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Ángel Cañas: esculturas de caucho reciclado con un mensaje medioambiental

Hay gente que se pasa la vida buscando algo que dé sentido a su obra o a su existencia y no lo encuentra aunque lo tenga delante de las narices. El escultor madrileño Ángel Cañas es un ejemplo perfecto de lo contrario.

Con solo 15 años, Cañas comenzó a pintar y descubrió, sin la ayuda de maestros ni profesores, que se le daba muy bien. Guiado por su intuición y por su talento, siguió pintando y mejorando su técnica, profundizando en sus conocimientos de ilustración y empapándose de cómics y museos. Se convirtió en artista.

«Mi formación es completamente autodidacta», afirma el pintor, «pero con el tiempo me volqué en la pintura y conseguí realizar algunas exposiciones, quizá algo prematuras, sin un estilo muy definido. Fui probando varias técnicas con el fin de hacerme un hueco entre las galerías y los marchantes y así conseguir comercializar mi trabajo, pero nunca llegué a despuntar del todo en el mundo del arte».

Aproximadamente en 2013, mientras nuestro país seguía sumido todavía en la crisis del 2008 y con el sector del arte en plena transformación, el artista se dio cuenta de que tenía que dar un giro más radical a su obra. «Estaba muy estancado con la pintura, y la escultura siempre había sido una disciplina que tenía pendiente desarrollar, pero por falta de tiempo y espacio nunca lo había hecho», recuerda.

«Por si fuera poco, en un reconocimiento médico ordinario me detectaron que tengo un leve daltonismo de nacimiento. Para un pintor, decirle que es daltónico, por muy poco que sea, es algo terrible. Resultó muy frustrante, así que empecé a pensar en alternativas al color».

Su otro trabajo vino al rescate: Cañas trabajaba desde los 18 años en los servicios de limpieza y recogida de basuras del Ayuntamiento de Madrid, por lo que conocía la gestión de los residuos de primera mano, y encima tenía acceso a ellos: ropa vieja, piezas usadas de fontanería o de automoción se convirtieron en sus nuevas materias primas. Pronto se dio cuenta de que, entre todos, un material sobresalía: el caucho de los neumáticos. «Es probable que, inconscientemente, mi trabajo me hiciese elegir los materiales reciclados», afirma. «Así que apliqué mis conocimientos de arte a estos nuevos elementos y decidí que a partir de entonces en mi obra se aunarían arte, conciencia medioambiental y residuos».

Desde el primer momento, a Ángel le fascinaron los resultados del caucho. «Después de toda la vida haciendo arte, esta era la primera vez que me sentía realmente satisfecho con los resultados», confiesa. «Había conectado con este material a la primera, como si llevase toda la vida trabajándolo. Además, era una técnica sobre la que no había una tradición por lo que no existían normas establecidas ni criterios académicos para trabajarla. Eso es el sueño de cualquier autodidacta. Por si esto fuera poco, las piezas enseguida empezaron a llamar la atención del público y de los medios de comunicación. Pronto comprendí que ya no había vuelta atrás».

El proceso de creación de las piezas comienza por la preparación de un armazón de madera o de fibra de vidrio sobre el que el artista va colocando las piezas de caucho. «Es un proceso sencillo y rudimentario», explica. «La gente, normalmente, piensa que aplico calor a los neumáticos para que cojan esas formas, pero no es así: simplemente se cortan en los trozos deseados y se van superponiendo en capas sobre el esqueleto que previamente he fabricado. La técnica que empleo para colocar estas sucesivas capas de caucho es mediante tornillos. Dependiendo del tipo de neumático, lo utilizo para una parte u otra de la obra dependiendo del dibujo que tengan, el grosor, etc.».

Con el paso de los años, las piezas han ido ganando en complejidad y realismo, llevando los detalles al extremo sin perder la esencia de los materiales con los que trabaja. También en la profundidad de su mensaje. «La filosofía de mi trabajo es que todo o la mayor parte de él esté realizado con materiales reciclados», cuenta Ángel.

«Quiero huir del cliché de que las grandes esculturas tienen que estar realizadas con materiales nobles y carísimos solamente al alcance de unos pocos. Es posible crear una obra de arte, que puede estar en un museo o en una galería, con lo que tenemos en el cubo de la basura. Poco a poco, además, estoy comenzando a seleccionar materiales más contaminantes y más perjudiciales con el medioambiente, como plásticos procedentes de envases o desperdicios encontrados en los océanos, para enfatizar el mensaje de las obras».

Cañas ha conseguido ya exponer en lugares que él nunca habría imaginado. «Entre los que me hacen sentirme más orgulloso, la Cumbre del Clima de las Naciones Unidas (COP25), la Fundación Telefónica, la Pasarela Cibeles, el Comité Olímpico Español o el Festival de Cine de Canarias, aunque una exposición que me hizo especial ilusión fue la titulada Arte y Ciencia del siglo XXI celebrada en el Museo Nacional de Ciencias Naturales en el 2021. En esta exposición participaron artistas consagrados que yo he admirado desde que era niño. Fue un honor compartir espacio con grandes maestros como Eduardo Naranjo, Muñoz Vera o José Luis Corella, entre otros muchos», recuerda el escultor.

Para el futuro, Ángel Cañas espera seguir teniendo la oportunidad de profundizar en la técnica y las motivaciones de su obra. «Me gustaría aportar mi granito de arena al problema medioambiental en el que estamos sumidos. Ayudar a concienciar a la gente para corregirlo, aunque el equilibrio necesario para solucionarlo sea muy complicado», concluye.

Por Juanjo Villalba

Juanjo Villalba es escritor y traductor. Puedes seguirle en @juanjovillalba

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