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¿Es mejor decir ‘burbuja’ (de protección) que ‘confinamiento’ (de preso)?

Antes las distancias se medían en horas de avión y kilómetros en Google Maps. 
Era la escala más preciada: el viaje, lo exótico, la aventura.
Ahora las distancias se miden a ojo: «Que ese no se me acerque a menos de dos metros».
Es la escala más valiosa: la salud, la vida, la supervivencia.

El planeta se ha hecho inmenso porque ahora cruzar los Pirineos está a meses de distancia. Los alrededores de casa también han dado de sí. Hay que caminar a lo ancho, estirar el paso para no acercarte a nadie, alejarte de los desaprensivos que pasan por tu lado peinándote el perfil.

Eso ya es inaceptable: el espacio personal se ha ensanchado. Antes arrimarse mucho a alguien era irritante, molesto, maleducado. Hoy tocar a un desconocido es como apretar el botón nuclear. 

En casi todo el mundo han llamado a ese trecho salvavidas distancia social. Aunque a muchos no les gusta la expresión. Dicen que parece incitar a evitar las relaciones personales y ahora, más que nunca, las personas deben ayudarse y formar comunidad. El psicólogo de la Universidad de Stanford Jamil Zaki propone socialización distante (aunque… hum… mal arreglo tiene eso, porque el buen hombre no ha escogido una palabra muy cercana. Ha ido a por un clásico del reproche: «Estás frío y distante»).

Dicen que el error radica en que con la expresión distancia social lo que en realidad buscan es distancia física. Que corra el aire. Que nadie contagie a nadie. Por eso algunos proponen llamarlo distancia sanitaria.

Porque las palabras construyen escenarios. Transmiten sensaciones. Ponen de buen o de mal humor. Alegran o agrían la vida. La primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Arden, nunca usa palabras bélicas ni carcelarias ni terroríficas. Ella habla de burbujas: una voz amable que evoca protección y cuidado más que encierro y confinamiento.

«Nos interesa mucho que te quedes en casa, dentro de lo que llamamos tu burbuja, la burbuja de las personas con las que estarás durante las próximas cuatro semanas», dijo Arden en un directo en Facebook.

Aunque, ojo, esta retórica de unicornios no titubea en el mando. Ella misma anunció que la restricción de movimiento en Nueva Zelanda era una de las más estrictas del mundo. Y funcionó. Cuarentena dura en palabras de seda.

Por Mar Abad

Periodista. ✎ Cofundadora de la revista Yorokobu y de la empresa de contenidos Brands and Roses (ahí hasta julio de 2020).

Libros.  Autora de Antiguas pero modernas (Libros del K.O., 2019). «No es una serie de biografías de mujeres; es una visión más vívida, más locuaz y más bastarda de la historia de España». Lo comentamos en El Milenarismo.

Autora de El folletín ilustrado junto a Buba Viedma. Lo presentan en Mundo Babel (Radio3) y en Las piernas no son del cuerpo, con Juan Luis Cano (Onda Melodía).

Autora de De estraperlo a #postureo (editorial Larousse, 2017). Un libro sobre palabras que definen a cada generación y una mirada a la historia reciente desde el lenguaje. Hablamos de él en Hoy empieza todo (Radio3), XTRA!, La aventura del Saber (La2).

Autora junto a Mario Tascón del libro Twittergrafíael arte de la nueva escritura (Catarata, 2011).

Laureles. ♧ Premio Don Quijote de Periodismo 2020. Premio Nacional de Periodismo Miguel Delibes 2019, Premio Internacional de Periodismo Colombine 2018, Premio de Periodismo Accenture 2017, en la categoría de innovación.

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