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Cutreteinment: hablar, grabar y cobrar

Una persona consigue una cámara, invita a otra a hablar y la filma. Ni siquiera hace falta un plató. Se trata de famosos hablando con otros famosos promocionándose a sí mismos. Puede hacerse en coches, caminos de tierra o entre dos helechos. Solo hace falta que el invitado sea conocido. Y como todo queda registrado tarde o temprano la celebridad dirá algo, hará un gesto o se sacará un moco.

Hablar, grabar y cobrar… puro cutreteinment.

¿Guion? Cero. ¿Complejidad? Ninguna. ¿Grado de interés? Mmm. Pero no importa. Las compañías de streaming, los participantes y algún que otro espónsor ganan. Todos ganan, excepto los espectadores, que creen estar viendo una entrevista, o algo así, pero en realidad están ante el equivalente audiovisual del fin de la historia. He aquí un pequeño menú degustación:

Comedians in Cars Getting Coffee: un programa de 16 minutos en el que, armado de dos GoPro y unos micrófonos de solapa, Jerry Seinfeld lleva a otro cómico en coche a tomar café. ¿Esperaban más? Pues no.

Hiking with Kevin: Kevin Nealon, otro cómico retirado que no sabe qué hacer con su tiempo, lleva a un famoso a hacer senderismo y lo filma todo con un teléfono. Su mayor inversión fue el palo para selfis.

Carpool Karaoke: James Corden, que como sigue en activo tiene que pagar el alquiler, recoge a una celebridad de la calle, pone una canción en el estéreo del coche y ladra con su invitado.

My Next Guest Needs No Introduction: David Letterman, conductor del exitoso programa de la TV americana, se deja la barba y entrevista a todos los famosos que ya pasaron por los programas anteriores, pero en un teatro.

The Break: una superproducción. La cómica Michelle Wolf corre de una punta a otra del plató, actuando en distintos segmentos de su show. Ah, y tiene de acompañante a un DJ muy sonriente. Para no morir de soledad, quizá.

Zach Galifianakis, el de Resacón en Las Vegas, notó asombroso el giro hacia el cutreteinment y decidió sarcásticamente llevar el formato a la cutrez plus ultra. Su programa Between Two Ferns –con título en 8-bits y banda sonora de ascensor— consta apenas de dos helechos y una cortina negra.

A ese entorno de suntuosidad –no olvidemos que hay sillas–, Galifianakis invita a un ego sobredimensionado (Seinfeld, Aniston, Brad Pitt) y lo maltrata sin piedad. Incluso llega al extremo de insultar al invitado desplazándolo con una celebridad de poco calibre a la que le da mucho mayor protagonismo.

Estas producciones de bajo presupuesto con gente que habla no son nada nuevo. Sin embargo, hubo una época en que las emisiones televisivas de calidad (A fondo, con Joaquín Soler Serrano; Apostrophes, de Bernard Pivot; o el Dick Cavett Show) presentaban a anfitriones inteligentes entrevistando a personalidades relevantes de la cultura. Con el tiempo, el formato cambió y el entrevistador agudo comenzó a tirar de celebridades.

Cuando la crisis llegó a las cadenas –y a la cultura—, los productores consideraron más rentable—y facilón— eliminar al entrevistador agudo y optar por una celebridad. Estos famosillos, por lo general un cómico sin trabajo, empezaron entonces a entrevistar a otros famosillos creando una endogamia de autobombo. Un fenómeno vergonzoso pero rentable que en marketing se denomina sinergia.

No es que ganar dinero con un programa sin contenido no requiera inteligencia, la exige. Pero hay una cierta ausencia de enjundia que produce nostalgia. Y si bien no todo lo pasado fue mejor, algunas cosas sí lo eran. En un clip sobre los fallos de los programas de entrevistas actuales, el propio Dick Cavett reflexiona: «Yo hacía lo que se consideraba impensable: un programa de una hora y media con un único invitado. Ahora nada dura una hora y media. Hoy el famoso llega, pasa el tráiler de su última película, dice ‘genial’ siete veces y se va».

Por suerte, siempre hay quienes apuestan heroicamente por la calidad. Como los creadores de Bullethead, una historia sobre tres ladrones –Malcovich, Brody y Rory Culkin— atrapados en una nave industrial con un perro de riña muy grande y muy enojado. La película fue filmada en Bulgaria con un presupuesto mínimo. Pero cuenta con un excelente guion. Por eso quizá haya que tener fe en un posible renacimiento del formato.

Pero como a los grandes estudios hace rato que no se les cae una idea nueva, aquí van algunas propuestas para shows de bajo coste y aún menor calidad:

-Toreros en enfermerías toman jerez

-Respirando monóxido en camiones con inmigrantes

-Artistas explicando obras conceptuales a incrédulos

-Charlas en coches blindados con funcionarios de la UE

-Directores de cine rememoran acosos

Por cierto, la definición de disruptivo es esta: «el uso de tecnología ya existente en un contexto nuevo». Por eso en el futuro tal vez presenciemos un programa en el que una celebridad sea entrevistada por un robot. O peor, uno en el que dos robots, uno más famoso que otro, hablen de sus nuevos proyectos, pongan un tráiler y repitan la palabra genial numerosas veces. O peor aún, un programa llamado Robot en Coche Autónomo Hablando Solo.

Por Claudio Molinari

Claudio Molinari es escritor.

Una respuesta a «Cutreteinment: hablar, grabar y cobrar»

De acuerdo con todo. Menos lo de Bullethead. Todavía estoy intentando entender si es ironía. Por favor, dime que es ironía…

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