Breve historia de la gorra de béisbol

Perfecta para completar un look de estilo tomboy, o para matizar un conjunto muy femenino de estilo coquette, la gorra de béisbol es el accesorio de moda que no puede faltar en ningún armario. De hecho, es el recuerdo perfecto de unas vacaciones con los amigos y, no menos importante, una prenda indispensable y salvadora en un bad hair day. Pequeño y extremadamente práctico, este accesorio forma parte de la exclusiva lista de prendas que han conseguido entrar en los armarios de hombres y mujeres —junto con los vaqueros, la camiseta blanca y las zapatillas deportivas— resistiendo a las tendencias y al paso del tiempo. Un icono del deporte y de la moda Seis paneles de tela fijadas en la parte superior por un botón, una abertura en forma de arco en la parte trasera, un ojal para cada panel —para permitir la circulación del aire— y una visera para proteger los ojos del sol. La gorra de béisbol, que surgió junto con el homónimo deporte en la segunda mitad del siglo XIX, se inspiró en otros sombreros en boga en la época. Uno de ellos fue el deerstalker, ese sombrero tradicionalmente usado por cazadores en el campo que popularizó el personaje de Sherlock Holmes, caracterizado por sus dos viseras (delantera y trasera) y orejeras que pueden atarse en la parte superior. También los cascos de jockey, los sombreros militares de pandereta, los modelos Borsalino y los sombreros canotier. Sin embargo, los jugadores de los primeros equipos de béisbol no llevaban un único modelo; cualquier gorra con visera que les permitiera protegerse los ojos del sol era válida. De hecho, la Official Baseball Guide de Spalding de 1888 muestra una gran variedad de gorras que llevaban los jugadores, desde sombreros tipo canotier a sombreros de pandereta, pasando por modelos duros o blandos. La gorra de béisbol tal y como la conocemos empezó a tomar forma con el cambio de siglo. A finales del siglo XIX se añadieron orificios de ventilación. El primer logotipo apareció en 1901, cuando los Tigres de Detroit decidieron poner la imagen de un tigre naranja en la parte delantera de la gorra, transformando un simple accesorio que protegía del sol en un auténtico símbolo. Y ya en 1903 se añadieron viseras salientes. En las décadas de 1920 y 1930, se introdujeron alas más largas y las viseras se hicieron más sólidas, y en la década de 1940 la parte superior se hizo más alta —tanto que la parte delantera de la gorra empezó a utilizarse como una especie de cartel publicitario—, y la gorra de béisbol empezó a tener una forma más parecida a la que conocemos hoy. Fuera del terreno de juego Desde la década de 1950 hasta nuestros días, el aspecto de la gorra de béisbol no ha cambiado significativamente, pero sí la actitud hacia este accesorio. Según Jim Lilliefors, autor de Ball Cap Nation: A Journey Through the World of America's National Hat, las razones de la creciente popularidad de la gorra de béisbol y su aceptación fuera del terreno de juego son muchas. Los partidos de béisbol por televisión contribuyeron a popularizar el deporte y los aficionados empezaron llevar las gorras de sus equipos. Más tarde, en los años sesenta, las empresas de suministros agrícolas y piensos se dieron cuenta del potencial de las gorras para la publicidad y las gorras promocionales, las llamadas trucker hat, es decir gorras de camionero, se convirtieron en el obsequio comercial perfecto, volviéndose extremadamente populares. De accesorio deportivo a icono mainstream El paso de la gorra de béisbol del campo de juego a nuestros armarios se ha consolidado gracias a series de televisión emblemáticas como Magnum, P.I., en la que el personaje de Thomas Magnum, interpretado por Tom Selleck, llevaba siempre una gorra de béisbol de los Tigres de Detroit, excepto cuando vestía ropa formal, y a otras como MacGyver o películas como Top Gun. Pero también gracias a la música. La gorra de béisbol invadió la naciente escena hip hop estadounidense en los años setenta. De aquella época es la snapback, una gorra de béisbol con visera plana en lugar de curva que marca los inicios de ese universo complejo y polifacético que hoy llamamos streetwear. Después conquistó el punk y el grunge en los noventa. Incluso las estrellas del pop sucumbieron al encanto de este accesorio. Madonna, la reina de los ochenta, tenía una colección interminable de ellas y las llevaba cuando salía a correr por Central Park o paseaba por las calles de Nueva York. Pero no solo estrellas, también las clases sociales del Upper East Side y la aristocracia europea comenzaron a usarla como parte de su outfit. Cómo olvidar la foto icónica en la que aparece lady Diana con una gorra, en 1988, durante un partido de polo en el parque de la familia real. En un puesto de Saint-Tropez o del Rastro, en una boutique de lujo o en una tienda neo-underground, sobre las pasarelas o en la calle, amada por los famosos que quieren ir de incógnito, pero también por los fashionistas y amantes de la alta costura, la gorra de béisbol se ha convertido hoy en un accesorio democrático y popular. Y si bien es cierto que las versiones más caras, como las de marcas de lujo como A.P.C., Burberry, Brunello Cucinelli, Gucci, Celine o Balenciaga, por mencionar algunas, son un símbolo de estatus, ha sido el precio asequible del modelo más común de gorra de béisbol, así como el hecho de que siga siendo un accesorio tan popular hoy en día, lo que la ha convertido en un clásico atemporal.