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«No tenemos bancos en la puerta del Sol porque los comerciantes se han opuesto»

«Los bancos unipersonales son un reflejo de una sociedad cada vez más individualista». Un miembro del ilustre Colegio de Arquitectos justificaba así la creciente presencia de estos bancos en Madrid. Pero su inteligente e incisivo argumento no se quedó allí. Prosiguió su frase presumiendo que el colegio había puesto en marcha una iniciativa experimental que consistía en instalar un banco en la puerta del Sol.
Sorpresa. La iniciativa «había sido un éxito y a la gente le gusta sentarse en los bancos cuando están en la calle», informaba orgullosamente. Nunca más se supo de la iniciativa y Sol sigue siendo un erial en materia de mobiliario público.

Foto: José Antonio Peñas

Era febrero de 2014 y yo había sido invitado a un debate en la cadena SER a raíz de un artículo distópico publicado en Yorokobu que ironizaba sobre la mala calidad del mobiliario urbano en Madrid. En él hablaba de un empresario de establecimientos hosteleros ficticio que llegaba a acuerdos secretos con la alcaldesa de Madrid para acabar con los bancos de la ciudad. Su lema: « Un banco demasiado cómodo es un cliente potencial perdido». El artículo se nos ocurrió después de la desaparición de uno de nuestros bancos favoritos con nocturnidad y alevosía en la calle Cervantes de Madrid.
Ahora parece que la teoría, por muy conspiranoica que parecía, no iba tan mal encaminada. Anoche José María Ezquiaga, nuevo decano del Colegio de Arquitectos de Madrid, hacía un alegato a favor de la instalación de «miles de bancos» en la ciudad para acabar con un modelo de urbanismo en los últimos años que ha convertido «a las personas que no circulan en sospechosos y ha promovido un diseño de elementos urbanos enormemente crueles».
Pero de sus palabras salió algo más sorprendente todavía. «La falta de bancos en Sol ha sido así porque los comerciantes se han opuesto en el pasado a ello». La plaza más concurrida de la ciudad no tiene mobiliario público de calidad porque los dueños de las tiendas lo han decidido por encima de los intereses de los ciudadanos.
Por suerte, parece que se divisan cambios. Ezquiaga realizó sus declaraciones en la presentación de un concurso que acaba de convocar el ayuntamiento de Madrid para diseñar un nuevo tipo de banco para la ciudad. El objetivo según José Manuel Calvo, concejal de urbanismo de la ciudad, es corregir este déficit pero sobre todo crear una alternativa a esos bancos unipersonales que se han popularizado en Madrid en los últimos años.

«No es una cosa pequeña, el mobiliario urbano es algo extremadamente importante. Pocas cosas radiografían el talante de una ciudad como algo tan nimio como un banco. El espacio público ha sido maltratado. Nos encontramos que la mayor parte de los espacios urbanos en Madrid no son disfrutables para los ciudadanos. Bancos individuales, pinchos en la puerta del sol. Debería haber la opción entre consumir o no consumir. De hecho es triste saber que Madrid nunca ha salido en los medios por la calidad de sus bancos, pero hace poco salió en Atlantic Cities como ejemplo de la creciente maldad del diseño urbano», explicaba Ezquiaga.
«El espacio público son lugares donde se producen encuentros casuales y situaciones inesperadas. Venimos de un modelo urbano que responde al individualismo. A una burbuja especulativa basada en la expansión descontrolada del territorio. Se ha puesto tanto empeño en construir que se han abandonado los espacios colectivos. Solo hay que pasar por los PAU de esta ciudad para darse cuenta de en quién se ha pensado a la hora de diseñar estos espacios», añadió Calvo.
«En Madrid tenemos 100 tipos de bancos. Hay dos categorías. El homologado, fabricado por empresas y aprobado para uso por el consistorio. Por otro lado está el normalizado: son diseños cuya patente está en manos del Ayuntamiento de Madrid. Nosotros podemos sacar a concurso la licitación y conseguir un abaratamiento de la producción».
El Ayuntamiento quiere promover la segunda categoría de bancos e intentar buscar un modelo característico para la ciudad como el ejemplo de Boston. «Allí tienen un banco típico. Es una pieza estudiada que es utilizada en la mayor parte de los espacios públicos».
Actualmente, Calvo explicó que hay 73.000 bancos en la ciudad. El concurso no plantea sustituirlos todos pero sí proceder a sustituir los 500 bancos individuales que se han instalado en los últimos años. Aunque «también puede servir para responder a demandas ciudadanas para tener más mobiliario urbano» en determinadas zonas, añadió.
«Fuera de España ganar espacio público para el ciudadano se considera una conquista. Necesitamos un modelo de banco que posibilite encuentros no reglamentados. Bancos donde puedan caber familias enteras. Necesitamos corregir el déficit de lugares de estancia», concluía Ezquiaga.

Nota: El Ayuntamiento todavía no ha podido concretar cuánto costará este proceso «ya que dependerá del diseño que al final elijamos». Las bases del concurso ya están en línea.
 
 

Por Marcus Hurst

Marcus Hurst es Cofundador de Yorokobu y Redactor Jefe de Ling Magazine. Puedes seguirle en @marcushurst

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