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La masificación de los creadores de contenido

Estaba viendo el otro día un programa en la televisión de reojo, mientras hacia otras cosas, como hacemos todos. El programa en cuestión era un concurso en el que hay muchos participantes y donde antes de jugar, el presentador les va preguntando a qué se dedican. Curiosamente, muchos de ellos se autodefinían como creadores de contenido.

En la mayoría de los casos, no era su profesión primaria, pero ya fuera porque su trabajo no les llenaba o porque estaban en el paro, habían terminado siendo eso. Hace un par de años algunos avanzados decidieron embarcarse en esta nueva profesión, pero hoy en día, se han convertido en legión. ¿Cuántos creadores de contenido tienes a tu alrededor?

Cualquiera con un smartphone puede serlo. Porque no estamos hablando de youtubers o de influencers, sino de creadores, un upgrade de estos conceptos. La etiqueta de creador es más inclusiva y más importante en esta sociedad, más grandilocuente. Parece que todos podemos ser creadores de contenido. No hay más que ponerse delante de la cámara y hablar de lo que quieras. Todo vale, sin filtros, sin formación específica sobre el tema que estés tratando. La clave es ser capaz de hablar de algo, tener desparpajo ante la cámara.

[bctt tweet=»La pregunta que hay que hacerse es si uno nace creador o si es una salida de hoy en día, cuando uno no puede ser otra cosa» username=»Yorokobumag»]

Lo cierto es que ser creador es muy goloso. Creador es una bonita palabra. Denota acción, crear, y eso implica voluntad de hacer cosas. Creador implica sacar algo de la nada, tiene visos mágicos. De la nada surge la creación. Ser creador está unido a ser creativo, beben de la misma raíz. Son palabras que te sitúan a otro nivel, por encima de los demás. Están las personas normales y las creativas o creadoras. La RAE nos da dos acepciones de este término:

  1. adj. Que crea, establece o funda algo. Poeta, artista, ingeniero creador. Facultades creadoras. Mente creadora. U. t. c. s.
  2. adj. En la religión cristiana, hacedor de todas las cosas, atributo que se da solo a Dios. U. m. c. s. m.

Lo dicho, palabras mayores. Considerarse creador podríamos decir que es jugar a ser Dios. La pregunta que hay que hacerse es si uno nace creador o si es una salida de hoy en día, cuando uno no puede ser otra cosa. Y no digo que esto ocurra en todos los casos. Seguro que hay gente cuya vocación es serlo y se esfuerzan muchísimo por hacerlo realidad. Pero, vista la proliferación de creadores en los últimos tiempos, me da la sensación de que algunos llegan aquí no por convicción, sino por simple necesidad.

Pero ¿por qué queremos ser creadores? ¿Por qué tenemos esa necesidad imperiosa de contar cosas a los demás, de compartir nuestros conocimientos, nuestras experiencias, nuestra vida? Porque mientras eres creador no tienes que ser otra cosa. Ser creador nos convierte en alguien. Nos permite dejar nuestra huella en el mundo. Y para muchas personas dejar huella, tangibilizar su existencia, es una prioridad.

Pero lo que nos tenemos que preguntar realmente es si ese contenido que se crea de forma frenética es un contenido que perdurará a lo largo del tiempo, sobreviviéndonos, o se olvidará rápidamente. ¿Ocurrirá como les pasa a las miles de fotos que guardamos en nuestros móviles y que nunca volvemos a ver? Un contenido que no llega a la categoría de recuerdo, porque para que algo sea recordado necesita volver a ser visto, y nuestras fotos, en muchos casos, se quedan almacenadas sin que las rescatemos del olvido.

[bctt tweet=»¿Los creadores son sus propios jefes o son sus propios esclavos?» username=»Yorokobumag»]

O queremos ser creadores porque nos da una gran sensación de libertad. Dueños de nosotros mismos, de lo que decimos o hacemos. ¿Los creadores son sus propios jefes o son sus propios esclavos? Siempre siervos de una audiencia exigente y que no perdona; esclavos de los likes y los me gusta; esclavos de los comentarios de los demás; esclavos de los calendarios; esclavos de sus propias opiniones y actos, porque, una vez que has dicho algo, te perseguirá hasta la muerte.

La hemeroteca de las redes sociales es implacable, no perdona. Siempre estará ahí para recordarte quién fuiste y lo que dijiste, sin posibilidad de cambio, evolución o redención.

Como dice Byung-Chul Han, el phono sapiens, el creador de contenido, cree que solo está jugando, pero en realidad lo están explotando y lo manejan por completo. Cuantos más datos se compilen acerca de una persona, tanto mejor se la podrá vigilar, manejar y explotar económicamente. Por eso preguntémonos si queremos ser creadores. Y si estamos convencidos de serlo, seamos conscientes de lo que implica, porque, como decía Spiderman, un gran poder —y crear lo es— conlleva una gran responsabilidad.

Raquel Espantaleón es directora de estrategia en Sra. Rushmore

Por Raquel Espantaleón

Raquel, directora de estrategia de Sra.Rushmore, lleva 27 años trabajando como consultora de marca en agencias creativas. Pero lo que de verdad le apasiona es descubrir los misterios del funcionamiento de la mente humana: cómo pensamos y cómo tomamos decisiones. Entender qué escondemos en nuestras cabezas. Por eso es una apasionada de la economía conductual, que ha llevado al extremo, estudiando un máster en Perfilación Criminal e Inteligencia Emocional, para entender cómo funciona la mente de los asesinos en serie.

Tiene una especial fijación con la dinastía XVIII egipcia y con Akhenatón, que fue el primer faraón que cambió el culto a un solo dios, Aton, el dios sol. Este se dice que fue el padre de Tutankamon y marido de Nefertiti.

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