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Creatividad

Chica Banquete, convertirse en festín para aprender a quererse a sí misma

Todo en el imaginario de Corina Bistritsky gira en torno a la comida y a la gastronomía en general. Desde su nombre artístico en Instagram, Chica Banquete, hasta sus trabajos, donde las tartas, las hamburguesas, los batidos y otras delicias son casi protagonistas.

«Me cuesta tener un cuerpo humano, a veces me duele y sufro. Entonces, pensé como escapatoria, como punto de fuga, tener un cuerpo banquete, un cuerpo de mesa con todas las comidas que me gustan, pero no a modo de fiesta grupal, sino todo lo contrario, un festejo individual al que solamente yo estoy invitada, para festejarme, para disfrutarme y quererme», explica esta artista argentina afincada en México.

«El mundo gastronómico me interesa muchísimo. Empecé a incluir la comida en mi obra porque para mí comer, beber y cocinar es la mejor forma de festejar. De esto va a tratar mi próxima exposición en Guadalajara (México), con la que estamos trabajando con Banda Municipal, la galería que me representa; de pensar qué es tener un cuerpo y una mente siendo mujer, que, en mi caso y en el de la mayoría, implica sufrimiento y hastío, así como opresión».

La obra de Chica Banquete no deja indiferente al espectador ya desde el primer golpe de vista. Su trazo, infantil, quizá ingenuo y naif, va acompañado de un mensaje impactante, contundente, agrio. El contraste entre la luz de la imagen, gracias también a una luminosa paleta de colores intensos, y el texto, que refleja la oscuridad que lleva dentro, es totalmente buscado.

«Por momentos puedo ser muy luminosa y optimista, y quizá eso se ve en mi obra por los colores, pero después, por algún lado explota el lado oscuro que me persigue día a día: todo el tiempo estoy cuestionando la vida, cómo vivimos, esa exigencia de ser exitosa, ser productiva, ser eficaz y, encima, ser feliz. A veces es mucho, y siento que haga lo que haga, nada es suficiente nunca, porque el sistema nunca va a dejarnos estar tranquilas y relajadas con lo que somos».

Bistritsky estudió Psicología, quizá por eso la salud mental está muy presente en sus trabajos. Para ella se trata de una temática profunda, densa y tabú. «Nadie nos permite decir “Hoy estoy fatal”; me siento triste, me siento mal, tengo pánico de la vida, tengo miedo a morirme. Yo intento, a través de mi obra, ponerle voz a eso. Algunas personas me han criticado que solo muestro cosas tristes con mis trabajos, y para mí eso es una virtud, porque para estar bien y ser felices, ya existen otros espacios en la vida, en los que nos hacen sonreír por obligación. Y yo no pienso sonreír por obligación. Si estoy triste o panicosa, voy a decirlo todas las veces que crea necesario, hasta que me sienta relativamente mejor».

Junto a la comida, las otras grandes protagonistas de la obra de Chica Banquete son las mujeres, que funcionan como alter egos de la artista. Como le resulta muy difícil expresar sus emociones de viva voz, los cómics y la pintura son para la argentina ese lugar seguro en el que se siente «libre e impune» para decir «soy mujer, soy frágil, pero también soy fuerte y voy a llorar y después del llanto, me voy a reír».

«Me divierte ponerme en ese lugar también», aclara. «La gente que no me conoce se preocupa, cree que vivo mal, y obvio que son situaciones exageradas, no es que yo me la paso llorando en la cama todos los días, aunque a veces sí», bromea. «Ser una persona, una mujer en este mundo, me resulta incómodo, y eso que soy una mujer llena de privilegios. Incluso por eso siento muchas contradicciones por minuto; entonces intento llevar eso a mi obra».

Corina Bistritsky, Chica Banquete, empezó a trabajar en formato digital, pero después pasó al analógico, con témperas, acrílicos y en distintos soportes. «Yo soy escritora —este año publicará su primera novela en Argentina—. Me pasa que a la hora de escribir soy extremadamente neurótica, es el encuentro entre mi cerebro y las palabras, y fin. En cambio, a la hora de producir, de pintar, se me anula la neurosis, porque es el encuentro de la mano con la materialidad, y hay algo de eso que me permite entregarme. Es como que la mano va sola en algún punto».

«Con mis dibujos digitales también me pasa algo de la índole de esa libertad, pero menos que con la pintura. No puedo escribir sin pintar ni puedo pintar sin escribir; en algún punto estoy haciendo ambas cosas siempre y al mismo tiempo. Incluso cuando no estoy pintando ni escribiendo, estoy pintando y escribiendo».

La vida cotidiana, lo que observa al mirar a la gente, las conversaciones que escucha… son su principal fuente de inspiración. También los niños, de los que dice admirar su libertad. «Creo que deberíamos hacer todos juntos un trabajo para recuperarla en la vida adulta y dejar de ser todos unos terribles reprimidos y oprimidos», afirma.

Su proceso de trabajo, según confiesa, es algo caótico, por lo general. Prefiere madrugar para trabajar y dejar la tarde para otras cosas que no le requieran tanta energía. «Soy superdiurna, y a partir de las cinco de la tarde ya quiero desconectarme y leer o mirar series o YouTube. Cuando tengo una entrega me superconcentro; y puedo trabajar 14 horas por día y no lo siento, pero si estoy más libre o sin presiones, soy dispersa y hago varias cosas a la vez, lo cual no me gusta, porque quizá no termino ninguna».

Esas contradicciones, esos contrastes, los refleja en su obra a través del color. «Creo que me gusta jugar con el contraste: mi obra es colorida, pero el trasfondo de mi trabajo no tanto. Me cuesta ponerle palabras a lo que hago porque soy una persona que duda bastante todo el tiempo. Siempre estoy preguntándome “¿esto que estoy pensando y haciendo está bien?”, pero creo importante dejar de dudar tanto y hacer. No importa que quede perfecto, no importa que sea LA obra, importa hacer, importa terminar».

«A partir de que empecé a darle importancia a eso, a hacer y no abandonar, me empecé a sentir mejor conmigo. La frustración es una hermana que tengo al lado todo el tiempo, mirándome, y creo importante aprender a vivir con ella, porque, si no, abandono todo lo que empiezo».

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