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Carles Gomila: «La belleza salvará al mundo»

Carles Gomila

«Nocturna e insobornable», así califica el pintor menorquín Carles Gomila su pintura. Gomila explora a través del arte un mundo que no siempre entiende. Y esta vez tocaba profundizar en la belleza, ese algo que aún mantiene a flote este mundo. Aunque para él es solo un síntoma. «La belleza indica que la condición humana goza de buena salud, es como las mejillas sonrosadas del espíritu».

La portada que ha creado para el monográfico sobre la belleza de Yorokobu está cargada de simbolismo y rompe, claramente, con la línea de otras creatividades. Papel viejo y algo arrugado, angelitos con arcos y flechas y un águila calva como enemiga a batir. ¿Qué ha querido plasmar con todo ello? ¿Qué es la belleza para este pintor menorquín?

Así nos lo ha contado.

¿Crees realmente que la belleza salvará al mundo?

Sí. Y es la belleza la que aun lo mantiene a flote. Siendo exactos, no es la belleza la que salvará al mundo porque ésta es solo un síntoma. La belleza indica que la condición humana goza de buena salud, es como las mejillas sonrosadas del espíritu.

¿Y qué provoca belleza? Afortunadamente yo no lo sé. Observemos en primer lugar qué provoca fealdad: lo insípidamente funcional, lo descabelladamente razonable, la ausencia de acento.

¿Podemos imaginar un mundo sin belleza donde todavía somos humanos?

¿De qué forma puede combatir los males que le acechan?

Nicolás Gómez Dávila da en el clavo encuadrando el conflicto:

«El primitivo transforma los objetos en sujetos, el moderno los sujetos en objetos. Podemos suponer que el primero se engaña, pero sabemos con certeza que el segundo se equivoca».

A su vez, Ernesto Sábato explica que el dominio del hombre sobre las cosas tenía buena pinta hasta que se dio cuenta de que, a cambio, tenía que transformarse él mismo en cosa. El arte nos lo recuerda una y otra vez: Charlie Chaplin perdiéndose entre los engranajes de una máquina ciclópea, Fausto chocando esos cinco con Mefistófeles.

Carles Gomila

Dice Sábato:

«Este es el hombre moderno. Conoce las fuerzas que gobiernan el mundo, las tiene a su servicio, es el dios de la tierra: es el diablo. Su lema es: todo puede hacerse. Sus armas son el oro y la inteligencia. Su procedimiento es el cálculo».

Si lo pensamos bien, casi nada de lo más importante del hombre es apto para la lógica: ni los sueños, ni el arte, ni las emociones, ni los  sentimientos, ni el amor, ni el odio, ni la esperanza, ni el honor, ni la angustia. Nada de esto es tecnificable y, sin embargo, nos obcecamos en analizar los sueños, interpretar el arte, gestionar las emociones, regular los sentimientos, planear el amor, censurar el odio, burlarnos de la esperanza, desmitificar el honor y medicar la angustia.

Se diría que en el fondo anhelamos ser máquinas… ¿Cuándo perdimos de vista que la vida no es un proyecto?, ¿hay remedio?

Quizá podemos combatir los males que nos acechan bajando los humos a la razón donde no le incumbe, refrenando la coacción a la vida bajo el imperativo de la optimización, el control, la productividad y el beneficio cuantificable. Todas palabras que suenan guay impresas en los libros de kiosco de aeropuerto hasta que nos provocan una profunda indigestión en el alma.

Explícame por qué has representado de esa forma el concepto del mundo salvado por la belleza (papel viejo de fondo, colores, tintas, angelotes, águila, lettering…)

La lucha

Están los putti, aquellos ángeles que revolotean como drones sobre las cabezas de los santos en los museos. Son mediadores divinos y representantes de la belleza, equipados con terrenales pies y divinas alas. Van desnudos porque el desnudo, como la muerte, es democrático.

Y está la gran águila calva, símbolo nacional de los Estados Unidos. Pero no es que yo quiera meterme con este país en particular, sino con su forma de vida en general, que es como la nuestra llevada al exceso. Ellos sufren como nadie ser la encarnación del hombre moderno que describe Sábato.

Los putti, pequeños pero rabiosos como unos mil leches, abaten entre vítores y rock & roll al Leviatán. No queda claro el desenlace, pero queda claro que hay buenas hostias y que torean bien, lo cual es esperanzador.

Con ello busco transmitir la épica de los hombrecillos luchando contra la gran ballena blanca, de los Ewoks manteniendo a raya al Imperio, agregando un toque festivo.

La composición, cosa de griegos

La composición simboliza una lucha entre la caída libre del águila calva y la elevación de los ángeles. La composición es tensa y dinámica al mismo tiempo, y se ha utilizado una espiral áurea.

Esto es complicado de explicar en pocas líneas. La espiral áurea se utiliza para expresar asimetría estructural en equilibrio formal. Cosa de griegos. Suena contradictorio, pero para expresar desequilibrio se requiere un diálogo con el equilibrio.

