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Clint Eastwood, el último maestro del estilo invisible

Como director de cine, Clint Eastwood es uno de los últimos maestros del estilo invisible: un estilo que busca que el público no se percate de los planos ni de los movimientos de cámara ni de cómo los decorados, el atrezo y el color refuerzan el tono de la película o resaltan lo que sienten los personajes en una escena.

El estilo invisible busca que el público solo esté atento a la historia y nada más que a la historia.

Para formar este estilo, el director de Gran Torino conjuga distintas influencias como expone el vídeo.

EL ESTILO INVISIBLE

Hollywood desarrolló y mantuvo el estilo invisible durante su edad dorada (1910-1960). Karen Voss, periodista que trabaja para American Film Institute, lo describe así:

«Las películas se construyeron para que el espectador no fuera consciente de la construcción. Esta práctica de borrar la construcción de una película, en realidad, depende de un complejo sistema de códigos visuales, una sintaxis visual que todavía se enseña en las escuelas de cine».

El estilo invisible, también conocido como «estilo de continuidad», convirtió a Hollywood en la fábrica de sueños porque ¿quién sabe cómo se construyen los sueños? Por esto, Julius J. Epstein guionista de Casablanca y Arsénico por compasión, junto con su hermano Philip, dijo:

«Una película es un sueño. No debes sacar del sueño a los espectadores hasta el THE END».

El afán en Hollywood por la invisibilidad no impidió que algunos directores de cine destacaran: John Ford, Frank Capra, Ernst Lubitsch o Alfred Hitchcock, entre otros.

El estilo invisible decayó a finales de los 50 por el estancamiento de las formas, argumentos caducos y las vanguardias, que consideraban las películas como obras del director.

Pero a finales de los 50 y principios de los 60, el estilo invisible recibió una inyección de vitalidad con la generación de la televisión: directores de cine curtidos en series, telefilmes y teatro grabado como Delbert Mann (Marty), Sidney Lumet (12 hombres sin piedad), John Frankenheimer (El hombre de Alcatraz) o Stuart Rosenberg (La leyenda del indomable). Estos directores aplicaron el estilo invisible a historias realistas sobre temas que preocupaban a la sociedad de entonces.

Casualmente Rosenberg trabajó en Rawhide, donde Clint Eastwood se curtió como actor.

RAWHIDE

Clint Eastwood podría haberse convertido en uno de los directores de la generación de la televisión. Cuando no estaba interpretando a su personaje en Rawhide, observaba cómo se grababa la serie.

En los días libres acudía a los estudios de CBS para ver cómo se rodaban otras series. Eran los tiempos de La dimensión desconocida, Misión Imposible o Perry Mason, entre una decena. En palabras de Eastwood:

«No sabía nada y había mucho que aprender». 

Cuando se sintió preparado para dirigir, acordó con los productores de Rawhide dirigir uno de los episodios, pero finalmente aquellos rechazaron el acuerdo. (La oportunidad de dirigir llegaría años después en el cine).

La televisión ayudó a Clint Eastwood a cimentar su futuro estilo como cineasta (también como productor) no diferente de otros directores surgidos del medio:

  • Rodajes rápidos.
  • Economía narrativa: comienzos rápidos, escenas breves, películas ajustadas a la duración de las historias.
  • Cada plano está centrado en la historia. La cámara está donde debe estar: en la acción.

Esto no significa que Eastwood rechace los avances técnicos o formales. Simplemente, emplea aquello que considera útil para la historia.

SERGIO LEONE

Tras Por un puñado de dólares (1964), un periodista preguntó a Eastwood si el héroe bueno del wéstern clásico había muerto. El actor respondió:

«Puede que ahora el sombrero blanco del bueno no sea tan blanco. En mis tiempos, el bueno siempre vestía de blanco y montaba en un caballo blanco. El villano siempre se vestía de negro. Pero creo que se van a ir dejando atrás los clichés obvios».

