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¿Quieres subir al coche de la próxima década?

Un vehículo es el reflejo de una época. Y eso implica que el coche del XXI no puede aislarse de la vida digital que marca el paso ahí fuera. Las compañías tecnológicas y la industria de automoción llevan años trabajando juntas para que los vehículos estén conectados a los dispositivos de sus dueños (internet de las cosas) y conectados entre sí (cloud computing). Los coches del futuro, además, formarán una potente maquinaria de información.
Este tipo de vehículo, por el momento, solo existe en prototipos y simuladores. Pero muestra claramente las líneas de investigación que determinarán la evolución de los automóviles. Intel, igual que otras compañías tecnológicas, lleva años investigando y esta es su visión: el coche conectado.
«El vehículo del futuro se preocupará por ti. Por tus gustos, tus emociones, tus necesidades… y por todo lo que pase alrededor: el ambiente y las circunstancias del tráfico», apunta Richard Libby, technical marketing engineer en Intel. «El coche conocerá lo que pase en su interior y exterior. Escuchará las conversaciones que se produzcan dentro y observará todo lo que suceda en la calle».
¿Cómo?
En el interior habrá cámaras y sensores de todo tipo (reconocimiento facial, reconocimiento de voz…) que recogerán información del conductor y los pasajeros. El automóvil conocerá el estado de ánimo de cada persona. El más importante, lógicamente, es el conductor mediante el análisis inmediato de estos datos. Y, efectivamente, habrá conductor. En Intel piensan que todos los coches no tienen por qué ser autónomos. Muchas personas querrán conducir y esa posibilidad no debe desaparecer, según Libby. «Tú debes tener la opción de elegir qué prefieres».
Pero ¿qué ocurre si el sistema detecta que, por ejemplo, el conductor está agresivo o despistado? El acelerador desobedece a una pisada violenta y reduce la velocidad.

El coche del tiempo y el espacio, diseñado por Richard Arbib Co. Inc

Puede suceder también que la orden de freno venga desde fuera del vehículo. El coche estará conectado mediante internet con semáforos, señales, centros de información y sistemas de GPS que advertirán de las circunstancias del tráfico para aumentar la seguridad en la conducción. También habrá cámaras que registren qué sucede alrededor. Así, por ejemplo, cuando un turismo pase junto a un autobús del colegio estacionado, reducirá su velocidad o se detendrá automáticamente para evitar accidentes. «Un autobús escolar que acaba de parar implica que podría haber niños alrededor», explica el ingeniero.
El tema de la seguridad vial, como ocurre siempre, es una de las prioridades en las líneas de investigación. Pero también la seguridad frente a robos y asaltos. «La llave del futuro vas a ser tú», indica Libby. «El coche dispondrá de varios métodos de reconocimiento de su dueño para abrir las puertas y arrancar. Reconocimiento facial, reconocimiento por la retina, reconocimiento de voz, huellas dactilares… El sistema sabrá también que si te tiembla la voz, por ejemplo, podría estar produciéndose un intento de robo. El automóvil actuará en función de las señales que su dueño proporcione».
El automóvil del futuro será un terminal más de la red de comunicaciones de una persona. El sistema avisará de la llegada de emails importantes y de algunas notificaciones más. Pero esto ha de compaginarse con el tema crucial de la seguridad y eso implica que el aviso no incluye la apertura del mail para evitar distracciones. El mensaje solo se abrirá si el vehículo está parado.
En este tipo de coches los datos que necesita el conductor no están encerrados en una caja tras el volante. La información se despliega en el cristal frontal mediante una tecnología que ya existe llamada Head’s Up Display. «De este modo, al mirar al frente, el conductor puede ver todo a la vez y no tiene que desviar su atención de la carretera para mirar la velocidad o el estado del tanque de gasolina».
Astra-Gnome, el coche del tiempo y el espacio diseñado por Richard Arbib en 1956

En el futuro muchos dispositivos se irán haciendo invisibles y sus funciones se irán integrando en los objetos cotidianos. Y si no, al menos, podrán sincronizarse. Esto ocurrirá también en el coche. Intel lo imagina así:
La hija del conductor llama a su padre. El vehículo escucha la conversación. Ella pide que vaya a buscarla para ir a comer juntos. Pero no hará falta que indique dónde está. El coche lo sabe y señala mediante GPS la mejor ruta.
La niña entra al coche y en su asiento, como en todos los demás, hay una pantalla de diálogo. Sincroniza los datos de su smartphone con el sistema y así puede compartir la información que quiera con el resto de pasajeros. En su memoria están guardados los lugares donde suelen ir y otros datos que permiten al automóvil hacer sugerencias. Pueden ser opciones de restaurantes, lugares de ocio… Y conforme vayan llegando a su destino, el GPS buscará un lugar libre para aparcar.
Un coche llegado de Marte. Diseño de Richard Arbib

