[pullquote author=»George Owen Squier» tagline=»Inventor y militar»]Desde siempre la literatura ha mostrado un sentimiento de reverencia, simpatía e intimidad humana con los árboles[/pullquote]
La radio, las lámparas de parafina, los soldados que corrían de un lado a otro trasladando la información en el frente, las banderas de colores y las palomas mensajeras se convirtieron en los principales medios de comunicación durante la Gran Guerra. Probablemente ninguno de ellos fuera tan seguro como el teléfono.
Eficaz era, pero todavía no reunía las mejores condiciones: los cables eran demasiado pesados y, a menudo, resultaban dañados en la trinchera, donde se conectaban para que distintas secciones pudieran comunicarse. Trasladar los equipos no era fácil. Cuando un bando avanzaba, varios soldados tenían que transportar los cables hasta la próxima trinchera.
George O. Squier empezó a cansarse de aquello una década antes de que estallara la guerra. Cada vez que se quedaba tirado e incomunicado se frustraba más y más. No tardó mucho en sobrevenir una solución cuando vio un eucaliptus. A su alrededor enrolló los cables de los equipos, amarró un enorme cable al tronco, le añadió un receptor y rodeó las ramas del árbol con más cables.
El éxito de aquella idea fue rotundo. Patentó su teléfono arbóreo en 1905 y lo acabó llamando «floraphone».
Una década después, Estados Unidos necesitaba reforzar su sistema de comunicaciones. Nada garantizaba que los cables submarinos fueran infalibles y allí estaba Squier para encontrar la solución en aquel árbol-teléfono que ideó años antes. El ingeniero acabó con los problemas del ejército estadounidense a la hora de transportar los equipos telefónicos de trinchera a trinchera y logró que los mensajes atravesaran hasta tres millas y media.
Squier nació en Michigan en 1865. Era un hombre al que le repugnaba la autoridad pero que en el ejército estadounidense fue ascendiendo hasta convertirse en el responsable de las comunicaciones durante la Primera Guerra Mundial.
No obstante, siempre fue muy crítico con el conservadurismo institucional. Desde 1917, cuando fue nombrado jefe del Cuerpo de Señales del Ejército de Estados Unidos (Signal Corps), todos los sistemas de comunicación en el bando estadounidense pasaron por su supervisión.
Se graduó en la American West Point y obtuvo el doctorado en ingeniería eléctrica en la Johns Hopkins University en 1893. Fue el primer soldado que obtuvo un doctorado y durante más de 40 años se dedicó a la investigación en comunicaciones. La radio y el teléfono fueron sus prioridades. Varias patentes y su inclusión en la National Academy of Science por sus avances en la multiplexación avalaron su labor.
Entre otros inventos, Squier creó la música muzak. Su idea original partía de ofrecer música a través del teléfono, pero se acabó utilizando en los ascensores de los rascacielos para entretener a los que subían y bajaban, se convirtió en el fondo musical de las fábricas a fin de favorecer la productividad y todavía se escucha en varios lugares públicos. Se le ha llegado a considerar el ‘abuelo de Internet‘.
En la revista Boy’s Life, de los boy scouts, Homer Croy firmó un artículo titulado ‘They told him he couldn’t’ (Le dijeron que no podía), en el que halaga la labor de Squier. «Un día un hombre inclinado a ser alto, con el pelo rojo y un bigote incipiente, caminaba rápidamente al aire libre y se paró bajo un árbol.
Examinó el árbol durante un rato, como haciendo cálculos, y de su bolsillo extrajo una bobina de cable de cobre y lo lanzó sobre una de las ramas más bajas. De una pequeña bolsa extrajo un artilugio que parecía un teléfono y lo enganchó al cable de cobre. Después, con un largo pincho clavó el cable al árbol», escribió Croy.
Aquel día, un policía que vigilaba el parque se acercó para pedirle que dejara en paz al árbol sin saber con quién hablaba. «A unas cuantas millas de distancia, un equipo de ingenieros y oficiales del gobierno estaban esperando su llamada». Siempre que Squier trataba de hacer algo, relataba Croy, «aparecía alguien para pararle, para decirle que no podía».
El 24 de agosto de 1919, el vicepresidente Marshall pronunció el discurso ‘Problemas que América debe afrontar y solucionar’ en Trinity Civil Forum. Con media hora de retraso, aquel discurso pudo sonar en todos los rincones de Washington gracias a los avances de George O. Squier.
[pullquote author=»George Owen Squier» tagline=»Inventor y militar»]Los ejércitos del futuro (si los hay) considerarán en combate que todos los árboles son peligrosos enemigos de las estaciones aéreas[/pullquote]
«En Virginia, varios árboles de gran tamaño han sido equipados con ‘florophone’ (sic) del General Squier, por medio de los cuales los árboles actuarán como vectores inalámbricos a través de la tierra», publicó The Washington Post aquel día.
A pesar de la innovación que supuso en su momento, el ‘floraphone’ fue útil durante muy poco tiempo. Ocurrió lo de siempre: aparecieron nuevas antenas más fáciles de transportar y el invento de Squier quedó relegado.
LOS FALSOS ÁRBOLES
En los años 90 las compañías telefónicas estadounidenses comenzaron a disfrazar las antenas de árboles. Esta idea a menudo criticada por antiestética vino a ser una opción para tranquilizar a la población que temía que el aumento de antenas aumentase sus posibilidades de padecer cáncer, así como de acallar a los que critican lo que consideran una aberración a través de la que incluso podrían estar espiándoles.
Aunque a lo lejos puedan parecer árboles reales, lo cierto es que se trata de disfraces a base de fibra de vidrio, ramas de plástico y troncos de metal. Esta moda comenzó en los años 90 y es Larson Camouflage la empresa que se atribuye el primer falso árbol, que data de 1992.
Desde entonces se han construido entre 1000 y 2000 de estos ejemplares. Según la web Atlas Obscura, la compañía Larson Camouflage, especializada en camuflar postes telefónicos y otros elementos, «tiene más de 3000 proyectos ocultos».
El fotógrafo alemán Robert Voit ha viajado por Estados Unidos durante siete años en busca de falsos árboles. Llegó a ellos mientras realizaba una búsqueda en internet sobre árboles de navidad y su idea dio un giro irremediable. Desde entonces ha perseguido con su cámara los que llama ‘nuevos árboles’. Aunque parece que la moda de los árboles falsos triunfa en Estados Unidos, Voit también ha ido en su busca por países como Reino Unido, España, Portugal, Alemania y Sudáfrica, entre otros. Y los ha encontrado.
Voit ha llegado a la conclusión de que estos árboles que considera «divertidos» y «bizarros» están repartidos por todo el mundo. Sus fotos han sido recopiladas en el libro New Trees.
«La artificialidad de estos ‘nuevos árboles’ inmediatamente se anuncia —son necesariamente más altos que la mayoría de los árboles, sus antenas a menudo son visibles a través de las hojas, o puede que los troncos estén marcados con señales para alejar— e incluso sin estas pistas sobresalen en su entorno como ‘no muy rectos’, como en los cuentos de Stepford sobre el mundo arbóreo», escribió Christoph Shaden en el prólogo de New Trees.
Una respuesta a «De árboles que se convertían en teléfonos a antenas telefónicas disfrazadas de árboles»
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