La película Barbie es una ingeniosa reapropiación cultural: toma la narrativa del Antiguo Testamento sobre Adán y Eva y la reinterpreta en un contexto moderno.
Barbieland vs. el Edén
Barbie (Margot Robbie) reside en Barbieland, un paraíso similar al Edén bíblico, donde la vida es sencilla, sin sufrimientos ni necesidades, sin conocimiento del pudor ni de la moral. Allí coexisten otras Barbies, pero la envidia tampoco tiene cabida en este mundo.
En el caso de la única Barbie embarazada, Midge, su experiencia de dar a luz se asemeja a una cesárea aséptica e indolora, donde se extrae al bebé perfectamente limpio al quitar su tripa, similar a cómo se quitaría un imán de nevera.
La ausencia de pudor en Barbieland se refleja en sus casas sin fachadas. Como muestra de esta inocencia, encontramos a Ken (Ryan Gosling), quien cada noche le pide a Barbie que le invite a su casa, aunque admite que no está seguro de por qué lo hace. En este mundo, Ken no está afectado por hormonas descontroladas.
En Barbieland, cada objeto, planta y criatura lleva la etiqueta «de Barbie», mientras que en el Edén, Adán tiene la potestad otorgada por Dios de dar nombre a cada cosa, planta y criatura.
Aunque no se menciona, es indudable que Ken surge a partir de Barbie, de la misma manera que Eva surge de Adán. Eva de la costilla de Adán, y Ken del mismo plástico que Barbie.
La expulsión del paraíso
Al igual que el conocimiento del bien y el mal llevó a Adán y Eva a ser conscientes de su desnudez y ser expulsados del paraíso, un pensamiento atípico sobre la muerte provoca que la Barbie estereotípica tome de conciencia de sí misma.
Aunque este conocimiento no la expulsa de Barbieland, se ve obligada a marcharse en busca de restaurar su ánimo. Ken la acompaña, impulsado por un sentido del deber masculino y la búsqueda de su atención
Adán y Eva experimentaron la desgracia al adquirir conocimiento sobre el bien y el mal, lo que provocó su expulsión del paraíso por parte de Dios. En el caso de Barbie, un pensamiento funesto hace que tome conciencia de sí misma, y aunque este conocimiento no la expulsa de Barbieland, se ve obligada a marcharse en busca de restaurar su ánimo. Ken la acompaña, impulsado por un sentido del deber masculino y la búsqueda de su atención.
La palabra del hombre, la palabra de la mujer
Hay una diferencia importante entre el relato bíblico y la película Barbie: mientras que la serpiente tienta a Eva con la idea de adquirir conocimientos, una mujer real, Gloria, diseñadora de Barbie (America Ferrera), introduce de manera accidental en Barbie pensamientos y miedos propios de una mujer de carne y hueso: la decadencia física, la muerte, la carga mental de una madre-hija-esposa-trabajadora, las expectativas, las críticas por exponer los pensamientos sobre su condición. Así, de la misma manera en que Dios creó al hombre a su imagen y semejanza, Gloria recrea a Barbie a imagen y semejanza suya.
Aunque esto no afecta a la estructura de Viejo Testamento, es crucial debido a que establece una poderosa idea en las intenciones de la película: la importancia de la voz de la mujer. Esto conviene recordarlo en Occidente, incluso en nuestros días.
En las sociedades influenciadas por las religiones abrahámicas como el cristianismo, el judaísmo y el islam, que se basan en el Antiguo Testamento, a menudo se da prioridad a las voces de los hombres sobre las voces de las mujeres. Esto se debe a la creencia de que el hombre está hecho a imagen y semejanza de Dios, así que su palabra se considera sagrada; es el pater familias. «Cuando mi padre hablaba, todos nos callábamos», se decía hasta no hace mucho en España. Cuando el hombre acapara la palabra, a menudo la voz de la mujer queda marginada.
Todo para el feminismo, pero sin las mujeres
Se entiende que los ejecutivos de Mattel en la película teman que Barbie se convierta en una portavoz del feminismo que trascienda las intenciones de la empresa, «hacer dinero» como señala el jefe supremo (Will Ferrer).
Para lograrlo, la corporación parece haber adoptado en la ficción los valores del despotismo ilustrado, resumidos en la frase «todo para el pueblo, pero sin el pueblo». Aunque en este caso, más bien sería: «Todo para el feminismo, pero sin las mujeres». (Resulta interesante recordar cómo, a veces, las industrias capitalistas, como la auténtica Mattel, se burlan de sí mismas cuando reporta beneficios).
Camino a la redención
Barbie y Ken viajan por la Tierra como Adán y Eva. Según relata la Biblia, la experiencia de Adán y Eva fue ardua: pasaron de disfrutar de la comida sin esfuerzo a arar la tierra llena de maleza; conocieron el sudor y el dolor, y vieron acortados sus días. (¡Ah, los placeres del trabajo!).
Barbie y Ken no pasan tantos apuros, pero su breve estancia no es agradable. Ken descubre que ser Ken no tiene valor en sí mismo, aunque sea un hombre en un mundo de hombres, pero se lleva los prejuicios del heteropatriarcado de vuelta a Barbieland.
