adriá Molins vive al lado del mar, en el barrio barcelonés de Poblenou, y cuenta que a menudo sale a pasear «para despejar la mente». Tanto caminar le ha dejado huella. En estos números que, por ejemplo, que imitan a las piedras redondeadas de su deambular. «Siempre me ha fascinado la manera que tiene el mar de transformarse con el paso del tiempo», explica el director de arte.
Le asombra «cómo es capaz de convertir de forma paciente una simple piedra puliéndola y limando sus asperezas hasta conseguir esas caprichosas formas de la naturaleza; convirtiendo la roca más simple en una piedra mágica que incita a la imaginación», indica el autor de esta numerografía.
En estas tonalidades amplias y suaves intenta contar una cosa: «Con el uso del color he querido transmitir como percibía yo esas piedras, como si fueran mágicas de muchos colores y formas distintas». Y, como son mágicas, las llamaría Magic Stones.