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Ciberacoso: el ruido que mata el silencio digital

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Internet iba a ser la plaza pública del siglo XXI. Acabó siendo también su patio de recreo… y su ring de boxeo. Los insultos no se oyen, pero duelen igual. Las risas se esconden tras un emoji. Y el silencio, ese que se instala cuando alguien borra una cuenta o apaga el móvil, se parece demasiado al miedo.

Hoy, jueves 6 de noviembre, Día Internacional contra la Violencia y el Acoso Escolar, incluido el Ciberacoso, la Unesco recuerda que lo que ocurre en las pantallas también hiere fuera de ellas. Y no solo a los adolescentes, también a los creadores, las marcas y cualquiera que intente usar las redes para algo más que entretener.

Entre 2018 y 2024, el ciberacoso en Europa no solo ha crecido, sino que ha mutado. Lo que antes eran insultos aislados se ha convertido en dinámicas organizadas, exclusión planificada, manipulación de imágenes y rumores que se viralizan antes de que nadie los cuestione. «Hemos pasado de insultos aislados a exclusión coordinada. Vemos manipulación de imágenes, rumores y lo que llamamos cybergossip o historias falsas que se propagan más rápido que la verdad», explica Ana María Giménez Gualdo, profesora de la Universidad de Málaga.

Según la OMS, uno de cada seis adolescentes europeos ha sufrido ciberacoso. Y las líneas de ayuda de la red Insafe, que cubren 28 países, aseguran que el 13% de sus consultas están relacionadas con esta forma de violencia.

En España, la Asociación para la Prevención del Acoso Escolar (AEPAE) alerta de que el acoso se ha desplazado a lugares menos visibles, como chats privados, grupos de WhatsApp, servidores de Discord o mensajes que desaparecen en Telegram. Espacios sin adultos, pero con consecuencias reales.

Influencers

Si las redes son el nuevo patio, los influencers son los que están en el centro del círculo. Kolsquare, plataforma influencer marketing, ha detectado que ocho de cada diez creadores ha sufrido algún tipo de acoso digital. No hablamos de un comentario feo, sino de campañas de odio, amenazas y burlas masivas. «El ciberacoso no es solo un problema individual, es un fenómeno que afecta a todo el ecosistema digital», apunta Ana Moyano, marketing strategist de Kolsquare, que añade que «las marcas, las plataformas y los usuarios deben asumir su parte de responsabilidad».

El odio no reparte por igual. Afecta con más intensidad a mujeres, personas racializadas y miembros del colectivo LGTBIQ+. Y tiene efectos que no se miden en likes perdidos, como ansiedad, autocensura o agotamiento. Muchos creadores acaban retirándose. Otros, directamente, callan. Y cuando el miedo se instala, el debate se empobrece. Las marcas evitan los perfiles que incomodan, las redes premian la neutralidad estética y el algoritmo convierte la empatía en un contenido de bajo rendimiento. «No podemos permitir que el odio silencie a quienes quieren construir un mundo mejor», dice Moyano.

Educar vs. legislar

Francia, Alemania, España o Italia han aprobado leyes para combatir el ciberacoso. Y la Ley de Servicios Digitales de la Unión Europea impone nuevas obligaciones a las plataformas. Pero el problema va más rápido que la política. «El desafío es cultural, no solo legal, y si no cambiamos la forma de educar, la ley siempre irá por detrás», afirma Ivano Zoppi, secretario general de la Fondazione Carolina (Italia).

Porque el problema empieza antes de los tribunales. Comienza en los colegios, en las casas, en los móviles que se entregan como regalos sin manual de empatía. «Las familias suelen oscilar entre la prohibición total y la permisividad total. Necesitamos un punto intermedio y educar para un uso consciente», recalca Zoppi. Y Giménez Gualdo añade que «los profesores deben estar presentes en el ámbito digital no para vigilar, sino para conectar».

Scroll con respeto

Kolsquare insiste en algo que parece obvio y, sin embargo, se olvida: la empatía también se puede viralizar. El respeto digital no es una norma escrita, es una práctica colectiva. Si los algoritmos premian lo que emociona, quizá sea momento de hacer que emocione el respeto. «El ciberacoso escolar es una emergencia silenciosa —dice Moyano—. Las plataformas deben asumir su responsabilidad y los adultos debemos acompañar a los menores en su vida digital».

El 6 de noviembre, Día Internacional contra el Ciberacoso, es más que una fecha en el calendario. Es un recordatorio de que el respeto digital no se legisla. Se aprende, se enseña y se contagia.

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