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¡Cuidado con la frase ‘Vive cada día como si fuese el último’! Tiene un error de base

Seguro que habéis escuchado esta expresión muchas veces. Estoy seguro de que alguno de vosotros la tenéis como referencia, que es vuestro leitmotiv y que vivís cada día como si fuese el último. A mi realmente no me termina de convencer. Creo que tiene un fallo de base.

Debo confesar que nunca le hice mucho caso, como no se lo hago a la mayoría de las frases doctrinales, supongo que porque terminé harto de ellas después haber estudiado durante 15 años en un colegio de monjas. Sin embargo, el otro día leí un tweet con un comentario similar, me acordé de ella y pensé ¿Por qué no lo pruebo a ver cómo me va? ¿Por qué no vivo mañana como si fuera el último día de mi vida? Y lo hice.

Cuando al día siguiente sonó el despertador a las 7 a.m. me dije hoy voy a vivir como si fuese mi último día.

Lo primero que hice fue poner el despertador 30 minutos más tarde porque obviamente el último día de mi vida no iba a ir a trabajar y también es tontería pegarse el madrugón para nada.

Una vez en pie, mientras desayunaba pensé que al menos a mi familia y cuatro ó cinco amigos más íntimos debería decirles que ese día lo viviría como si fuese el último. Para el resto de amigos y conocidos lo hice con un tweet. Error. Mi madre rompió a llorar desconsolada pensando que me habían diagnosticado alguna enfermedad terminal. Mi padre que es más racional empezó a decirme que antes debía dejar todo bien atado y me preguntó que dónde tenía todos mis documentos (contratos, seguro, cuentas, etc.).

Mis hermanos se personaron en mi casa en cinco minutos porque pensaban que me quería suicidar o algo así. Algunos de mis amigos tras ver el tweet empezaron a twittear sobre los buenos momentos que pasamos juntos, lo cual fue muy emotivo (¡fui trending topic por un buen rato!). Mi teléfono no paraba de sonar y finalmente colapsó. ¡Error de comunicación!

Cuando deshice el lío ya había consumido medio día así que pensé: “Bueno, tengo que darme prisa para hacer esto y aquello y lo otro. ¡Ah! y también eso y lo de más allá y mucho más. Corría de un sitio para otro tratando de hacerlo todo. Dos horas más tarde estaba agotado. ¡Joder, que estrés! ¡Error de planificación!

Me temo que vivir como si fuese el último día no es lo mío. Pensando así, solo podría hacer planes muy inmediatos, de muy corto plazo y, por tanto, de felicidad efímera y tendría que empezar cada día de nuevo todo. A mí eso no me va. Yo doy más valor a una maratón que a los 100 metros.

En fin, entiendo el concepto y filosofía de la frase. Se trata de vivir con la máxima intensidad y de sacar el máximo partido a cada experiencia y acción en la que nos involucramos. Con eso estoy al mil por ciento de acuerdo. Pero insisto, la frase está mal enunciada. Hay que cambiarla.

Foto: Ercwttmn reproducida bajo licencia CC

Por José Alberto Benavides

José Alberto Benavides dialoga en Twitter con el nombre de usuario @JoseLond.

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