El simulador de vehículo en el que trabaja Intel está compuesto de la suma de muchas tecnologías diferentes (seguridad, autenticación, reconocimiento facial…). Pero este coche así descrito no llegará de repente. Irá convirtiéndose en algo así conforme se vayan incorporando los diferentes avances. Algunos lo harán dentro de tres meses, según Libby, y otros, en cinco años.
La comercialización de un vehículo así necesita también levantar el pie de un freno habitual: la legislación. «El tema más complicado es el reglamento. Siempre va más lento que la técnica. Pero ya estamos hablando con las autoridades de tráfico para que conozcan las nuevas tecnologías y podamos llevarlas pronto a los automóviles», especifica el ingeniero.
El coche dejará de ser un «dispositivo mecánico» para convertirse en un «dispositivo móvil», según escribió Elliot Garbus, VP-IoT Solutions Group and GM-Automotive Solutions Divisions de Intel en un artículo publicado en CioReview. El directivo estima que en 2020 habrá 152 millones de coches conectados en la carretera y entre todos generarán 11 petabytes de información al año. Esta información tiene un valor enorme. Por una parte irá a la nube y desde ahí se compartirá con toda la red de tráfico para hacer la conducción más ágil y segura. Por otra, las compañías de automoción podrán mejorar sus modelos de forma más rápida porque nunca han tenido tantos datos sobre el uso que se hace de sus vehículos.
Cyclar Mark III, un diseño de Richard Arbib inspirado en la ciencia ficción

Este escenario supone también el paso de una experiencia de conducción individual a una comunidad de conductores unidos por la información en red. «Podemos crear una experiencia que beneficie a toda la sociedad. Tenemos el reto de aprovechar esta oportunidad», escribe Simon Floyd, director of Business Development & Strategy for PLM Solutions-Worldwide Discrete Manufacturing Industry en Microsoft en otro artículo publicado en la misma revista. «Esto requiere que pensemos en los vehículos igual que pensamos en otros dispositivos de nuestra vida. Fuerza a que se produzca una gran colisión entre el mundo de la tecnología de la información y la industria automovilística. Tenemos que incorporar las tendencias del big data, móvil, social, cloud computing e internet de las cosas. Estas son las tendencias que influirán decisivamente en los vehículos de mañana».
Automodule, de Jean Pierre Ponthieu

La idea de un coche autónomo, sin conductor, no es nueva. Ya se hablaba del tema a mitad del siglo XX. En un anuncio de varias compañías eléctricas estadounidenses, publicado en 1967, hablan del poder de la electricidad y muestran una imagen futurista de un coche autónomo en el que viaja una familia. El pie de foto dice: ‘Electricity may be the Driver’ (La electricidad puede ser el conductor).

Ford Seattle Concept Car 1962

Citroën Karin, modelo de exposición no apto para conducir presentado en la Feria de París de 1980

Fulgur, un vehículo futurista diseñado por Simca en 1958. La compañía lo presentó en el Chicago Show de 1961 y destacó por la incorporación de radares.

Ford Atmos 1954

Imagen de portada: Intel
Imágenes de coches retrofuturistas: Pinterest de Marina Molares y documentación.
 

Por Mar Abad

Periodista. ✎ Cofundadora de la revista Yorokobu y de la empresa de contenidos Brands and Roses (ahí hasta julio de 2020).

Libros.  Autora de Antiguas pero modernas (Libros del K.O., 2019). «No es una serie de biografías de mujeres; es una visión más vívida, más locuaz y más bastarda de la historia de España». Lo comentamos en El Milenarismo.

Autora de El folletín ilustrado junto a Buba Viedma. Lo presentan en Mundo Babel (Radio3) y en Las piernas no son del cuerpo, con Juan Luis Cano (Onda Melodía).

Autora de De estraperlo a #postureo (editorial Larousse, 2017). Un libro sobre palabras que definen a cada generación y una mirada a la historia reciente desde el lenguaje. Hablamos de él en Hoy empieza todo (Radio3), XTRA!, La aventura del Saber (La2).

Autora junto a Mario Tascón del libro Twittergrafíael arte de la nueva escritura (Catarata, 2011).

Laureles. ♧ Premio Don Quijote de Periodismo 2020. Premio Nacional de Periodismo Miguel Delibes 2019, Premio Internacional de Periodismo Colombine 2018, Premio de Periodismo Accenture 2017, en la categoría de innovación.

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