Cada año, Pirelli se permite un lujo que pocas marcas pueden hacer: producir un objeto de deseo que no está a la venta. El calendario Pirelli, The Cal™, no se compra, se recibe. Y ese detalle, junto a una cuidada selección de artistas, modelos y conceptos lo ha convertido en la campaña publicitaria más longeva, exclusiva y comentada del mundo de la moda y la cultura visual.
La edición 2026, que firma el fotógrafo y cineasta noruego Sølve Sundbø, ya ha completado sus sesiones entre Londres y Nueva York. Su elenco 100% femenino reúne a iconos de la pasarela como Eva Herzigová, Irina Shayk y Du Juan; leyendas del cine como Isabella Rossellini o Tilda Swinton; creadoras y figuras híbridas como Susie Cave o la cantante FKA Twigs; y nombres inesperados como la ex número 1 del tenis, Venus Williams. Sundbø, capaz de moverse con igual comodidad entre el escaneo 3D y el retoque pintado a mano, promete una edición cargada de «misterio, imaginación, pasiones y deseos de emancipación».
El calendario Pirelli nació en 1964 como un gesto de marketing inteligente. Su intención fue ofrecer algo que ningún otro fabricante de neumáticos tenía y que, a simple vista, no parecía tener nada que ver con neumáticos. De hecho, lo que vendía era otra cosa: estilo de vida, deseo y un vínculo cultural con el mundo del arte y la moda.
En más de medio siglo, ha pasado de ser un escaparate de supermodelos en playas exóticas a un espejo de su tiempo. Hubo años en los que rompió moldes. En 1987, Terence Donovan fotografió a un elenco íntegramente formado por mujeres negras, incluida Naomi Campbell con solo 16 años, un gesto inusual para la moda de la época. En 2002, Peter Lindbergh y Patrick Demarchelier firmaron un trabajo conjunto, algo inédito en la historia de The Cal™. En 2016, Annie Leibovitz prescindió del desnudo y reunió a mujeres influyentes vestidas y sin retoques excesivos: Yoko Ono, Serena Williams, Patti Smith. Y en 2018, Tim Walker reinterpretó el cuento de Alicia en el país de las maravillas con un elenco completamente negro, desafiando estereotipos visuales.
Cada edición es una cápsula cultural y, a la vez, un objeto de coleccionista. No se imprime en masa. Las tiradas son limitadas y sus destinatarios, selectos. Políticos, artistas, empresarios y coleccionistas lo reciben como un tesoro que no se encuentra en tiendas. Hay quien conserva las cajas originales sin abrir, consciente de que su valor, más sentimental que monetario, crece con el tiempo.
Su poder como herramienta de comunicación reside en su ausencia de urgencia comercial. No hay un «Compra ahora», ni un enlace de venta ni un código de descuento. Lo que hay es una narrativa visual que, año tras año, acapara titulares, alimenta debates y eleva la marca más allá de los neumáticos.
El de 2026 llegará en el último trimestre del año, en una ciudad aún por desvelar. Hasta entonces, Pirelli va soltando migas. Un par de frases de Sundbø, una lista de nombres irresistibles y la promesa de que, otra vez, el calendario más esperado del planeta no colgará en la pared de cualquiera. Porque su verdadero secreto es que no importa cuántas veces se haya hecho porque siempre logra que parezca la primera.