Detrás del cristal todo estaba perfectamente perfilado. Pero las gafas se rompieron. Los contornos empezaron a saltar de un sitio a otro para los ojos del niño. El astigmatismo impuso su ley: ‘El único objeto preciso será el que mires. El resto del mundo quedará difuminado, como si fuera un escenario de figuras hechas de nubes’.
Ese niño es un personaje de ficción. Protagoniza un corto que pretende mostrar cómo sería la mirada desde un astigmatismo que divide el mundo entre objetos enfocados y desenfocados. Una metáfora, en forma de película de animación, que pretende hablar de “la sensación de estar perdido”, dice el autor del proyecto, Nicolai Troshinsky. “El enfoque varía en relación a la música y el sonido, y esto hará que se pueda ir explorando un espacio constantemente cambiante”.
El ilustrador imaginó un día, hace dos años, un corto que hiciese un “juego visual de enfoques”. “Un juego visual que se convirtiera en algo hipnótico”, puntualiza. “Nunca había visto nada así y tenía ganas de jugar con ese efecto. Me gusta hacer cosas poco habituales”.
Era el momento en el que se esbozaba mentalmente el corto Astigmatismo. Troshinsky es ilustrador pero decidió que esta vez los dibujos no debían ser suyos. “No quería hacer las ilustraciones para sorprenderme a mí mismo. Si lo hubiese hecho yo, habría utilizado mi estilo de siempre. Quería ver otras cosas. No quería saber qué iba a pasar. Además, si no es mi trabajo, es más fácil distanciarme y ver si la obra es buena o no”.
Ese argumento le hizo tocar cuatro puertas. Llamó a Gina Thorstensen para que inventara unos personajes. Habló con Cecilia Ramieri para que diseñara decorados. Contactó con Pierre Sauze para que montara una pieza de sonido. Y convenció a Shogun Kunitoki para que compusiera la música.
Ninguno de ellos sabía de la existencia de los demás. Los personajes nacieron sin saber qué escenario les aguardaba. La pista de efectos de sonido se hizo sin haber escuchado la música de la película. Todos estos elementos estaban listos antes de que Troshinsky escribiera el guión. Era una sorpresa para todos. Incluido él mismo.
El día que lo tuvo todo, lo juntó y descubrió que había más coherencia que la que jamás hubiese imaginado. “El corto está hecho por libre asociación de ideas”, explica. “Encargué a cada uno su trabajo y apenas les di información. Todo estaba muy abierto. Les prometí que no les exigiría cambios sobre sus obras. No pedí nada en concreto y, al final, me encontré, por ejemplo, con decorados subacuáticos y música acuática. Quería sorprenderme a mí mismo y así poder sorprender a los demás”.
Ya hay una pieza en animatic realizada “directamente en animación”. “No hay un storyboard previo”, matiza. Ese es el boceto del corto. Ahora el realizador ruso busca financiación porque pretende “grabarlo en analógico”. Su intención es convertir los dibujos en objetos reales. No quiere hacer un corto digital ni utilizar efectos producidos en ordenador. “No me interesa nada la postproducción”, asegura.
Su idea es “hacer una grabación real”. Troshinsky planea dedicar cinco meses a “crear las marionetas y los decorados, a mano, y rodarlo todo con una cámara y un objetivo especial para que el enfoque y el desenfoque sean reales. Nada de efectos de postproducción”.
“El dinero que pido es para la cámara y el objetivo, y para poder vivir esos cinco meses intensivos de elaboración del corto. Quiero grabar luz natural filtrada entre hojas de árboles, entre gotas de agua”, especifica. “Quiero crear efectos de luz dinámica sobre la escena”.
Astigmatismo estará lleno de detalles. Borrosos y difuminados. “Siempre intento que mis cortos sean interesantes para que puedan verse varias veces. Ya que trabajo en ellos varios meses, me gusta que sea algo que no se vea solo una vez. Este corto, por eso, será muy barroco”.