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Candle: el videojuego artesanal y preciosista 'Made in Teruel'

Miguel Vallés acababa de aterrizar en la sociedad y José Antonio Gutiérrez era todavía un «mísero gnomo», según cuenta él mismo. Se conocieron «en una charla-coloquio sobre el consumo indiscriminado de magdalenas», recuerdan, cuando todavía eran estudiantes. Así fue como empezaron a planear la dominación del mundo desde Teruel. Tenían la misma edad y algo en común: los videojuegos.
También la necesidad de fusionar las técnicas tradicionales y digitales, hasta tal punto que José Antonio se enorgullece hoy de ser «capaz de crear un perro salchicha con Photoshop y un poco de barro». Fueron haciéndose amigos y socios. En este orden. Empezaron a desarrollar Candle, un videojuego hecho a mano. Ahora, con 25 años, tienen su propia empresa de videojuegos y, desde hace tres años, una obra de arte entre manos que pronto verá la luz. O eso esperan.
Puede parecer que Candle bebe del preciosismo de Child of light o Nihilumbra, pero los chicos de Teku Studios ya habían empezado a desarrollar un videojuego al estilo de la animación tradicional.  «Candle llevaba un año y medio de desarrollo cuando apareció Child of Light. Fue una feliz coincidencia. De todos modos, el título de Ubisoft simula el efecto de acuarela con técnicas digitales, en nuestro caso todo está hecho verdaderamente a mano en un proceso mucho más lento y laborioso», indica a Yorokobu José Antonio Gutiérrez, responsable de arte y diseño de Teku Studios.

Tan lento y tan laborioso está siendo que el lanzamiento de Candle lleva varios años retrasándose. Sus creadores calculan que pueda aparecer entre diciembre y enero, aunque, según dicen, «ni nosotros mismos tenemos aún una fecha fijada». Las cosas, con mimo, funcionan despacio. «La razón de ser de los retrasos ha sido el propio proceso. Ha sido muy difícil planificar los tiempos requeridos para pintar las miles de acuarelas del juego, y ello ha hecho que necesitásemos retrasar Candle en varias ocasiones».
José Antonio es licenciado en Bellas Artes y fue él quien quiso llevarse el videojuego a su terreno. Quería que Candle incorporase técnicas artísticas de las de toda la vida y evitar recurrir al ordenador para hacer todo el videojuego. «A partir de ahí surgieron las acuarelas y el proceso de animación artesanal fotograma a fotograma. Fue bastante complejo porque no existía un proceso estándar a la hora de producir e integrar gráficos así en un juego, pero con el paso del tiempo fuimos dando con nuestro propio sistema y al final el resultado es inmejorable», relata José Antonio.

Teku Studios nació en el Centro Europeo de Empresas e Innovación (CEEI) de Teruel y ganó el concurso IDEA. En 2013, buscaron financiación para terminar Candle a través de Kickstarter. Aspiraban a conseguir 40.000 dólares que les diesen el último empujón y les garantizasen un videojuego más elaborado, más mimado. Con la ayuda de más de mil quinientos mecenas lograron 52.000 dólares en un mes.
Gracias a Internet, trabajar desde Teruel no les ha supuesto ningún problema a la hora de encontrar financiación ni de dar el gran salto. En 2016, Candle será el segundo videojuego español disponible para Wii U. «El primero fue Nihilumbra, de las buenas mentes de BeautiFun Games, ¡el mérito de abrir camino es suyo!», cuentan los dos socios de Teku Studio a Yorokobu. «En Nintendo han sido muy abiertos con los indies. Los hay de todo tipo y condición, y no tuvimos ningún problema a la hora de ser aprobados como devs para su consola. Les mostramos el juego y les encantó la idea, nos aprobaron en seguida y nos facilitaron todo», explican.

Poco han contado de la historia que narra Candle. La tribu de Teku, protegido del chamán, sufre el ataque de una tribu enemiga. Cuando secuestran al chamán, el protagonista emprende un viaje para rescatarlo. A medida que avanza, irá descubriendo los secretos más ocultos de sus antepasados «¡Y hasta ahí podemos leer!», dicen desde Teruel.
«El proceso comienza con el diseño básico de los niveles. Luego se dibuja todo a gran tamaño en papel de acuarela, se pinta y, para terminar, se le añaden contornos y sombreados con tinta. El resultado final se escanea y en el ordenador se elimina el fondo sobrante de papel de acuarela, se convierte en textura y se incorpora al juego».
Los personajes, animados al estilo tradicional, se van dibujando fotograma a fotograma. «Una vez hecho esto, se calcan en papel de acuarela, todos juntos y en una tira de fotogramas para facilitar su pintado. Después, se procede al escaneo y limpiado habitual. Todos los gráficos se montan en capas 3D para conseguir un buen efecto de profundidad y el resultado es el que todos habéis visto», dicen los creadores de este videojuego preciosista.

¿Es el videojuego un arte? Incomprensiblemente, este debate existe todavía. Si Child of light no ha dejado sin argumentos a los detractores del arte del videojuego, seguramente Candle sí lo hará. Teku Studios está a punto de lanzar un videojuego artesanal, a base de acuarela y tinta con plumilla. En el estudio turolense trabajan seis artistas, dos programadores, dos técnicos de audio, un compositor y un técnico de efectos con partículas.
Candle llega en un momento en el que el videojuego independiente goza de gran reconocimiento gracias al empeño de sus desarrolladores por lograr una estética elaborada. «Incluso en el ámbito indie se está empezando ya a caer en la repetición de fórmulas exitosas y en la falta de ideas, si bien es cierto que hay muchos estudios que se esfuerzan por conseguir resultados únicos y con un contenido artístico por encima de la media», reconoce Miguel Vallés, responsable de programación.

En España, videojuegos como el mencionado Nihilumbra o Rime, inspirado por Sorolla, Dalí y su relación con el Mediterráneo, así como por las películas de animación de Hayao Miyazaki, parecen estar convirtiendo al videojuego más artístico en una tendencia. «En el ámbito de estudios pequeñitos e independientes se están haciendo cosas muy interesantes y poco a poco van surgiendo propuestas que habrían sido impensables hace unos años», asegura. Desde Teku Studios se muestran optimistas con lo que podría ser un boom de videojuegos cuya estética va más allá: «¡Esperemos que esa tendencia continúe!».

Por Virginia Mendoza

Periodista y antropóloga. Autora del libro 'Heridas del viento. Crónicas armenias con manchas de jugo de granada'. Empecé a escribir en los márgenes de los prospectos. Ahora en Yorokobu.

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