Ayer los máximos mandatarios de Estados Unidos y Cuba comparecían públicamente para anunciar el intercambio de una serie de presos de ambos bandos, una invitación al diálogo y un paquete de medidas flexibilizadoras en cuanto a su relación, cuya punta de iceberg se encuentra en la solicitud del presidente Obama al Congreso del fin del embargo contra Cuba (que debe ser aprobado por esta cámara), lo que ha considerado una «política fracasada» durante más de medio siglo.
¿¿¿Perdón??? ¿53 años de hostilidades se acaban de repente un miércoles por la mañana? Yorokobu ha pedido al Rafael Rojas, reputado historiador cubano en México y profesor del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), la explicación de algunas de las claves simbólicas y dialécticas de unas comparecencias televisivas que llevaban esperando cinco internacionales décadas en la parrilla. Quizás, las comparecencias que anuncian que el Muro de Berlín por fin ha caído en América.
Doctor Rojas, ¿qué es lo que se ha conseguido? ¿Estamos ante un pacto de amistad o tan solo ante una concesión dentro de la guerra?
Yo no diría que esto es un pacto de amistad. Es el resultado de una negociación larga, no de una llamada. Lo que opino es que hay un fin del conflicto diplomático, pero no del político. Por un lado hay diferencias fundamentales no solo de principios, sino de visión del mundo. Podríamos decir que irreconciliables. Pero con este anuncio lo que se produce es una normalización de los vínculos diplomáticos, aun manteniendo una diferencia ideológica y política que hará continuar el conflicto. Aunque ciertamente, el cambio diplomático era fundamental, porque este provoca un impacto político y simbólico.
¿Por qué ahora? ¿De repente?
Aquí hay unos cuantos factores que entran en juego. Desde Estados Unidos y desde Cuba se estaba pidiendo el fin del conflicto diplomático y político, sobre todo desde Estados Unidos desde el año 92. No se produjeron propuestas al fin del bloqueo porque obstruían la salida al conflicto tanto la intervención de actores políticos de Estados Unidos, como del sector cubano-americano, como de sectores muy ortodoxos e inmovilistas en Cuba. Pero ahora existen una serie de elementos coyunturales que arman escenarios favorables.
Por un lado, el último congreso del partido en Cuba dio luz verde a las reformas económicas y migratorias, y por otro, el presidente Obama asume que tiene un año y medio para aplicar medidas de decisión ejecutiva sin contar con el Congreso. Se trata para él de una dimensión testimonial de lo que va a ser su legado.
¿Insinúa que esto es un modo de quedar bien por parte de Obama?
Intervienen muchas razones. Pero Obama en este momento sabe que ha perdido la mayoría legislativa. Sabe que en un año y medio de gobierno ya puede lograr muy poco, así que esta es su fase testimonial. Su problema es que ha sido inscrito en la política internacional con una serie de emblemas difíciles de mantener. Es Nobel de la Paz, pero ha enviado soldados a no sé cuantas guerras, ha atacado países y envía drones con bombas. Desde una dimensión política y moral, él, el primer presidente afroamericano, quiere dejar otra cosa como legado histórico.
Entonces a usted el anuncio no le ha sorprendido.
Reconozco que sí. Al principio pensé que Obama dejaría este afán por hacer legado en su ley de inmigración, que ya es un gran paso y ayuda a los inmigrantes hispanos. También pensé que haría algo en política exterior, y no descarto que lo haga, como un acercamiento a Irán, o nuevas intervenciones para tratar de resolver el conflicto palestino-israelí. Y también llegué a imaginar que haría algo en Cuba, pero no me imaginé que algo de estas dimensiones. Pensé que sería algo como reabrir las embajadas en la Habana, ¿pero cuestionar la política del embargo? A mi me ha sorprendido. Ha denunciado públicamente que el bloqueo no había funcionado.
¿Qué cosas van a cambiar ahora?
