A continuación, algunos ejemplos de secuestros y extorsiones estrambóticos, y los rescates que se debieron pagar para liberar personas secuestradas o evitar determinadas amenazas. En ocasiones extremadamente onerosos; en otras, ridículos.
Onerosos como el ocurrido en Italia en el año 408, cuando el rey visigodo Alarico I sitió Roma hasta que la ciudad pagó 2.267 kg de oro, 13.607 kg de plata, 4.000 túnicas de seda, 3.000 pieles teñidas de color escarlata y 900 kg de pimienta. Otros, sin embargo, supusieron una suma insignificante, como el caso de Paul Franco, en Estados Unidos, allá por el año 2010, cuando este hackeó la contraseña de su exnovia en Facebook. Tras modificar toda su información, convirtiéndola en vergonzante, la envió como spam a amigos y miembros de su familia, solicitando 305 euros por liberar la cuenta.
1. Patty Hearst
La nieta de William Randolph Hearst, Patricia Hearst, conocida popularmente como Patty Hearst, nació en San Francisco en 1954, pero no se hizo mundialmente conocida hasta que el 4 de febrero de 1975 fue secuestrada en su apartamento de California por un pequeño grupo terrorista de izquierdas denominado Ejército Simbionés de Liberación (Symbionese Liberation Army o SLA).
El acaudalado Randolph Hearst (en quien se inspiró Orson Welles para crear el protagonista de Ciudadano Kane), tuvo que donar millones de dólares en alimentos para los pobres. Una simple propina para un hombre poderoso como él, que en el punto culmen de su carrera llegó a tener el control de 28 periódicos, 18 revistas, diversas cadenas de radio y una productora de cine. Hearst también fue el inventor del sensacionalismo o prensa amarilla. En sus publicaciones podemos leer por primera vez titulares provocadores, exentos de neutralidad y objetividad periodísticas. «Tú pon las fotos que yo me encargo de poner la guerra», manifestó en una ocasión a un corresponsal que cubría la Guerra de Cuba de 1898.
Por ello no deja de ser irónico que el secuestro de su hija se convirtiera también en alimento para la prensa amarilla, en un culebrón tan extraño que merecería una adaptación cinematográfica con aires de El club de la lucha y un toque a lo Ciudadano Kane.
Hearst acató la extorsión del Ejército Simbionés y, efectivamente, entregó 70 dólares en comida a cada californiano pobre, un menú compuesto por pavo, dos cajas de zumo de tomate y dos latas de carne, entre otras cosas. Pero, aun así, el 5 de abril de 1974 el Ejército Simbionés acabó remitiendo a la prensa una fotografía de Patty en la que aparecía uniformada y armada, anunciando que había decidido unirse al excéntrico grupo terrorista. La fotografía correspondía al atraco de una de las sucursales del banco Hibernia, en San Francisco, banco propiedad de la mejor amiga de Patty. En esa fotografía, Patty enarbolaba un fusil AK-47.
Podía especularse con el síndrome de Estocolmo, o quizá con los efectos del amor platónico que Patty sentía hacia el carismático líder simbionés. Pero nadie en realidad supo lo que condujo a Patricia Hearst a convertirse de la noche a la mañana en Tania (sobrenombre que adoptó en honor a una camarada que luchó al lado del Che, en Bolivia), enunciando consignas del tipo «Patria o muerte. Venceremos», o enviando mensajes a radios y periódicos registrados en un magnetofón.
Mamá, papá, decid a los oprimidos de este país lo que está a punto de hacer el estado corporativo, avisad a los negros y a los pobres de que están a punto de asesinarles hasta el último hombre, mujer y niño. Explicad a la gente que la crisis energética es solo un medio para que la opinión pública apruebe un programa de construcción masiva de centrales nucleares. Decid a la gente que el Estado, con la ayuda de este suministro eléctrico gigantesco, pretende automatizar toda la industria, hasta el punto de que en cinco años solo hará falta una reducida clase de gente que apriete los botones. Padre, explica a la gente que la eliminación de excedentes, la eliminación de gente innecesaria, ya ha comenzado.
Finalmente, en septiembre de 1975, Patty fue arrestada en el apartamento de otro de los militantes del SLA. Durante el juicio se alegó que le habían practicado algún tipo de lavado de cerebro y que también había sufrido un caso extremo de síndrome de Estocolmo: al parecer fue vejada sexualmente, encerrada en una habitación o aleccionada duramente sobre los preceptos del marxismo. Pero el juez la condenó a siete años de cárcel.
2. 134 millones de dólares
Uno de los mayores rescates registrados hasta el momento fue el que pagó un magnate de Hong Kong Li Ka-Shing, El Honorable, para liberar a su hijo, Victor Li Tzar-kuoi, del secuestro del gángster Cheung Chi Keung, El Derrochador. Cheung mantuvo como rehén a Li en su propia casa por tres días hasta que se pagó el rescate. Era 1996.
El pago ascendió a la cifra de 134 millones de dólares. Se llegó a considerar que este rescate merecería una entrada en el Libro Guinness de los Récords.
