La Ciudad Universitaria que se financió con lotería

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Si has estudiado en la Universidad Complutense de Madrid o conoces a alguien que lo haya hecho, seguramente te referirás a ella como «la Complu». Y probablemente desconozcas que su construcción se financió en gran parte por medio de un pionero sistema de loterías.

Hay que remontarse a hace exactamente nueve décadas, cuando Alfonso XIII tuvo la idea de realizar en unos terrenos cedidos por la Corona en el siglo XVIII (terrenos a los que después se sumaron tierras particulares compradas o permutadas) una moderna Ciudad Universitaria que estaría en la línea de las mejores que había en Europa en aquel momento. La Universidad de Madrid, sin embargo, ya existía desde 1923.

Para llevar a cabo tan ambicioso proyecto, en 1927 creó una Junta para la Construcción de la Ciudad Universitaria de Madrid. Dicha junta estaba formada por la crème de la crème de la vida política y universitaria de la época y tenía autoridad jurídica y autonomía para hacer y deshacer «reduciendo al mínimo las trabas burocráticas».

Proyecto de Real Decreto-ley de creación de la Junta Constructora. 17 de mayo de 1927

Se reunían tres veces al mes. Decidieron el número y emplazamiento de los edificios, pabellones y jardines y se encargaron de obtener financiación para el proyecto, entre otras tareas. El proyecto inicial estaba a cargo del arquitecto López Otero, pero sufrió modificaciones e interrupciones debidas a tres cambios de régimen sucesivos, a la destrucción del campus durante la Guerra Civil y a su posterior reconstrucción.

Acta de la primera sesión de la Junta Constructora. 27 de mayo de 1927

La Ciudad Universitaria fue declarada Bien de Interés Cultural en 1999, con la categoría de conjunto histórico. En el campus, en la actualidad, conviven tres universidades: la Complutense, la Politécnica y la UNED (Universidad Nacional de Educación a Distancia).

En palabras de Isabel Palomera, directora del Archivo General de la Universidad Complutense de Madrid, «la Ciudad Universitaria representó uno de los proyectos más modernos y modernizadores de la España del primer tercio del siglo XX».

En el primer acta de la Junta Constructora se desvela que otro de los objetivos era atraer el talento estudiantil de países iberoamericanos que, hasta ahora, elegían otros centros docentes europeos: «no se trata de crear un instrumento de cultura madrileña, ni siquiera de cultura nacional. Se trata de promover una verdadera renovación en la mentalidad de las nuevas juventudes españolas y un intercambio de ideas con las juventudes americana mediante la aclimatación en los nuevos hogares de la Universidad española de los jóvenes hispano americanos que hasta ahora vienen frecuentando los Centros de enseñanza de otras naciones de Europa», escribió el secretario de la Junta de su puño y letra en una de las actas.

Amor de madre

El rey Alfonso XIII tenía un gran interés personal por el proyecto. De hecho, declinó que le realizaran homenajes con motivo del 25 aniversario de su coronación «para que la creación de la Ciudad universitaria fuese la única conmemoración de tan feliz suceso», según puede leerse en el proyecto del Real Decreto-Ley de la Junta Constructora.

Recorte de prensa: «El rey en los terrenos de la Ciudad Universitaria»

En la primera acta de dicha junta también se incide en el «entusiasmo digno de toda loa» que manifestaba el monarca hacia el proyecto. Él no quería ser un presidente honorífico, sino uno efectivo. Y manifestó su deseo de que en las reuniones se dejara de lado el protocolo y todos expresaran su opinión y sus iniciativas «con absoluta espontaneidad y libertad».

Pero Alfonso XIII tenía otro motivo para amar con devoción ese proyecto. Era la debilidad que por él (y por otros proyectos culturales) había sentido su madre, la reina María Cristina. Con su fallecimiento en 1929, la construcción de la Ciudad Universitaria se convirtió para él en un «homenaje de amor filial», como él mismo lo definió.

Su madre le había transmitido desde niño que «debía darse el mayor impulso al perfeccionamiento de nuestros métodos de educación y al desarrollo de la cultura en todos los órdenes» si quería que su querida patria ocupara el puesto que le correspondía. Esas palabras las escribió el propio rey en su carta de agradecimiento a la Junta Constructora por el pésame transmitido. En ella, recalca que la reina «fomentó con entusiasmo» la fundación de centros docentes, clínicas, sanatorios y hospitales con los últimos adelantos científicos.

