Icono de estilo y sofisticación, reinas de los establos, las botas de equitación se han convertido en todo un referente del lujo discreto. Entre los calzados más reconocibles y queridos, fieles a su legado, regresan puntuales cada temporada otoño-invierno, respaldadas por una historia fascinante y llena de tradición.
Heroínas, reinas y divas: un símbolo transversal
Sus orígenes se remontan a la Edad Media, cuando la caballería se consolidó como cuerpo militar de élite y estableció códigos de estilo que sentaron las bases de una estética destinada a evolucionar a lo largo de los siglos. Han sido usadas por personajes legendarios como Juana de Arco, de quien los documentos mencionan que llevaba «souliers ou bottes attachées aux grèves», es decir, botas fijadas a las grebas como parte integral de la armadura.

También por figuras históricas como Isabel II de Inglaterra (solo hay que repasar las primeras temporadas de The Crown para recordar sus looks) y por iconos como Audrey Hepburn —impecable en la escena de Ascot en My Fair Lady—, Grace Kelly, apasionada jinete, y Jackie Kennedy. Esta última era amante de la equitación y del estilo refinado pero desenfadado, y las combinaba con jodhpurs (un tipo de pantalón para montar) impecables, más holgados a la altura de la cadera y ajustados desde la rodilla hacia abajo, chaquetas a medida y sombreros glamurosos. Y todo el conjunto contribuyó a definir el imaginario elegante y aristocrático ligado a este calzado.
Maestría artesanal y tradición técnica
Desde sus orígenes, las botas de equitación han mantenido un doble vínculo con el mundo militar y civil, sufriendo muy pocas modificaciones a lo largo del tiempo y evolucionando principalmente en los materiales —la piel de vacuno, resistente y flexible, sigue considerándose hoy la más valiosa— y en las técnicas de fabricación, perfeccionadas por maestros zapateros.
Sin embargo, esta aparente simplicidad esconde una gran complejidad artesanal. La auténtica bota de equitación debería hacerse a medida: solo un ajuste preciso en la pantorrilla y una forma del pie estudiada milimétricamente garantizan ese calce impecable que asegura estabilidad y confort. Aquí es donde entran en juego la proporción, la altura (y la asimetría de la caña, más alta en el exterior para un mejor agarre a la silla) y la curvatura del tacón, elementos esenciales para encajar el pie en el estribo y mantener el equilibrio en la montura.

Un estilo, mil versiones
De la tradición a la contemporaneidad, hoy las botas de equitación se presentan en mil estilos diferentes. La piel negra brillante remite a la tradición inglesa, mientras que la gamuza marrón evoca el encanto vaquero de las camperas, reinterpretación western de las clásicas riding boots (botas de montar). Series televisivas como Dallas las convirtieron en un icono pop, así como que las usaran figuras como Dolly Parton o lady Di, que solía llevarlos con blazers, joggers y varsity jackets.
Modelos como el Bardigiano o el Jumping, aunque no estén pensados para la práctica deportiva, se han hecho igualmente icónicos gracias a Hermès, que, junto con otras históricas casas de moda como Gucci, inició su camino en las caballerizas y ha sido capaz de reinterpretar su propio heritage trasladándolo de la silla a la moda. Las variantes contemporáneas incluyen pieles suaves y metalizadas, detalles con tachuelas, vueltas ajustables o inserciones elásticas que recuerdan a las Chelsea boots, con alturas hasta la rodilla que combinan elegancia y resistencia.

Las botas ecuestres, y con ellas el estilo equestrian chic, son hoy más que una simple tendencia: son una certeza de estilo. La piel lisa y resistente, la suela plana y la silueta estilizada las hacen perfectas para la vida urbana, combinándose fácilmente con prendas de lana, gabardinas, minifaldas o pantalones a medida. Cómodas, prácticas y siempre elegantes, representan el tributo moderno a una tradición centenaria, capaz de superar las modas pasajeras y consolidarse como un pilar del guardarropa contemporáneo.
Y no hay que temer parecer recién salida de un establo: atemporales y extraordinariamente cómodas, las botas ecuestres se adaptan a cualquier look sin perder su encanto clásico.