Érase una vez. Hace mucho tiempo. Érase que se era. Cuenta la leyenda… Una historia puede echar a volar de muchas maneras. «La mía con la ONG Coloria empezó con una conversación. Una invitación a caminar juntos, una charla con forma de llave», comenta el narrador Fran Pintadera.
«Al otro lado de la puerta esperaban personajes, escenarios y tramas tan únicas como universales. No es de extrañar que a los pocos días de esa charla me creciera una historia: Samara y la gran pregunta. Tampoco resulta raro que algunos de los elementos que en ella aparecen sean precisamente llaves, puertas y caminos. Eso sí, no acabé de escribirla», confiesa.
«Y es que igual que un relato puede comenzar de muchas maneras, también puede albergar múltiples finales, pero eso ya es otro cuento». He ahí la clave de este universo tan inspirador.
¿Y cómo definir Coloria World a bote pronto?, planteamos a su artífice, el actualmente escritor Pedro Vaquero y, en episodios anteriores, ingeniero informático. «Coloria es un espacio para desplegar la creatividad de los niños y niñas mediante los cuentos inacabados. Esa sería la definición más purista». Porque los peques de cualquier lugar del mundo, inmersos en las aventuras de esta plataforma digital pedagógica, lúdica y gratuita en español e inglés, pueden participar activamente y crear el desenlace que deseen escribiéndolo o dibujándolo.
«La misión es conectar con el ser creativo que los niños llevan dentro y que de ese viaje salgan más empoderados», reflexiona quien cambió sus planes de vida allá por 2016 para dedicarse a Coloria. Un buen giro de guion.
«Mi comienzo lo recuerdo perfectamente. Mi primer libro —La vida en positivo— lo escribí en un avión en octubre de 2015, volando a Latinoamérica por motivos de trabajo. Al volver a casa lo compartí con mis hijos, que tenían entonces 10 y 12 años, aparte de un bebé que ahora ya es grande y también lee mucho. Y les encantó, pero me dijeron que pensaban que alguna de estas ficciones acabaría de otra forma. ¡Y ahí surgió la idea! Pensé que los finales podían ser como cada uno quisiera. Escribí más cuentos, los primeros que hice sin final, y los dejé en manos de mis hijos».
El camino, paso a paso, se abría en lontananza hasta el arranque oficial del proyecto, que se materializó en abril de 2017 tras probarlo en las aulas de los colegios GSD con Historias del reino de Baram, publicación iniciática con desenlaces variopintos inventados por el alumnado de estos centros educativos.
Destripe: desde aquellos inicios tan modestos como prometedores, donde se fueron uniendo más escuelas por doquier hasta que la rueda avanzó cuesta abajo, hoy Coloria suma una veintena de cuentos escritos, más de 20.000 finales diversos y la implicación de más de 110 países en tan solo un año. Porque este enclave genuino entre letras se afianza en 2021 como la gran apuesta de la ONG Coloria, dedicada a atender a colectivos en riesgo de exclusión social y en países en vías de desarrollo.
«Los libros son un vehículo, pero el trasfondo tiene más impacto que la simple lectura», explica Pedro Vaquero, aludiendo al simbolismo de escoger y aportar tu propio colofón al relato. «Estamos diciendo que hay muchos finales posibles. En una época donde todo parece blanco o negro, de repente en Coloria llegamos con 20.000 finales alternativos». Un mensaje muy revelador en tanto en cuanto plasma cómo el caminante hace suyo el camino al andar. Y una muestra de confianza que fortalece la autoestima y la pasión de chicos y chicas por compartir su legado, un remate singular al texto de turno que luego regalan a los lectores de medio planeta. Un hermoso cruce de culturas.
Creatividad, sí, pero también conciencia social. «Hay un rasgo de Coloria World que nos gustan especialmente: damos voz a diferentes temáticas importantes para la sociedad», apunta el fundador de este mundo cromático tan didáctico. El que brindan los cuentos. Un contexto poco invasivo, de entretenimiento, que consigue captar mejor «la atención del menor y fomentar habilidades de pensamiento crítico y creativo, una experiencia totalmente personalizada, puesto que cada uno extraerá sus propias conclusiones. ¡El cuento inacabado es una herramienta muy potente!», sentencia con entusiasmo.
Y entre estas páginas donde se abordan contenidos basados en grandes desafíos del futuro, como los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, siempre aflora la sorpresa.
«Lo bueno de esto es que los niños no tienen límites. Son capaces de ver cómo una historia que parecía de terror se convierte en comedia, incluso con hechos escatológicos. Son artistas en meter elementos que a simple vista parecen disonantes. Son muy arriesgados porque no tienen filtro», señala Pedro Vaquero, que recalca cómo los adultos, al escribir, nos solemos ceñir a una línea argumental sin demasiados resortes para no desentonar, mientras que estos jóvenes autores siempre asombran con su imaginación.
Con esas incongruencias que, sin duda, enriquecen la vida y contrastan con el plano mental más encorsetado de los mayores. Incluso, a veces, sus propias palabras les sirven como desahogo emocional ante una situación que les preocupa. «Coloria World tiene una parte sanadora y terapéutica detrás de cada redacción o dibujo», zanja quien, ávido lector de novelas de aventuras tipo Julio Verne, vive feliz a sus 51 años el éxito de esta plataforma.
Un punto de encuentro que viaja por centros educativos y culturales, así como bibliotecas y empresas de toda España. Un ecosistema multimedia plural —formado por profesionales de la pedagogía y la comunicación— que tan pronto organiza concursos literarios como facilita al interesado audiolibros con voces célebres como las de Anne Igartiburu, Clara Lago o Adriana Ozores, y composiciones musicales como la de Juan Antonio Simarro. Este trabajo coral se puede seguir también a través de libros electrónicos o vídeos animados. Y lo mejor: el beneficio se destina a una buena causa, la ONG Coloria.
Y, colorín colorado, el final lo creas tú.
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