Icono del sitio Yorokobu

J. G. Ballard predijo las redes sociales en 1977 y ahora inspira una exposición

Ballard

El escritor de ciencia ficción J. G. Ballard escribió un artículo titulado El futuro del futuro. El texto, publicado en la revista Vogue, contenía un párrafo que sobrecoge:

[pullquote author]Cada una de nuestras acciones durante el día, a lo largo de todo el espectro de la vida cotidiana, será instantáneamente grabada en vídeo. Por la noche nos sentaremos a ver las imágenes, seleccionadas por una computadora entrenada para elegir solo nuestros mejores perfiles, nuestros diálogos más inteligentes, nuestras expresiones más afectuosas, capturadas a través de los filtros más amables, y luego juntaremos todo ello para tener una reconstrucción mejorada de nuestro día[/pullquote]

Ballard murió en 2009. El artículo se publicó en 1977 y reflejaba con pincel de detalle la vida actual. Describe a un ser humano aprisionado por la edulcoración de su propia vida, obsesionado con aproximarse a la perfección. En el párrafo se imaginan los algoritmos, la urgencia fotográfica, el postureo intelectual, los filtros, el diseño de la emocionalidad. La tecnología, predijo Ballard, acabaría decidiendo qué se ha vivido; lo que vale y lo que se desecha.

Da miedo porque desposee a las generaciones vivas de su influencia en el rumbo del presente. El presente deja de parecer un diseño original, fruto del ingenio de la época, y se asemeja más a un resultado inevitable, a un callejón sin salida.

Ballard es la inspiración de la nueva exposición de Es Baluard Museo de Arte Moderno y Contemporáneo de Palma. La muestra toma el testigo del escritor e investiga, a través del arte, el fondo de una civilización dominada por las pantallas, la torsión de las ciudades, la distopía, las amenazas climáticas…

En la exposición Ballard Baluard se incluyen obras de autores nacionales e internacionales: Helena Almeida, Diana Coca, Juana Francés, José Guerrero, Tadashi Kawamata, Anselm Kiefer, Mati Klarwein, Guillermo Pérez Villalta, Amparo Sard, Baltazar Torres, Marcelo Víquez y Wols (Alfred Otto Wolfgang Schulze).

El museo ha querido remitir al autor de Crash porque al teclear el nombre del museo en Google (Baluard), el buscador ofrece Ballard como alternativa. Esa decisión asume, por un lado, la dureza de lo que planteaba el escritor (los algoritmos del software deciden) y, por otro, intenta revelarse mediante el único camino posible: el azar.

Ballard
Instalación de Francisco Ruiz de Infante

Esta idea engarza a la perfección con uno de los fundamentos del arte contemporáneo y de vanguardia que define Marina Núñez, una de las artistas que participan en la exposición: la mezcla entre «atracción y repulsión».

El artista Francisco Ruiz de Infante, también presente en Ballard Baluard, valora la forma en que el ser humano se enfrenta a su contexto líquido en términos parecidos: «Estamos en una especie de fascinación y pánico superpuestos en perfecta vibración. Cuando hay una vibración muy amplia, ambas cosas son la misma. No sabes muy bien dónde estás».

Ruiz de Infante creó una obra especial en el espacio del museo denominado Gabinet. Se titula Voy a esconder las pruebas, apagar la luz, olvidar lo que ha pasado y ver El Planeta de los Simios. Es una instalación efímera y ecléctica. El juego con la espontaneidad es parte de su estilo, al que algunos califican como «bricolaje de emergencia».

Ballard
Instalación de Francisco Ruiz de Infante.

La obra parte de la posibilidad de vislumbre y de creación que ofrecen los errores o las casualidades. «Soy un artista multitarea, trabajo con sonido, imagen, escultura, fotografía… A veces, algo pasa y te hace cambiar la idea inicial. La positivación del error es una estrategia de supervivencia muy interesante. Siempre puedes aprender. Soy de los que piensan que el tiempo no se pierde, se utiliza», explica.