Una de las frases de Cheung para justificar sus tropelías fue: «No tengo paciencia para trabajar para ganarme la vida. En este mundo, el dinero es lo más importante». Y era inevitable que se fijara en Li Ka-Shing a fin de enriquecerse fácilmente: según el Índice Bloomberg de Multimillonarios, en 2014 se consideró la persona más rica de Asia, con un patrimonio neto de casi 32.000 millones de dólares. Esta idea hasta cierto punto lógica bajo su punto de vista, finalmente, condujo a Cheung a ser capturado y ejecutado en China en el año 2000.
Muchos fueron los que se alegraron del rescate de Li y la condena de Cheung, pues el apelativo de El Honorable de Li Ka-Shing no es casual: debido a la muerte de su padre, se vio obligado a abandonar la escuela a los 15 años, empleándose en una empresa de comercio de plásticos donde trabajó 16 horas al día. En 1950 fue capaz de iniciar su propia empresa. Además, su vida se caracterizó por su filantropía: viste sencillo, lleva un reloj barato de la marca Seiko y ha donado más de mil millones de dólares a diversas causas.
3. El calendario de Miss Venezuela
Miss Venezuela 1997 y finalista en el concurso Miss Universo 1998, Veruska Ramírez, fue retenida en su vehículo por una banda de secuestradores. Era el 12 de diciembre de 2003.
Al parecer, Ramírez regresaba en coche de visitar a su madre en Valencia, a 110 kilómetros de Caracas. Al detenerse frente a un semáforo con el disco en rojo, aparecieron los tres secuestradores apuntándole con un arma de fuego. Los secuestradores se subieron la camioneta Grand Cherokee blanca de Ramírez, a la que obligaron a seguir conduciendo durante tres horas. Durante ese tiempo, los secuestradores le sustrajeron dos teléfonos móviles, tarjetas de crédito, varios vestidos exclusivos, 300.000 bolívares y una cantidad indeterminada de euros y dólares.
Sin embargo, cuando los secuestradores advirtieron en la guantera calendarios con su foto desnuda, le pidieron que los autografiara y la liberaron. Finalmente, su libertad sin mayor menoscabo le costó quince autógrafos estampados sobre fotografías donde posaba ligera de ropa para la revista Interviu.
La razón de que Ramírez llevara tanto dinero en efectivo no es baladí. Justo al día siguiente tenía un vuelo para Madrid, España, para firmar un contrato con Antena 3 Televisión a fin de participar en el programa La selva de los famosos.
4. Un poco de té
David Cox, del condado de Union, en Tennessee, era un gran consumidor de metanfetamina. Y de té, a juzgar por su extraña petición: tras matar a su esposa y retener a sus hijos como rehenes durante veinte horas, Cox solo pidió una cosa al negociador de rehenes: un litro de té con dos tazas con azúcar.
El suceso ocurrió un viernes noche de mayo de 2010, cuando Cox irrumpió en casa de su exesposa, Kim Kirk Cox, para asesinarla de dos disparos, tras haber sido liberado de la cárcel del condado de Pontotoc. Tomó entonces como rehenes a sus hijos de trece y siete años. Las negociaciones con la policía que rodeaba la vivienda duraron horas porque Cox parecía estar bajo la influencia de las drogas (de hecho, los agentes habían descubierto un laboratorio de metanfetamina cristalina en su camioneta, al estilo Breaking Bad). Solo así se explica que Cox reclamara únicamente el té.
Finalmente, agentes del SWAT irrumpieron en la casa la noche del sábado, arrestando a Cox y salvando la vida a sus hijos.
5. Cambiar la programación
Esta historia recuerda al encolerizado monólogo que pronunciaba Arthur Jensen en Network (1976), una película dirigida por Sidney Lumet que ponía en solfa la televisión y el capitalismo, a la vez que invitaba a todos los televidentes a apagar su aparato de televisión y salir por la ventana a vociferar cuán hartos estaban del mundo.
Al mismo estilo, James Lee era un ecologista extremista que quería cambiar el mundo gracias al poder de la televisión. De modo que tomó una serie de rehenes en la sede de Discovery Channel y amenazó con agredirles si no cambiaban la programación para combatir la sobrepoblación (describía a los seres humanos como «las más destructivas, sucias, y contaminantes criaturas del planeta»). Malthusiano de pro, incluso escribió un encendido manifiesto que incluía ideas para nuevos programas que fomentaran el control de la natalidad a través de la esterilización.
Al parecer, lo que más molestaba a Lee es que Discovery Channel emitiera programas como Jon & Kate Plus 8, un reality show sobre una pareja con sextillizos y gemelos, y 19 Kids and Counting, sobre una familia de nueve niños y diez niñas, todos nacidos de los mismos padres.
Un francotirador abatió a Lee, eliminando un poco el problema de la superpoblación, y Discovery Channel pudo seguir emitiendo su programación habitual.
Fuentes:
El secuestro en Latinoamérica, de Marc Llorens y Marina Moreno
Intimate Violence
James Lee Discovery Channel
Yahoo
The Standard
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