Dicen que las mejores ideas nacen de la pura necesidad. Y ya se sabe que la sexualidad es una necesidad, si no de las más básicas, sí de las más importantes en el ser humano.
El vibrador nació de la necesidad de unos médicos para conseguir orgasmos rápidos en las mujeres y paliar la llamada histeria femenina. Así, durante el siglo XX empezaron a comercializarse para uso doméstico, pero no existía una tienda concreta donde poder adquirirlos. Porque el primer sex shop de la historia no aparece hasta la II Guerra Mundial. Justo en un momento en el que surgió una nueva necesidad. Mujeres que quedaban viudas tras la guerra, o con problemas de pareja, al regresar sus maridos del frente, sin ser ya las mismas personas.
Más que vibradores, la necesidad de esas mujeres era tener acceso a una educación sexual, labor de la que se encargó la aviadora alemana Beate Uhse-Rotermund.

De aviadora a educadora sexual
Beate Uhse nació en Alemania en 1919 y desde muy pequeña soñó con volar. Pese a lo complicado que era cumplir ese sueño siendo mujer en aquella época, consiguió su primera licencia de piloto al cumplir los 18 años. Al principio trabajó como piloto comercial e incluso hizo de doble en algunas películas, pero su vida cambió al conocer al también piloto Hans-Jürgen Uhse. Pese a ello, tardó en aceptar su proposición de matrimonio, pues no quería que ningún hombre «cortara sus alas». Finalmente, le dijo que sí, pero su boda se vio marcada por el inicio de la II Guerra Mundial.
Durante la contienda, Uhse aceptó una oferta de la Luftwaffe para trabajar en una unidad de transporte de aviones, lo que, en ocasiones, le permitía volar aviones de combate y le permitía seguir con su sueño de tener una carrera profesional en la aviación. Pero en 1945, su esposo Hans-Jürgen falleció en un accidente de avión y Uhse se quedó viuda, con un hijo y con la necesidad de reinventarse.
De hecho, al principio de la posguerra, a los antiguos miembros de la Luftwaffe no se les permitía volar, y ante la posibilidad de continuar su carrera como piloto, Uhse se dedicó a vender productos de puerta a puerta, donde conoció las historias de diferentes mujeres. Algunas viudas que intentaban rehacer su vida, en una sociedad que no estaba acostumbrada a las mujeres solas, y otras casadas, que lidiaban con las dificultades de maridos que volvían diferentes tras la vivencia en la guerra.
De esta forma detectó que los embarazos no deseados se habían convertido en un problema, sobre todo por una carencia de educación sexual. Así fue como Beate Uhse, que había recibido algo más de educación en este sentido, se dedicó a preparar y repartir folletos informativos sobre el conocido método ogino. Es decir, evitar las relaciones sexuales durante los días fértiles. Estos folletos acabaron por convertirse en guías sexuales mucho más completas, y Uhse incluyó también preservativos entre los productos que llevaba de puerta a puerta.
La invención y reinvención de primer ‘sex shop’
No fue hasta 1962 cuando Beate Uhse abrió en Alemania el que se considera el primer sex shop del mundo, como una tienda centrada en «higiene marital». En ella se podían encontrar no solo sus guías de sexualidad y salud femenina, sino también productos como preservativos, lencería y estimulantes.

Por supuesto, no fue un negocio fácil. La sociedad todavía tenía muchas reticencias no solo ante la sexualidad, sino incluso ante la anticoncepción. Así, se calcula que en 30 años tuvo que enfrentar unos 2.000 procesos judiciales. Sin embargo, la empresa creció hasta el punto de que en 1999, su compañía, Beate Uhse AG, comenzó a cotizar en la Bolsa alemana.
Beate Uhse falleció en 2001 a los 81 años, pero es ahora cuando su legado corre peligro. El pasado mes de diciembre la cadena de tiendas eróticas alemanas Beate Uhse se declaraban insolventes. Si bien de momento parece que las tiendas no echarán el cierre, sí supone la necesidad de reinventarse en un sector que también necesita aires nuevos.
Quizás, como hizo su fundadora en su momento, la clave esté en identificar cuál es la nueva necesidad, volviendo a escuchas a las mujeres, esta vez del siglo XXI.