Las costumbres culinarias y de ocio son uno de los mejores indicadores para entender una sociedad.
Por ejemplo, la falta de costumbre de cocinar y comer en familia explica la tendencia en muchos países a consumir comida rápida (el ejemplo más claro es Estados Unidos).
Las jornadas laborales intensivas y que finalizan a una hora más temprana explican que en muchas ciudades europeas se coma a medio día muy ligero y, por el contrario, se cene de forma más copiosa.
Los hábitos de las familias determinan, incluso, la distribución de las cocinas y los salones.
Estas costumbres no sólo varían según el país, sino también según el momento de la historia y el poder adquisitivo.
En España abunda una clase media que no cuenta con sueldos muy altos pero tiene mucho interés por la multiculturalidad y sitúa sus momentos de ocio y a sus amigos en un puesto destacado de su escala de valores. En este marco, no es de extrañar que cobren importancia momentos más leves e informales que una comida o una cena, momentos de pie (en torno a una barra y no sentados en torno a una mesa) que facilitan el contacto distendido con todos los asistentes y promueven conversaciones más ricas y variadas.
Algunos de ellos llevan siglos en nuestra sociedad y ahora se han revalorizado o reinventado. Otros los hemos incorporado tras verlos en otros países por su conveniencia a la hora de ser adaptados a nuestra cultura y nuestra gastronomía.
¿Quién quiere quedar para comer o cenar pudiendo elegir estas alternativas?
A medio día: desde las 12:00h
Brunch
Este híbrido entre desayuno y comida está especialmente pensado para el fin de semana. Nació como respuesta a una situación muy repetida entre los jóvenes que habían salido el día anterior. Se despertaban a una hora demasiado temprana como para comer pero demasiado tardía para desayunar.
Ese motivo inicial podría haber desembocado en que el brunch se convirtiera en una comida casi de supervivencia. Lejos de eso, el concepto se ha ido puliendo hasta llegar a ser una opción bastante elegante. Los mejores hoteles y restaurantes ofrecen menús de brunch, y es frecuente encontrar en ellos auténticas delicatessen saladas y dulces y una gran variedad de bebidas alcohólicas o blandas, frías o calientes, para acompañarlos.
Aperitivo español u «hora del vermú»
Al aperitivo se le denomina «hora del vermú» o simplemente «vermú» en honor a una de las bebidas más comunes en él, la formada por vino y varias especias, entre ellas el ajenjo, que en alemán se dice «wermut». Las variedades más conocidas son el vermú dulce o rojo, que se suele servir en un vaso bajo; y el vermú blanco o seco, más comúnmente servido en copa de Martini. La primera opción se acompaña de cáscaras de cítricos, mientras que la segunda pega más con una aceituna pinchada en un palillo. Para rebajar su graduación alcohólica, es común mezclarlo con sifón, con soda o con otros refrescos, como propone BitterKAS.
El objetivo tradicional del aperitivo es, como su propio nombre indica, «abrir el apetito» para la comida posterior. Es frecuente que se tome en un lugar diferente al de la comida para romper el hielo entre los comensales.
Aunque una de sus bebidas típicas se ha apropiado de la nomenclatura, lo cierto es que en el aperitivo no hace falta pedir un vermú. Es mucho más común pedir otras bebidas como cerveza, vino, refrescos o BitterKAS.
Por la tarde: desde las 18:00h
Afterwork
En muchos países europeos es común que los bares comiencen a llenarse a partir de las 17:00h de personas vestidas con trajes de oficina. En España los horarios son más dilatados, por lo que el afterwork, esa reunión informal con los compañeros de trabajo que tiene lugar tras finalizar la jornada, suele empezar un poco más tarde. Pero el concepto es el mismo: convertir los días de diario también en días de ocio y crear lazos con los compañeros más allá del trabajo.
A estas horas de la tarde, la bebida indiscutible es el gintonic, así como todas sus variantes, como por ejemplo la que sustituye la tónica por otras bebidas como el bitter.
Tan pronunciada es la hegemonía de este combinado, que poco a poco se está labrando su propio momento: «el momento del gintonic» es justo después de la comida y los cafés, sobre las cuatro o las cinco de la tarde (especialmente los fines de semana o los viernes, es decir, los días que no hay que volver después al trabajo).
Aperitivo italiano
El aperitivo italiano es algo diferente al que se toma, con ese nombre, en España. Para empezar, se hace antes de la cena y nunca antes de la comida. Sí que coinciden algunas de las bebidas estrella: el spritz, el Martini, el bitter… Pero el aperitivo italiano es más parecido a un buffet donde la gente come bastante comida, incluidos platos de pasta o pizza. A veces llega a sustituir a la cena, ya que hay bares y restaurantes que exponen en sus barras una gran variedad y cantidad de manjares.
Cada vez es más frecuente encontrar también en España sitios que ofrecen, normalmente por un precio fijo, este formato de aperitivo italiano con buffet surtido. Es el caso de Aiò, Rhino Wild bar, Mandralisca o Naranja Café en Madrid y de Sarrietto, Martí, Rosso Porpora o ZeroZero39 en Barcelona.
Cada uno de estos momentos se define por la bebida que lo riega pero, sobre todo, por las características sociales: el tipo de espacios en los que tiene lugar, la distribución de los comensales, la hora del día, la calma con la que se degustan la bebida y la comida, la música… Son estas cuestiones las que los hacen ideales para la interacción y diferentes a otras opciones de ocio.
BitterKAS propone jugar con la imaginación e introducir su clásico sabor amargo y su color brillante en momentos como el aperitivo o el afterwork creando combinados como el Ginbitter, el Ronbitter, el Bittermut o el Red Russian.