«Por eso con el mayor interés seguía mi inolvidable Madre todo lo relacionado con la Ciudad Universitaria, y queriendo demostrar su predilección por esta obra […], en recientes ocasiones dio de ello fehacientes pruebas su corazón magnánimo y generoso, dotando camas para el futuro Hospital Clínico y prestando siempre su entusiasta cooperación».

Perspectiva de conjunto de las Facultades de Medicina, Farmacia y Odontología

Los sorteos universitarios

La idea fue recibida con entusiasmo por la opinión general y, en concreto, por los estudiantes. No era para menos: se realizó un gran despliegue propagandístico con el objetivo de transmitir la magnitud del proyecto en marcha. «Toda la nación ha hecho suya la idea del rey», rezaban los folletos publicitarios.

Cartel de propaganda

En los folletos, se definía la zona como «el lugar más hermoso de las afueras de la gran ciudad». Además, advertían de una necesidad de renovación en línea con las últimas innovaciones: «La necesidad está creada, la Universidad no puede continuar donde ahora está», reza otra de las publicaciones.

En el proyecto del Real Decreto-Ley ya se menciona que, además de dotar a la Junta de unos recursos económicos iniciales para su cometido, «se arbitra además la implantación de un sorteo de premios en metálico entre los tenedores de billetes que acrediten los donativos hechos para esta obra, como estímulo que acreciente las particulares aportaciones».

Folleto de propaganda de la Ciudad Universitaria con el anuncio del sorteo de lotería. 17 de mayo de 1928

El primer sorteo tuvo lugar en mayo de 1928. Se vendieron 55.000 billetes «justificativos de las donaciones», cada uno de ellos por valor de 1.000 pesetas (divididos en diez fracciones), y se optaba a un primer premio de 5.000.000 pesetas. El conjunto de los premios sumaba en total 38.038.000 pesetas, por lo que se dejaba un margen de casi 17 millones para la construcción del campus. El primer número agraciado fue el 45.785.

Serie de billetes de lotería para la iniciación de las obras de Ciudad Universitaria. 17 de mayo de 1928

Los folletos también incluían un poco de chantaje emocional: «Nuestra Ciudad Universitaria queremos que sea vuestra también; pero por si el espíritu de raza os veda llamar vuestro a lo que no os significó sacrificio alguno, contribuid a nuestra obra», espetaban a los ciudadanos.

El sorteo se siguió celebrando cada mes de mayo. En 1931, el premio mayor había ascendido a 7.500.000 pesetas, aunque el número de billetes emitidos se mantenía. En el folleto correspondiente ya se daba cuenta de un plano de lo que sería la Ciudad, donde destacaba una zona de facultades, una zona médica, una zona de Bellas Artes, una zona de residencia de estudiantes, un jardín botánico y un estadio con capacidad para 60.000 espectadores, entre otras construcciones. La redacción destacaba lo mucho que se había avanzado en solo tres años, desde que el monarca tuvo su gran idea.

Folleto de propaganda de la Ciudad Universitaria con el anuncio del sorteo de lotería. 11 de mayo de 1931

Cómo anécdota, cabe señalar que en el billete de lotería de 1931 la cara de Alfonso XIII aparecía tapada con un sello republicano.

Cartel publicitario del sorteo extraordinario de la lotería nacional española a beneficio de la Ciudad Universitaria. 11 de mayo de 1931

El Campus que renació de sus cenizas

La Guerra Civil convirtió el Campus en una auténtica zona de trincheras. El bando franquista se situó en la escuela de Arquitectura y también controlaba los edificios del Clínico, la escuela de Agrónomos y el palacete de La Moncloa, entre otros. Los republicanos tenían su campamento base en la facultad de Filosofía y estaban también en las de Farmacia, Medicina y Odontología.

Facultad de Filosofía y Letras

Ya en la era del dictador, comenzaron las obras de reconstrucción. Algunos de los arquitectos se mantuvieron, aunque no se respetaron todos los edificios del diseño original. Y en 1943 se inauguró el campus reconstruido, unido con la zona de Moncloa a través de unos característicos tranvías blancos y azules.

A muchos de los que compraron lotería el pasado 3 de junio de 2017 quizá les pasara desapercibido el hecho de que en sus billetes había un discreto homenaje a los 90 años desde aquel sueño universitario que se financió con lotería.

Isabel Garzo

Isabel Garzo es periodista, escritora y asesora de comunicación. Es autora de las novelas, 'La habitación de Dafne' (Demipage, 2022), 'Los seres infrecuentes' (Editorial Pie de Página, 2016) y 'Las reglas del olvido' (Editorial LoQueNoExiste, 2013) y del libro de relatos 'Cuenta hasta diez' (Incógnita Editores, 2010). @IsabelGarzo

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