Paseaba por el campo, en plena Islandia, cuando Aïda Gómez se topó con la señal. En ella aparecían dos senderistas, un hombre y una mujer. Él encabezaba la marcha. «¿Por qué esta señal es así? ¿Por qué la figura femenina sigue a la masculina?».
La pregunta se la hizo así misma y a varias de las personas que la acompañaban. Ninguno le supo dar respuesta. «La mayoría ni siquiera se habían dando cuenta del hecho hasta que se lo mencioné. ¿Por qué esos gestos son tan aceptados e invisibles?».
Aprovechando su artística estancia en el país nórdico (en ese momento se encontraba en una residencia en ART Attack Neskaupstaður), Gómez decidió intervenir la indicación:
«Al menos ya no es discriminatoria. La mujer no sigue al hombre». Y así se ha quedado el cartel: «Y creo que seguirá mucho tiempo, porque a no ser que te quieras fijar, es casi invisible».
Gómez asegura que por esta acción nadie la ha tachado de «feminazi» o de ver discriminación donde la mayoría no lo hace. «Al contrario, lo que he recibido hasta la fecha han sido felicitaciones y de lo único que me han calificado ha sido de feminista».
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