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¿Crees en Dios o en el confeti?

Miguel Rothschild

En la obra de Miguel Rothschild el arte se perfora, se agujerea, se quema, se corta. Lo sagrado se vuelve confeti. Lo sublime, un ejercicio de humor. En su exposición Felices los que creen sin haber visto (Jorge López Galería, Valencia, hasta el 21 de noviembre), que forma parte del certamen Abierto Valencia, el artista argentino, afincado en Berlín desde hace décadas, transforma materiales tan banales como hilos de pesca, vitrales, rejillas de confesionarios o fragmentos de vidrio en objetos que parecen a medio camino entre una reliquia y una trampa visual.

El título cita una frase bíblica cargada de fe y paradoja. «En principio, es un título irónico para una exposición de arte, donde lo visual es, aparentemente, lo fundamental —dice Rothschild—. Tanto la religión como el arte se basan en creencias, mitos y cultos. Intento, con la ironía del título, desmitificar ese culto al arte, reírme un poco de él y de mí mismo como artista y creador de objetos de culto».

Miguel Rothschild
Absolución. Basílica de Santa Maria in Via Lata (Roma)

Esa tensión entre la devoción y la burla, entre lo sagrado y lo profano, atraviesa toda la exposición. Rothschild quiere darle a lo cotidiano una dimensión divina, y viceversa, desacralizar lo sagrado y bajarlo a la tierra. Por eso afirma trabajar con una dimensión espiritual, pero con liviandad y algo de humor. «Solo perdiéndole el miedo a lo divino puedo hacer arte basado en él».

Miguel Rothschild
Revelación. Catedral Notre Dame de Lausanne

Contraposiciones

El resultado son imágenes que respiran ambigüedad. Fotografías que han sido agredidas (perforadas, quemadas, dobladas…) para revelar algo que no estaba a simple vista. «Me gusta trabajar con contraposiciones como lo trágico y lo liviano. Al perforar la imagen la daño, la deconstruyo, pero al mismo tiempo convierto lo que quité en confeti de colores. Es una forma de tomar distancia del drama, de revertirlo».

Para Rothschild, romper una imagen no es un gesto violento sino transformador. Cuando quema, agujerea o dobla una fotografía, siempre lo hace con un sentido específico. Con ese acto transforma el significado de lo que se representa, agregándole una visión mágica o poética.

Miguel Rothschild
La Ascensión. Basílica di Santa Maria en Arcoeli (Roma)

Lo que se ve y lo que se adivina son dos planos constantes en su trabajo. La imagen es solo una superficie. Lo importante ocurre en la duda. «La función del arte es crear objetos o situaciones donde el observador pueda proyectarse. Para eso, la obra debe estar lo suficientemente abierta, sin dar respuestas cerradas. Simplemente debe insinuar».

La obra de Rothschild también funciona a nivel sensorial. Busca un primer encuentro que atraiga al espectador mediante la sensualidad de los materiales y las texturas, con la intención de que, después, este se pierda en la obra y descubra aquello que está más allá de lo visible. Si no consigue ese efecto, la pieza se reduciría a pura forma, y eso es precisamente lo que el artista evita.

Miguel Rothschild
Lo Numinoso

Iconografía

Su universo visual está poblado de cielos, nubes, vitrales y mares en tempestad. Una iconografía que remite tanto al arte religioso como a una melancolía más latinoamericana. «Siento que soy parte de ambas geografías —dice—. Me interesa la postura trágica y explosiva alemana, pero le quito cierta tragedia. La deconstruyo con humor o liviandad. ¿Será que esa liviandad ante la tragedia es la parte de mi sensibilidad sudamericana?».

Rothschild se define como un no creyente que desearía poder creer. Y ahí, quizá, está la clave de su obra: una mirada poética sobre el misterio de lo inexplicable. «No me conformo con una realidad que pueda ser comprendida únicamente desde la razón —admite—. El misterio de lo inexplicable, para mí, es inherente al arte».

Miguel Rothschild
Revelación. Basílica de Santa María de La Seu (Mallorca)

Entre el drama y la liviandad, entre el cielo y el nylon, Felices los que creen sin haber visto propone justamente eso, mirar sin la arrogancia de entender. «Tal vez la idea que me gustaría que se llevara el espectador —dice el artista— es que siempre se puede ver de una manera diferente. Y, si es posible, agregarle humor o misterio».

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