Lo que tiene Obama [además de la eliminación de Cuba de la lista de Estados que promueven el terrorismo] es la intención de que empresas norteamericanas trabajen en la isla. También se está acordando que las remesas dejen de tener el tope de 200 dólares, y se van a facilitar los sistemas de permisos, de viajes, de intercambios… Todo esto depende de que realmente se logre un canal diplomático. Pero hay que tener en cuenta que si se consigue, se resolverían problemas que afectan a los Estados Unidos y a Cuba desde los últimos 20 años: narcotráfico, seguridad regional, medio ambiente, Guantánamo, migración…. Se están hablando desde Carter, desde los 80, y siempre han sido una discusión accidentada, boicoteada, intervenida…
Hemos visto unas comparecencias muy cordiales, pero supongo que un experto político puede ver un poco más allá. ¿Cree que todo ha sido cordialidad o se han marcado unas líneas rojas?
Por supuesto, Estados Unidos se va a mantener en foros americanos y bilaterales siempre a favor de los Derechos Humanos y la democratización. Cuba, por su parte, va a seguir defendiendo la independencia y la soberanía, que en el gobierno de Castro se entiende aparejada a un partido único y una ideología de estado.
¿Detectó algún mensaje oculto en las intervenciones?
Sí, existe un llamado de Obama a que una nueva generación se haga cargo del gobierno cubano. Afirmó que en el 61, cuando él nació, Fidel ya gobernaba. Está hablando de un nuevo liderazgo americano, una nueva generación de políticos en América. Insinúa que debe haber un cambio generacional en el gobierno cubano.
Hábleme de la simbología de los escenarios, del tono de los interlocutores, ¿cómo se preparan, visualmente hablando, unos discursos que llevan esperándose medio siglo?
Obama ha utilizado la típica estampa austera que suele utilizar la Casa Blanca. La de Raú,l sin embargo, ha estado llena de simbología.
¿De quién eran las fotos que pendían sobre Castro? ¿Qué querían decir?
Las tres fotos que estaban sobre el presidente pertenecían los libertadores Máximo Gómez, Antonio Maceo y José Martí, símbolos de su identidad revolucionaria. Lo que no pude averiguar, aunque lo intenté, es saber quiénes eran las personas que salían en las fotografías que tenía sobre la mesa. Pienso que podían ser del propio Raúl, en su época de político en la clandestinidad, esa época de la lucha civil contra Batista. Unas imágenes que tendrían mucho poder, ya que se identifica como un líder civil, aunque vaya vestido de militar para la comparecencia.
De eso quería preguntarle, ¿es casual su vestimenta de jefe militar?
El traje militar podría ser el símbolo. Como querer decir: este podría ser el último acto militar de una nación en guerra. Pero a la vez un mensaje para los cubanos, una demostración de que sigue siendo el general de las Fuerzas Armadas, para contrarrestar que los cubanos piensen que están claudicando. En este sentido el mensaje es: estamos en pie de lucha.
¿Notó alguna diferencia en el tono de los presidentes?
El tono que usa Castro es sumamente moderado. Dice que las medidas que ha tomado el presidente Obama merecen todo el respeto del pueblo de Cuba. Una frase así no se había producido en 50 años. Fidel, aunque alguna vez tuvo buenas palabras hacia Kennedy o hacia Clinton, nunca tuvo una expresión parecida.
El tono de Obama no ha sido duro. Pienso que más bien ha sido inteligente y persuasivo. Ofreció más contenidos. También fue más explicativo en relación a las expectativas. Ha criticado abiertamente la política de Estados Unidos hacía Cuba en los últimos 50 años, pero también ha pedido democratización en la isla. Raúl fue más parco. Centró su discurso en los conceptos de independencia y soberanía.
En conclusión, ¿estamos o no estamos ante una nueva situación geopolítica?
Puede ser el fin de un difícil estado diplomático y una nueva etapa en una negociación política. Hay que tener en cuenta que, en el acercamiento al gobierno cubano, se crea por un lado una depresión geopolítica y simbólica de la corriente bolivariana.
¿Piensa que el Congreso de Estado Unidos aprobará que se levante el bloqueo?
Sinceramente no. No creo que el Congreso de Estados Unidos quiera entrar en el debate de una revocación del embargo. Ahora se discutirán estas acciones que Obama va a querer hacer porque llega el fin de su mandato, y supongo que muchas serán difíciles de sacar adelante. Está esta, la de la ley de inmigración…. Y habrá más en estos meses. Pero soy optimista en que se puede llegar a un acuerdo que no sea binario, un sí o un no, que se llegue a algún tipo de ajuste con el embargo.
Lo más importante de lo que ha pasado hoy es la implicación ideológica o simbólica de ambos países, más que las propias medidas del anuncio.
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