Montó Voy a esconder las pruebas… durante seis días. «En la exposición había solamente obras de pared y la idea era crear una situación de más riesgo para el espectador, por eso hay tantas cosas en el suelo, comprometiendo la circulación».

Ballard
Diana Coca, Serie «Arlés Bruto», 2007. Es Baluard Museu d’Art Modern i Contemporani de Palma. © de la obra, Diana Coca, VEGAP, Palma, 2018

En Ruiz de Infante, predomina el papel del riesgo. «Estoy obsesionado con el orden, con las cosas completamente acabadas y perfectas. Siempre me ha parecido muy enfermizo. Por eso intento ponerme en límites que me asusten un poco: temporales, espaciales, presupuestarios… Es un motor creativo», reflexiona.

La instalación borra límites espaciales. El balcón de cristal y las paredes de la sala permiten conectar el abajo (lugar en que se encuentra la Colección Permanente) y el arriba, la sala Gabinet; es decir: el pasado inmediato y el futuro. Es lo mismo que hace la buena ciencia ficción: no fantasear y hacer piruetas con un futuro desgajado de nosotros, sino tomar los elementos (tecnologías, comportamientos…) más definitorios del presente y proyectarlos hacia adelante para ver cómo será el ser humano bajo esas circunstancias.

Ballard
Baltazar Torres, Island of a perfect world III, 2007-2008. Es Baluard Museu d’Art Modern i Contemporani de Palma. © de la obra, Baltazar Torres, 2018. Fotografía: David Bonet

Esa expansión de la mirada inclina a Marina Núñez hacia la ciencia ficción: «Igual que el arte, mira el mundo con nuevos ojos», dice. Le interesan las cuestiones técnicas, pero, sobre todo, «las especulaciones sobre cómo estas afectarán al ser humano en su identidad. Ballard o Philip K. Dick eran muy representativos de ese enfoque».

ballard
Marina Núñez, Sin título (Ciencia ficción), 2003. Es Baluard Museu d’Art Modern i Contemporani de Palma, donación de la artista. © de la obra, Marina Núñez, 2018.

Núñez apunta que todavía se mantienen prejuicios sobre este género narrativo. Ocurre en la literatura («de algunos autores se dice: ha escrito ciencia ficción, pero también novela seria», critica) y también en su incorporación al enfoque artístico: «Tiene la etiqueta maldita de que no es arte culto».

La imagen incluida en la muestra pertenece a una serie más amplia catalogada como Sin título (ciencia ficción): «Son cuerpos metidos en cilindros de acero. Son sujetos en formación o deformándose. En este caso, se está formando a través de discursos. La idea de fondo entronca con Focault: el hombre, la identidad y el cuerpo no son previos o inmunes a la cultura. No somos autónomos respecto al orden social, sino que emanamos de él», razona.

El cuerpo humano, y en especial el rostro, ocupan el centro de gravedad de su producción. Sus figuras «no responden a la norma, a la ley ni a la lógica a las que estamos acostumbrados. Quiero construir nuevos modelos de subjetividad».

Ballard
Tadashi Kawamata, Favela Plan, 1989. Es Baluard Museu d’Art Modern i Contemporani de Palma, depósito colección Ajuntament de Palma© de l’obra, Tadashi Kawamata, 2018. Fotografia: Joan Ramon Bonet & David Bonet

En la obra Seísmo, Núñez representa caras blandas y retorcidas en las que han germinado plantas. Recuerdan al planteamiento de la novela Aniquilación, de Jeff VanderMeer. «Es un ser humano fracturado, no reconocible y en pleno cambio. Ahí es donde crece la vida nueva, representada por la vegetación. Apuesto por lo que fluye. Las identidades rígidas pueden ser camisas de fuerza», señala.

La exposición Ballard Baluard se inauguró el 26 de octubre y permanecerá abierta hasta el 17 de marzo. Casi medio año en el que el público podrá acudir para aprender a mirar con otros ojos un presente que se agota cada vez más rápido y un futuro tan incontenible como desconcertante.

Salir de la versión móvil