Los retratos del artista noruego Børge Bredenbekk tienen un toque étnico y marroquí que atrae la mirada.
Luego, cuando el ojo ya está enganchado a la gama de colores que recuerdan a la psicodelia de los años sesenta, el espectador se da cuenta de que en esos rostros, mirados más de cerca, los rasgos se desvanecen y se convierten en sombreados formados a base de patrones, puntos y líneas que dan un toque de abstracción a lo que antes parecía bien definido.
«Con la mayoría de los retratos de cerca», dice, «busco una manera de abstraer la cara y de que algo suceda dentro de la cara misma».
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