Carles Gomila

En el lenguaje visual la contradicción y el error son componentes que se utilizan para expresar la vida. Esta composición comunica la paradoja de que la lucha es dinámica, de que existe cierta concordia en la disputa: hay desequilibrio, sí, pero no colapsa, porque el desenlace es el propio conflicto. Tema muy friki, lo asumo.

El papel y el peso de las decisiones

Las decisiones que se toman sobre un objeto único tienden a ser inimitables, mientras que las decisiones que se toman sobre un objeto común tienden a ser rutinarias.

He elegido trabajar sobre un papel de finales del siglo XVIII —adquirido en un anticuario por una pasta— porque solo existe ese papel. Es irrepetible como una nariz.

La tinta es imborrable y solo tengo una oportunidad para acertar, sin botón de deshacer ni stock de papel antiguo en Amazon suspirando por un clic.

Solo me importan las decisiones en las que fallar tiene un precio. Riesgo, compromiso y rock & roll, muerte a la gran águila calva. Porque nada vale realmente la pena sin el hormigueo de la temeridad.

Lettering y color

Comunicar gravedad requiere acaso una partícula de ñoñez, de modo que introduje una nota de color con una connotación infantil, alterando la clave de lectura de la tragedia. Transformándola, por así decirlo, en una suerte de episodio de la prensa rosa del espíritu. Como dice Aki Kaurismäki, «nada es divertido si es solo divertido».

El águila está trabajada con lavados de tinta gris, pero su función es muy prosaica: no había otro modo de evidenciar que se trataba de una águila calva. Por otra parte, el gris dramatiza su gravedad, lo cual también acentúa la volatilidad de los putti.

El lettering utilizado es muy sencillo: letras dibujadas como si fueran nubes, preservando su legibilidad. Yorokobu, alégrense amigos, porque la belleza salvará al mundo. A hostias, eso sí, pero alégrense, porque está escrito en las nubes, que son los telegramas de la administración divina.

Háblame un poco de ti. ¿Cómo definirías tu pintura?

Mi vida no es muy llamativa, todo lo que hago es pintar, leer y acariciar a mi gata Judy Garland en una pequeña isla. Permanezco convenientemente incomunicado y desinformado y no recelo de la opinión de nadie; cuando su opinión sea una croqueta, se la pediré.

Mi obra no es otra cosa que un volcado de sueños e inquietudes. Y hablo de sueños de verdad, es decir, de lo que sueño por la noche después de leer algo que ha sido capaz de remover los muebles de la azotea.

No me importa vivir en un mundo que no entiendo y todo lo que hago es explorarlo a través del arte, planteándome nuevas preguntas. Tampoco me importan, en el fondo, las respuestas, ya que el arte vive de sus problemas y muere de sus soluciones.

Si temo pintar algo, lo pinto; el miedo me indica lo que debo hacer. Si aparece en Google, no lo pinto; el buscador me muestra lo que no debo hacer.

[pullquote]«Un briefing en el estudio de un pintor es como una Marie Kondo rompiendo la magia en un piso de estudiantes»[/pullquote]

Si aceptamos que todo estilo buscado es solo una pose, el estilo de mi pintura es mi persona. ¿Una definición? Bueno, anota esto: mi pintura es nocturna e insobornable.

Me interesa saber cómo afronta un pintor un trabajo que lleva consigo un briefing con unas pautas marcadas por la marca, en este caso Yorokobu. Me refiero a formato, nombre, etc., no tanto a creatividad que por supuesto es la que el autor quiere.

Un briefing en el estudio de un pintor es como una Marie Kondo rompiendo la magia en un piso de estudiantes. Briefing significa instrucciones, y estas existen porque las marcas no admiten la imprevisibilidad. Acogerlo o no depende de si se parece más a un desafío que a una biopsia.

Yo pienso que las mejores posibilidades no provienen de la planificación, por dos razones: la primera, porque la naturaleza de la oportunidad no permite su programación; la segunda, porque los planes son un género de ficción.

La diferencia que hay entre confiar en el criterio del artista y confiar en el criterio del briefing es la misma que hay entre fuerza y exhibición. Se puede producir algo interesante y espectacular, pero no genial, a partir de unas instrucciones.

Una ilustración compleja se atocina al ser planificada, pero es sólida como una roca cuando es fiel a su propio camino. Imprevisible, cierto; pero sólida. Llámame loco, pero unas instrucciones que excluyen lo impensable también eliminan la posibilidad de lo extraordinario, que es lo memorable y lo que tiene un acento único.

Dicho esto, comprendo perfectamente que se trabaje con instrucciones, pero es necesario que los pavores de los dramaturgos de las checklists no frenen la inercia del motor creativo. En síntesis, para que un pintor pueda darlo todo, todo, todo, el briefing ideal debería ser…

  1. Desafiante.
  2. No descriptivo.
  3. Abierto a considerar lo impensable.

Algo me dice que podemos estar de acuerdo en esto.

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