Necesitamos vacaciones como el comer, y aquí viene el verano en nuestro auxilio. Bienvenidos sean las escapadas al aire libre, la naturaleza, las playas, el calorcito y la poca ropa. Pero lo cierto es que, a pesar de las bondades de esta estación, quizá no sea la más propicia para la contención que nos pide el planeta si queremos salvaguardar su sostenibilidad. Sin embargo, la buena noticia es que podemos disfrutar de las vacaciones y del verano sin perjudicar la tierra que habitamos.
Por ejemplo, buscando destinos de proximidad. El paraíso no siempre está a tiro de avión, sino que podemos encontrarlo mucho más cerca de nosotros. Un viaje en avión es medioambientalmente tres veces más caro que uno en coche, aunque también hay matices. Opciones vacacionales como recorrer el Camino de Santiago, al menos en dirección a Compostela, no daña en absoluto el medioambiente ya que se hace caminando.
Una vez elegido el destino, si queremos ser consecuentes con la sostenibilidad del planeta, debemos pensar cómo llegar a él. ¿En coche particular o en transporte público? Evidentemente, es bastante difícil llegar a idílicas playas desiertas en Asturias o a ese hotel perdido en la sierra de Gata si no vas en coche. Y aquí habría que desmontar algún tópico: es más terrible para el planeta un autobús que nunca se llena que un turismo con dos o más personas. Por el contrario, si has elegido la playa para pasar tus vacaciones, ¿qué es más eco?, ¿una playa urbana a la que llegas caminando o en bus urbano, como La Concha en San Sebastián o La Caleta en Cádiz, o una en plena naturaleza que te obligue a coger el coche o a la que puedas llegar en bus pero en cuyos accesos se forman tremendos atascos?
Además del transporte y de los destinos, lo que compras, lo que comes o cómo llevas la comida a tu día en la playa o en la montaña también afecta a la sostenibilidad del planeta.
Estos y otros consejos son los que nos ofrece Antón Prieto en este artículo para Igluu.
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