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¡Al agua patos! El descapotable sesentero que nadaba en el mar

Durante la década de los 60 era posible entrar en un concesionario en Estados Unidos y llevarte a casa un descapotable que servía también de lancha acuática. Era una muestra de que en algunos aspectos, probablemente, hemos retrocedido.

Un reportaje sobre el Amphicar en la revista Eagle Times

El coche se llamaba Amphicar y se convirtió en una metáfora muy apta del nuevo orden mundial tras los convulsos años 40. Alemania trabajaba a destajo para recuperar su poderío industrial y Estados Unidos no sólo no era un enemigo para conseguirlo, representaba la mayor oportunidad de negocio de la historia, al ser un mercado gigantesco con una clase media en expansión.

La sociedad de consumo empieza a vivir su máximo apogeo a partir de finales de los años 50 en Estados Unidos. Imagen de Sally Edelstein

Cuando el diseñador de coches alemán Hans Trippel presentó un prototipo de vehículo descapotable anfibio a finales de los 50, el grupo industrial alemán Quandt no tuvo dudas. Si iban a financiar el proyecto, tendría que estar enfocado sobre todo al mercado norteamericano. Y así es como se inició un experimento que nunca se ha vuelto a repetir en la historia de la automoción civil: un coche anfibio fabricado en cantidades industriales.

Dos plantas, una en Lübeck y otro en el barrio de Borsigwalde, en Berlín, fueron equipadas para ensamblar los Amphicar a partir de 1961. El 90% fue a parar a Estados Unidos.

Dado que las prestaciones estaban por debajo de otros coches (el Amphicar era capaz de alcanzar los 110 km/h por tierra y 14 km/h por agua), la publicidad se centró, ante todo, en mostrar sus posibilidades como un facilitador del ocio. Si las ansias de consumir estaban incrementando exponencialmente la venta de barcos de recreo como complemento al coche, el amphicar ofrecía las dos cosas en uno.

Pescar, acampar, matar patitos. El Amphicar se adaptaba al estilo de vida de cada persona.

Fuente: lov2xlr8.no 

Y cabía en el garaje junto con al coche, bueno no, era también su coche.

En esta imagen se pueden ver las dos hélices que entraban en acción cuando el coche entra en contacto con el agua. El mismo volante servía como timón para navegar con él. Fuente: Alden Jewell

La publicidad resaltaba de manera bastante obvia la curiosidad del producto pero tampoco se distinguió por ser muy innovadora en una era en que agencias como DDB empezaban a crear estas joyas:

La legendaria publicidad de DDB para VW que se estrenó en 1959.

Aunque tampoco se les puede culpar demasiado. Es un puñetero descapotable que se mueve por el agua. ¡Qué más se puede pedir para diferenciarte de la competencia!

Un amphicar asiste a la salida de la regata velera entre Sydney y Hobart en 1971. Antes de entrar al agua, había que accionar una palanca que sellaba el coche para evitar filtraciones de agua. Fuente: Mitchell Library, NSW

Ayer y hoy es común ver a marcas subirse al carro de lo nuevo para intentar insuflar un poco de modernidad a sus productos. El Amphicar fue empleado en numerosos anuncios de la época.

Pepsi lo utilizó para resaltar sus valores juveniles.

La marca de whiskies Imperial sacó esta gráfica anunciándose como la ‘bebida para gente erudita’.

«Cariño, saca la caja de Whisky de la bodega que nos vamos a pescar y poner ciegos en alta mar», podría ser un copy alternativo adecuado. Fuente: Pinterest

Los chocolates Cadbury’s convocaron un concurso cuyo premio era un Amphicar.

El resort húngaro de Balatón pensó que el coche flotador sería el complemento perfecto para darle un je ne sais quoi a sus postales.

La compañía de autocaravanas Schäfer fue más allá uniendo una de sus remolques acuáticos al Amphicar.

