Imagina que te compras un nuevo congelador y como no tienes sitio en tu cocina decides ‘aparcarlo’ frente a tu portal. Ni se te pasaría por la cabeza, ¿verdad? Entonces, ¿por qué haces lo mismo cuando compras un coche y no tienes plaza de garaje?
La anécdota del congelador se ha convertido en uno de los recursos clásicos entre arquitectos y urbanistas a la hora de explicar el concepto calle garaje. Porque eso es en lo que se han convertido la mayoría de las calles, avenidas y plazas de nuestras ciudades.
Conseguir ciudades más ‘vivibles’ en las que no solo se piense en los conductores y en los peatones, sino también en las personas que, además de parar ir andando de un sitio a otro, utilizan la calle para más cosas (jugar, pasear, charlar…) es lo que buscan los nuevos movimientos que tratan de desautoxicar la ciudad.
El objetivo de estos es el de salonificar las ciudades. Convertirlas en lugares apacibles, pensados para la convivencia y el buenrollismo y acabar con las calles pasillo. Antón Prieto recoge algunos ejemplos de ciudades en pleno proceso de desautoxicación.