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¿Tiene sentido la fotografía documental hoy en día?

Qué mejor manera de explicar cuanto nos rodea que a través de una foto? Quizá sea esa la razón que nos lleva incesantemente a retratar con nuestros móviles todo lo que tenemos alrededor, hasta el punto de que el fotoperiodismo como lo entendíamos hasta ahora está cambiando y dando paso a que cada ciudadano sea un potencial informador gráfico.
Ese afán por documentar lo que ocurre a nuestro alrededor no es nuevo. Está presente desde los orígenes de la fotografía. Su intención informativa irá evolucionando en función de los avances y progresos de los medios de comunicación. Con el paso de los años, arte y fotoperiodismo se han mezclado a menudo y han ido renovando mutuamente su lenguaje. La relación entre medios de comunicación y arte contemporáneo ha asumido una dimensión más compleja, incierta y autorreflexiva.
Cabe preguntarse por el papel que desempeñan ahora los fotoperiodistas y si tiene sentido su trabajo hoy en día, cuando los informativos y diarios de todo el mundo ilustran sus noticias con las fotos y vídeos que los ciudadanos les envían a diario.
Según Rob Hornstra, «hoy en día cualquiera puede informar de una noticia, así que los fotoperiodistas ya no son tan necesarios en ese sentido. Pero los autores o la gente que se centra en por qué pasan las cosas en el mundo son extremadamente necesarios», afirma en una entrevista realizada en el CFD Barcelona con motivo de la exposición The Sochi Project, dentro del ciclo Focus On. «Los medios tradicionales acuden a creadores no tradicionales para conseguir historias para periódicos y revistas. Ahora somos nosotros los que decidimos las historias y ellos las publican, en vez de enviar a un periodista a cubrir la noticia que quieren».

La imagen, por tanto, sigue siendo válida para interrogar y aprender la realidad, aunque ha variado mucho cómo entendemos esa capacidad. Al hablar del género documental no es tan importante el estilo sino la intención que muestra, que no es otra que investigar la realidad a través de la imagen e investigar la imagen por ella misma como objeto de contemporaneidad.
En función de esto, ¿tiene sentido estudiar hoy fotografía? Para el fotógrafo Simon Norfolk, sí. En su opinión, es importante buscar nuevos formatos y aprender nuevos lenguajes. «Necesitamos ver y experimentar con esos nuevos métodos y tener a alguien que nos introduzca en ellos».

Ese papel es el que quiere interpretar el CFD Barcelona, una escuela de fotografía gestionada por una asociación de cinco mujeres que trabajan de manera cooperativa con una estructura horizontal y colaborativa. Abierta a las nuevas corrientes, además de cursos, organizan también proyectos, exposiciones y ciclos como Focus On, que va ya por su tercera edición, MemoryBytes o Fotografía participativa, para destacar su papel social.
En su oferta educativa pueden encontrarse cursos básicos para los que se inician en la fotografía, con un carácter más genérico, y cursos superiores para los más experimentados. Entre ellos, son novedad este año los cursos Documental 3.0. Fotografía expandida y documental interactivo y Seguimiento de proyectos. La formación que ofrecen en el campo de la fotografía documental se complementa con workshops, un espacio de coworking (un vivero de empresas culturales dedicadas a la producción audiovisual, a la impresión y posproducción digital, a la programación y al diseño de páginas web), el Espai CFD (programa de exposiciones para promocionar el trabajo de fotógrafos locales e internacionales) y sus innovadoras Píldoras, sesiones intensivas de 4 horas para completar la formación.
El fotoperiodismo y la fotografía documental están cambiando su lenguaje y su modo de hacer. Investigar sus nuevas posibilidades para seguir contando la compleja realidad que nos rodea es el reto que nos propone CFD Barcelona.
 
 

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