El coche también tuvo una aparición estelar en el programa El Precio Justo (a partir del minuto 2:25) en el 1963 donde se pidió a cuatro concursantes adivinar lo que valía. La ganadora se lo llevó tras dar en el clavo con su valor en el mercado: 2.650 dólares.

https://www.youtube.com/watch?v=fSQMbcenVUs

Se cuenta que Lyndon B Johnson, presidente y sucesor de John F Kennedy, era muy fan del vehículo. El tejano lo utilizaba para gastar bromas a los invitados que iban a verle en su rancho. Los subía a un Amphicar sin que ellos supieran que era anfibio y les daba una vuelta por la finca hasta acercarse a un río al lado de su casa. Una vez allí fingía que le fallaban los frenos y dejaba deslizar el vehículo al agua. A los pocos segundos veían que el coche flotaba y el presidente se reía a carcajadas.

Sea o no cierta la historia, la foto de abajo muestra al expresidente sacando su Amphicar a pasear.

Un dueño entusiasta cruzó el canal de La Mancha en 1964 a bordo de uno.

Aunque estuviese orientada sobre todo al tiempo libre, el fabricante encontró otros usos para el automóvil flotante.

Un recorte de periódico cuenta cómo las fuerzas de seguridad de Hamburgo habían adquirido dos Amphicar para realizar labores de vigilancia en el puerto. Fuente: Amphicars.com

La publicidad de la marca también resaltó las posibilidades del coche para emergencias sanitarias.

El Amphicar fue un coche sin parangón. Había mejores coches y mejores barcos pero nadie ofrecía las dos cosas. Pese a ello, en 1968, la compañía quebró tras haber vendido casi 4.000 unidades.

Ciertamente el problema de la fiabilidad del vehículo y sus prestaciones no ayudaron a sus ventas (el mantenimiento era bastante costoso ya que el contacto con el agua producía oxidación en la parte inferior del coche).

Pero el verdadero beso de muerte llegó en 1968, cuando entraron en vigor nuevas leyes en Estados Unidos que requerían mejoras en las emisiones del vehículo. Unos estándares con los que el Amphicar no cumplía y que congeló su capacidad de exportación a lo que era con diferencia su mayor mercado.

No se volvieron a ver en los concesionarios pero en las últimas décadas brotaron decenas de grupos de entusiastas del automóvil acuático que se juntan de vez en cuando para sacar a pasear estos coches únicos. Hoy es posible hacerse con uno por 35.000 dólares pero si lo quieres en muy buenas condiciones, puede llegar a costar por lo menos el doble.

Fuente: Amphicar.com

 

Culturalmente, los coches siguen haciendo apariciones esporádicas. En 2005 Vanity Fair subió a los dos integrantes que quedan del legendario grupo Run DMC para abrir un reportaje sobre los reyes y reinas del Hip Hop.

La modelo Carolyn Murphy posa para la revista Sports Illustrated.

Make money, not war

Pese a su eventual fracaso, el coche esconde un trasfondo esperanzador para la humanidad. Antes de diseñar el Amphicar, Hans Trippel fue el creador del Volkswagen Schwimmwagen, un vehículo anfibio para el régimen nazi.

Durante décadas, las mejores mentes humanas, como Trippel, empleaban su tiempo y energía para la guerra:

El Volkswagen Schwimmwagen Fuente: Bundesarchiv, Bild
El DUKW, el coche anfibio utilizado durante la segunda guerra mundial por los aliados.

Ahora esa misma persona estaba utilizando su ingenio para el disfrute.

Faltaba resolver ese pequeño problema latente llamado Guerra Fría, pero el hecho de que los alemanes y estadounidenses estuviesen comerciando en lugar de tirándose bombas, ya era un avance.

Fuentes: Der Spiegel, New York Times, Wall Street Journal, Amphicar.com, Wikipedia,

Por Marcus Hurst

Marcus Hurst es Cofundador de Yorokobu y Redactor Jefe de Ling Magazine. Puedes seguirle en @marcushurst

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