La capacidad de ocupación del espacio que ostenta el ser humano implica ciertas necesidades de habitabilidad. Aunque por defecto pensamos en soluciones que perduren en el tiempo, lo cierto es que no no siempre se llega a un lugar con la intención de quedarse definitivamente. ¿Por qué no optar por soluciones efímeras, por algo que no deja rastro tras un tiempo de uso? David Hassmund, un estudiante sueco de diseño industrial, deja muy claro que la necesidad puede salvarse con soluciones sencillas y factibles.
No se trata de la primera aparición de los clásicos contenedores maritímos en Yorokobu. Manuel Morón contaba hace unos meses cómo era capaz de colocar una casa barata, habitable y sostenible en cualquier terreno. Aquellas viviendas se colocaban en su espacio para toda la eternidad o, al menos, para la eternidad disponible hasta que el deterioro las hiciese inevitables. David Hassmund ha creado una solución que es hija de la misma fuente de inspiración que que tiene objetivos diferentes.
Cargo Hostels es el proyecto creado por el joven diseñador. Pretende crear hoteles cápsula que se fabriquen fácilmente, se coloquen de la misma manera y luego puedan ser transportados a otro lugar sin dejar rastro. La idea nación en un proyecto de clase. «Montamos una maqueta a escala 1:1 de un contenedor de transporte marítimo. Como llegué muy cansado a clase, pensé que sería un buen lugar para dormir», cuenta Hassmund. «Pensando en los hoteles cápsula, vi que era necesario instalar un sistema de ventilación, materiales aislantes y un sistema de reservas además otro para el pago de las estancias».
Hassmund reconoce que no sabe a cuánto podría ascender el coste de uno de estos hoteles móviles. Tiene claro que sería necesario pagar el cableado eléctrico, la climatización y aislamiento y la instalación del sistema de reservas además de los elementos estructurales necesarios para sostener las diferentes ‘celdas’. Lo que impulsó a Hassmund a optar por esta solución es que «la gente soluciona sus necesidades de maneras diferentes y en muchos casos de una forma más barata que la solución más normal».
En cuanto a los posibles usos que la idea pueda tener, Hassmund apunta a su empleo en festivales, alojamientos de bajo coste para mochileros, aeropuertos o campings. El diseñador cree que, además, se le puede dar un uso social a la idea. «Pasado un tiempo, cuando el alojamiento está amortizado, podría emplearse como cobijo para personas sin hogar.
Hassmund ha pensado también en qué hacer con los contenedores cuando han terminado su vida útil. «ya se están empleando como arrecifes artificiales. Esa sería una buena salida».
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