Eastwood acertó. El antihéroe ocupó el lugar del héroe. Clint Eastwood, el hombre sin nombre de la Trilogía del dólar, es el prototipo: un tipo que actúa con fines egoístas siguiendo un código de conducta personal.

Clint Eastwood, el hombre sin nombre, en La muerte tenía un precio.
Clint Eastwood, el hombre sin nombre, en La muerte tenía un precio.

Es cierto que mucho antes Hollywood tuvo como protagonistas a tipos amorales, egoístas y con pasado turbio en wésterns como Raíces profundas (1953) y Centauros del desierto (1956) o dramas como Casablanca (1942). Sin embargo, aquellos tipos viven atormentados por sus demonios o con sentimientos de culpa o con un profundo desencanto de las personas. Por esto, el público intuye que acabará por redimirse haciendo lo que tiene que hacer.

Por el contrario, el antihéroe no vive atormentado ni frustrado. Es probable que no tenga fe en las personas, pero no se queja. Hace lo que considera necesario para su beneficio. A veces realiza un acto desinteresado sin dar un por qué y que sorprende al público.

Como director, Eastwood recrea el antihéroe tanto en el wéstern como en los géneros urbanos. Por ejemplo, el protagonista de Ejecución inminente es un periodista alcohólico, infiel y mal padre que busca pruebas para evitar la ejecución de un joven negro. El yin y el yan.

Para representar al hombre sin remordimientos, Leone escogió a Clint Eastwood porque se ajustaba a su propósito:

«Necesitaba una máscara en lugar de un actor, y Eastwood solo tenía dos expresiones faciales: una con el sombrero y otra sin él».

Leone no elogia las dotes de Eastwood como actor, pero tampoco las desprecia. A la manera de Hitchcock, buscaba un tono, un estilo, que quizá no hubiera conseguido con un actor de la escuela del método por entonces en auge.

Un estilo de actuación minimalista que Eastwood mantuvo tras el spaghetti western:

«Mantuve el estilo de actuación de algunas películas que me hicieron famoso porque a veces puedes hacer mucho sin decir mucho».

Este minimalismo también formará parte del estilo de dirección de Eastwood, que declaró estar en desacuerdo con «las tomas y escenas largas de Leone».

DON SIEGEL

La crítica cinematográfica elitista dividió a los directores de cine en artesanos (practicantes del estilo invisible) y autores. Para esta crítica, el artesano tenía talento para el oficio, mayor o menor, pero no genialidad. Sin embargo, los artesanos han dirigido películas sólidas e influyentes que adora el gran público.

Clint Eastwood y Patrick McGoohan en Fuga de Alcatraz

Entre los artesanos está Don Siegel. Dirigió el clásico en blanco y negro La invasión de los ladrones de cuerpos (1956) y está tras la cámara de algunos de los éxitos de los 70 interpretados por Clint Eastwood: La jungla humana (1968), Dos mulas y una mujer (1970), Harry, el Sucio (1971) y Fuga de Alcatraz (1979). Sobre la última, el guionista y crítico Roger Ebert escribió:  

«Una pieza magistral de narración, en la que los personajes dicen poco y la cámara explica la acción».

«Dicen poco», como le gusta a Eastwood.

Una crítica, que Ebert remata así:

«Nos damos cuenta de lo raro que es este tipo de artesanía».

Una rara artesanía que Eastwood continuaría como director. Gran parte de la filmografía de ambientación urbana de Eastwood bien podría haber sido filmada por Don Siegel.

La influencia del Siegel va más allá del estilo: hizo posible el ingreso de Eastwood en el gremio de directores de América, requisito necesario para dirigir una película. Además, Siegel ejerció como consultor en la primera película dirigida por Eastwood: Escalofrío en la noche (1971), en la que Siegel interpreta a un camarero.

Don Siegel, Jessica Walter y Clint Eastwood en ‘Escalofrío en la noche’.

