El nacimiento de Chavo Escrotito hay que situarlo, como tantos otros, en la pandemia. Chavo Saraintaris, guionista y humorista gráfico argentino y la persona que está detrás de ese nombre artístico, empezó a subir sus dibujos a Instagram un poco por matar el tiempo y para dar rienda suelta a su humor que juega con el absurdo.
«Siempre quise hacer cine, pero al no poder filmar mis ideas, me pareció más fácil llevarlas al papel y desarrollarlas ahí», explica. «Al principio, los dibujos eran pésimos. Ahora no es que sean increíbles, pero mejoraron bastante. Por lo menos los cuerpos se entienden».
Cada mañana, Saraintaris dibuja, al menos, cinco chistes. «De esos cinco, uno me tiene que gustar mucho, otro un poco menos, y los otros tres puede que poco y nada». Hecha la elección, sube el primero, guarda el segundo y «los otros tres se mejoran».
La inspiración, afirma, le viene de todo lo que ve y escucha. «También me surgen muchos chistes y situaciones cuando leo. Me gusta mucho leer, novelas de ficción más que nada: policiales, de terror, suspenso. También me gustan las biografías. Y los cómics, claro. El cine es muy importante también para mí. Will Ferrell es la persona más graciosa que pisó esta tierra».
El tipo de humor que le gusta a este guionista y humorista gráfico viene ya expresado en su propio nombre. «Me da gracia la palabra escroto, porque es lo más absurdo que existe», explica. «Tengo un chiste que es dios diseñando el cuerpo del hombre, hay varios papeles a su alrededor, un tacho de basura lleno de ideas descartadas y él, preocupado y tomándose la cabeza, diciendo “vamos, vos podés. ¿Dónde pongo los testículos? Tiene que ser sutil, pasar desapercibido…”».
Aunque lo cierto es que, como él mismo dice, le gusta todo tipo de humor «siempre que el chiste sea bueno, o lo que uno considera gracioso. Un chiste de pedos puede ser una genialidad absoluta, mientras que un chiste sobre bioquímica puede ser un embole bárbaro». Y todo, absolutamente todo, es susceptible de convertirse en chiste, en su humor no hay tabúes. «Si lo pienso y me rio, lo hago. Si el tema es muy sensible, el chiste tiene que ser muy bueno. El límite del humor es el humor. Si hay, se hace. Si no, no se hace».