Barbie, por su parte, descubre que está considera como un símbolo antifeminista entre las adolescentes y sufre la persecución de los directivos de Mattel. Por suerte, encuentra a Gloria y la lleva consigo de regreso a Barbieland con la esperanza de restaurar su propio orden.
Pero allí se enfrentan a la sorpresa de un gobierno liderado por los Ken, donde las Barbies son tratadas como sirvientas sumisas. Finalmente, la redención para Barbie llega con la restitución del orden inicial mediante un inteligente plan de reeducación de sus hermanas Barbies, y provocar la guerra entre los Ken.
La estructura Viejo Testamento según Kurt Vonnegut
Dado que Barbie se burla del heteropatriarcado, podría considerarse contradictorio que utilice como estructura narrativa la tradición judeocristiana. ¿Pero existen estructuras narrativas genuinamente femeninas?
En realidad, las estructuras narrativas son simplemente un esqueleto o un recipiente para las historias, sin importar el género del autor o autora. Otra cosa, muy diferente, es que la mayoría de estas estructuras contienen o desarrollan tramas protagonizadas por hombres.
Por esto, parece probable que la película Barbie siga una de las seis formas comunes de contar historias que describió Kurt Vonnegut, y que se conoce justamente como Antiguo Testamento. El escritor describe esta forma básicamente así: alguien es desterrado del paraíso y busca el sosiego.
Esta forma está presente en historias muy conocidas, antiguas y modernas, desde La Odisea a Forrest Gump, pasando por El conde de Montecristo o las desventuras de las hermanas Stark en Juego de tronos.
La elección de la forma narrativa de Viejo Testamento parece consciente si consideramos que la directora de Barbie, Greta Gerwig, estudió en un colegio católico, y que el padre del guionista, Noah Baumbach, era judío.
Tampoco debería sorprendernos que una cultura oprimida tome como vehículo de expresión las formas de la cultura opresora. Unas veces como burla, y otras porque encuentra en esas formas un vehículo adecuado para transmitir las propias ideas.
Un ejemplo de esto se encuentra en cómo los esclavos africanos, obligados a cantar salmos por los predicadores europeos, adoptaron instrumentos de la música europea y los incorporaron a los ritmos africanos, creando así las primeras músicas contemporáneas con un sentido de protesta: el blues y el jazz.
El Antiguo Testamento también está presente en la guerra entre los Ken, que hace referencia, de manera intencionada o no, a la batalla entre los ángeles. Tanto los Ken como los ángeles son representados sin genitales, lo que podría interpretarse como un símbolo de pureza o idealización. En la guerra entre los ángeles, el conflicto gira en torno a la elección de servir a Dios o no.
Por otro lado, en la guerra entre los Ken, la lucha se libra para ganarse la atención y el favor de las Barbies. En ambos casos, es una guerra incruenta, aunque con distintos resultados. Los Ken reconocen que han llevado Barbieland al colapso y que solo las Barbies pueden restaurar el paraíso. A diferencia de la narrativa bíblica, en la película Barbie no hay una distinción entre ganadores y perdedores, y nadie es arrojado al infierno.
La última palabra y sus distintas interpretaciones
«Tengo cita con mi ginecólogo», dice Barbie exultante en el último plano de la película. Si reinterpretamos la película Barbie a través de la estructura del Antiguo Testamento, resulta evidente que la última frase se ajusta perfectamente a esta narrativa. Este diálogo ha generado diversas interpretaciones, y Gerwig se ha sentido obligada a explicar su significado a USA TODAY:
«Cuando era una adolescente, recuerdo avergonzarme de mi cuerpo de una manera que ni siquiera podía describir. Sentía que todo tenía que estar oculto […]. Pensé, si puedo darles a las chicas esa sensación de “Barbie también lo hace”, eso es tan divertido como emotivo».
Esta explicación demuestra una vez más que lo que puede ser malinterpretado inevitablemente lo será.
Desde un punto de vista simbólico, externo, representa la desmitificación del icono que es Barbie, una criatura que se ha percibido como ajena a lo mundano. Además, si consideramos la estructura del Antiguo Testamento, vemos un paralelismo entre Barbie y Eva: ambas comparten la maldición de Dios. Según el Génesis, Dios expulsó a Eva con estas palabras: «Multiplicaré en gran manera tus dolores y tus preñeces; con dolor darás a luz los hijos».
Recordemos que, tanto en el Edén como en Barbieland, no existía el dolor ni el sufrimiento al dar a luz. A Midge le extraen el bebé con la misma facilidad con la que se quita un imán de la nevera. Eva nunca necesitó una cita con el ginecólogo.
Como se ha mencionado, esta interpretación no coincide con la visión que Gerwig tiene del diálogo que cierra la película, pero resulta inevitable recordar la maldición bíblica como remate de la forma narrativa Viejo Testamento.
La frivolidad como resistencia
A excepción de la ambigua frase final, la película Barbie se erige en un ejemplo de cómo tomar una estructura clásica asociada a los héroes, para ofrecer un discurso feminista que emplea la frivolidad a la manera de Óscar Wilde: como resistencia a la sociedad.