¿Cuánta importancia tiene una historia y cuánta el lenguaje en el que se cuenta o la plataforma en la que se difunde? En un tiempo en el que las líneas de separación se difuminan, las historias son exactamente eso: historias. Por eso no tiene mucho sentido circunscribirlas a la web o a cualquier otro canal de distribución y proyección. Bárbara López, una de las ideólogas de Las Crónicas de Maia, piensa que «las fronteras entre TV y cine se irán desdibujando también y, al final, sólo habrá historias audiovisuales contadas, posiblemente, a través de la red». Su proyecto es un ejemplo.
Si la fe mueve montañas, la necesidad «kamikaze» de contar historias, como la define la propia directora, mueve cámaras, equipos de rodaje, actores, guiones y lo que haga falta. Bárbara López y Juan Francisco Calero decidieron dejar de esperar una oportunidad y se fueron a por ella. Hicieron por su cuenta el primer capítulo de Las Crónicas de Maia y, casi instantáneamente, Antena 3 les ofreció co-producirles económicamente a cambio de ser uno de los abanderados de su portal para producciones independientes en internet, “El Sótano”.
Sin embargo, la serie, por muy indie que fuera, nació ya con la idea de no ceñirse a lo que apuntaba un guión de TV o cine. Calero y López idearon una historia y se prepararon para contarla donde fuese. La identidad de la serie implica que el contenido se ofrezca en redes sociales, en apps móviles, en libros, cómics, bandas sonoras o incluso juegos de rol. «En cada episodio puedes encontrar una pequeña historia en formato animación y la trama principal se complementa con clips de videos independientes, personajes en las redes sociales y contenidos secretos. El espectador más curioso podrá encontrar material extra con el que poder expandir el universo de Las Crónicas de Maia».
La explicación es, como siempre en estos caso, la necesidad de encontrar financiación. La necesidad crea al órgano y es la búsqueda de presupuesto, además de nuevas inquietudes narrativas, lo que justifica estos actuales planteamientos transmedia, que eliminan toda separación entre formatos y plataformas. La innovación, por suerte, parace que atrae a los curiosos con ganas de invertir.
Aún contemplando todo esto, lo cierto es que sigue siendo una extenuante batalla encontrar a quien firme los cheques que sufraguen todo el proceso de creación. «Es muy difícil monetizar los trabajos independientes emitidos por internet. Tuvimos suerte que Antena 3 y la Fundación Telefónica se interesaron por el proyecto», explica López. «Los nuevos creadores tienen que arriesgar, crear y experimentar con nuevos géneros y formatos. Deben diferenciarse en un mercado saturado de nuevas producciones».
Aún así, el dinero no cae del cielo, y si lo hace, lo hace en forma de txirimiri. Es un reto más. «La serie es un intento por hacer posible una historia de géneros tan complicados como el fantástico y la aventura, no con bajo presupuesto, sino con “micro-presupuesto” y sin que pierda un ápice de elegancia o autenticidad», explica la directora. A nivel técnico, el rodaje de la serie responde a patrones cinematográficos aunque «con tiempos más televisivos».
La serie acaba de terminar su primera temporada bajo las faldas de Antena 3. Entregas de alrededor de 15 minutos, bastante más largas de lo acostumbrado en internet, que se han saldado con un millón y medio de visualizaciones. Para la segunda temporada, los creadores vuelan solos. La serie vuelve a su lugar original, su propio sitio web (en reforma), y comienza otra batalla. «Ahora empieza la lucha por conseguir la financiación para hacerla realidad. Además de la búsqueda por vías tradicionales, probaremos nuevos métodos de financiación como el crowfounding, con lo que la existencia de la segunda temporada estará en manos de nuestros espectadores y fans», señala Bárbara López.
Toca además, insistir en la estrategia de difusión transmedia. «Estamos remontando la primera temporada con una visión diferente y un nuevo comienzo para poder transformarlo en formato de largometraje».
Cantera de creadores
Es cosa del momento. La cantera de la creación audiovisual se encuentra, en este momento, en los formatos web. El formato está más que consolidado y hace ya tiempo que comenzaron los saltos desde la pantalla del ordenador a la de televisión. Superada la eclosión inicial, lo cierto es que ya toca quitarle a las series web el apellido y dejarlas simplemente en lo que son: series. «El futuro está en la red, de eso estamos seguros, por lo que lógicamente esa línea se irá difuminando. Ya está ocurriendo en otros países, como en USA o UK, y poco a poco también ocurrirá aquí». López cree en un universo sin intermediarios y confía en que internet sea la plataforma adecuada para eso.