Con Siegel, Eastwood aprendió, de primera mano:

  • A escoger guiones con historias sólidas que se sustentan por sí solas sin grandes presupuestos ni estrellas.
  • A retratar, cámara en mano, una violencia realista. La cámara de Siegel, y más tarde la de Eastwood, nos lleva al lugar de los hechos y nos convierte en un impotente espectador casual.
  • A un montaje rápido.

BILLY WILDER

Las similitudes entre Eastwood y Wilder son grandes. Ambos directores han sido denostados por los teóricos del cine.

El director de El apartamento y El gran carnaval practicaba el estilo invisible, concediendo mayor importancia al guion que al aspecto visual.

El escritor y crítico de cine Jonathan Coen recuerda cómo Cahiers du cinema despreciaba a Wilder porque no tenía un estilo visual definido. En nuestros días, David Bordwell, uno de los teóricos de cine más respetado, rara vez menciona al director austriaco, pero no puede eludir la influencia que El crepúsculo de los dioses (Sunset Boulevard, 1950) ha dejado en nuestros días.

La película sobre la estrella muda cuenta con la dirección invisible de Wilder, pero está recargada con una apabullante escenografía, el vestuario y el maquillaje propios del terror; la voz en off subjetiva más que narrativa y un tono onírico que ha llevado a David Lynch a decir que «es una puerta a otros mundos».

‘El crepúsculo de los dioses’ – William Holden y Gloria Swanson

Eastwood, como Wilder, ajusta el estilo invisible al tono del guion. De ahí que, por ejemplo, Wilder se propusiera dirigir «un Hitchcock mejor que Hitchcock» y filmara Testigo de cargo. Sin embargo, entre todas las películas dirigidas por Wilder, Eastwood prefiere El crepúsculo de los dioses, como ha confesado. La huella de Wilder en Eastwood está presente en producciones como Mystic River, Medianoche en el jardín del bien y del mal o El intercambio.

CONCLUSIÓN

Eastwood ha declarado en distintas ocasiones que escribir un guion es la parte más difícil de hacer una película, y que los verdaderos autores son los guionistas. Por esto no encarga guiones. Espera a que llegue un guion adecuado a las inquietudes personales del momento, entonces, según refleja Clint Eastwood: Interviews:

«Me meto en la película y obtengo el aspecto de ella a medida que leo, en lugar de tener un estilo constante que repito en cada película, poniéndole una marca». 

Con independencia del género, el tono y el argumento, Clint Eastwood ha sido devoto del estilo invisible y ha conseguido el reconocimiento de la crítica que lo insultó.

Jonh Vinocur, corresponsal de New York Times en Francia en 1985, recordó el cambio de actitud de la crítica europea hacia Eastwood:

«Hasta hace un par de años, Eastwood, actor o director, había sido constantemente vilipendiado como un cavernícola cinematográfico (…). Entonces, algo cambió. El aventurero de medianoche se compara con Las uvas de la ira (Dios mío, dice el actor y director). El estilo interpretativo de Eastwood en lugar de rígido es considerado minimalista. The Guardian, el periódico británico de izquierda, lo invita a dar una conferencia sobre cine».

Las palabras de Vinocur sobre Eastwood nos recuerda que el director y actor es la clase de artista que apuesta por sí mismo desde el principio y no se pliega a las modas ni a la crítica ni al público. Eastwood solo quiere contar, a su manera, historias con la cámara.

Por Javier Meléndez Martín

Soy guionista desde 1998. He trabajado en producciones de ficción y programas para Canal Sur, ETB y TV3.

Co-escribí el largometraje para televisión Violetas (Violetes), una película para Televisió de Catalunya, Canal Sur Televisión y Canal 9. (2009).Violetas consiguió dos premios y dos menciones.

Imparto talleres de guion desde 2010.  Ahora, en Portal del escritor.

Puedes leer mi blog La solución elegante (recomendado por la Universidad Carlos III de Madrid para estudiantes de guion).

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