En 1916 el carguero sueco Jönköping fue fletado para entregar 10.000 botellas de coñac, 17.000 barriles de borgoña y 3.000 botellas de champán a la corte imperial del zar ruso Nicolás II. Un submarino alemán torpedeó la nave, llevando a pique al carguero y con él todo lo que transportaban sus bodegas. Las latitudes y profundidades marinas esconderían una interesante sorpresa: la mayoría de las botellas se mantendrían intactas por la baja temperatura del agua.
Expertos buceadores descubrieron un naufragio el año 2010 en el archipiélago de Alas, en Finlandia. Allí encontraron 47 botellas de Veuve Cliquot de 1840. La calidad del champán encontrado sorprendió a los expertos que lo analizaron.
El mítico Jacques Cousteau y su equipo hallaron a mediados del pasado siglo dos pecios romanos frente a las costas de Marsella. En su interior, preservadas admirablemente, los buceadores contabilizaron 1.400 ánforas destinadas a transportar vino de la época. Estos recipientes, recubiertos con resina para evitar la evaporación y con tapones de corcho sellados con brea para conseguir un cierre hermético, habían permanecido dos milenios en el lecho marino. Y, por supuesto, la expedición, después de subir algunas de estas ánforas a la superficie, probaron y brindaron con este vino de 2.000 años, que aunque había perdido muchas cualidades, todavía conservaba algunas de ellas.
¿Suficientes pistas como para pensar que el fondo marino pudiera convertirse en la mejor bodega posible? Quizás. Lo cierto es que hallazgos como estos demostraron que el mar ofrece unas condiciones excepcionales para la evolución del líquido en la botella y los últimos estudios consideran que la falta de luz y ruido y unas condiciones de humedad, temperatura, presión y gravedad imposibles de conseguir sobre el nivel del mar otorgan a estos vinos características particulares.
¿Pasará lo mismo con otras bebidas alcohólicas? Es exactamente la pregunta que se hizo Diego Cabrera a la hora de diseñar un cóctel para Yorokobu. «Si una parte importante de la revista trata de innovación y creatividad, me pareció buena idea personalizar uno de los cócteles más arriesgados de los realizados en Salmon Guru», comenta Cabrera, uno de los bartenders más imaginativos y valientes de nuestro país.
Según Diego Cabrera, se trata de un cóctel umámico, intenso y muy sabroso, inspirado en el transporte marítimo y milenario de mercancías por el mar Mediterráneo. «Se llama Yorokobu Ultramarino porque es un cóctel que reposamos debajo de agua de mar en un ánfora de barro, creada a imagen y semejanza de las realizadas por griegos y romanos para transportar sus vinos o aceites».
SALMON GURU
Entró hace unos años por primera vez en The World’s 50 Best Bars, el ranking más prestigioso del sector a nivel mundial, y desde entonces no ha hecho más que ascender posiciones. La coctelería de Diego Cabrera, primer local de Madrid en aparecer en esta lista, abrió sus puertas en julio de 2016 y en pocos meses se había consolidado como el local donde sirven los cócteles más locos y creativos del país. Por eso Salmon Guru es hoy la mejor coctelería de España y un lugar de peregrinación para todo amante de la mixología.
¿TE ANIMAS A PREPARARLO?
6 cl de Gin Mare
3 cl de vino manzanilla
4 cl de cordial de lima
1 cl de sirope casero de ruibarbo
Se realiza la mezcla y se deja reposar en un ánfora debajo del agua de mar durante 48 horas. Se sirve directamente con el ánfora y un vaso bajo con un bloque de hielo. Se decora con un crujiente de parmesano.
Y si te apetece que te lo hagan sus creadores, ven a tomarlo al Salmon Guru, en el número 21 de la calle Echegaray de Madrid.