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El Día (D) en que los ingenieros vencieron la guerra

El 6 de junio de 1944 se lanzaba en las costas de Francia la Operación Overlord, más conocida para la posteridad como Desembarco de Normandía o Día D, la operación militar más famosa de la historia, así como una de las más complejas y determinantes de la contienda (con permiso de Stalingrado), pues su éxito inclinó definitivamente la balanza hacia los aliados en la II Guerra Mundial, que concluyó apenas un año después en el teatro europeo.
Del Día D se han escrito mares de tinta y se han rodado fabulosos documentales y centenares de películas, incluyendo la famosa escena de apertura de Salvar al soldado Ryan, probablemente la más famosa y lograda recreación. Pero, como dijo en 1972 Mao Tse Tung cuando fue cuestionado sobre la Revolución Francesa, «aún es pronto para valorar su impacto».
El desembarco de Normandía no solo supuso una audaz operación militar, sino también una ingeniosa tarea de los servicios de inteligencia y, last but not least, un excelso desempeño logístico culminado gracias al trabajo de un puñado de ingenieros, verdaderos héroes anónimos de aquel día que cambió el curso de la historia.
 
El farol: un ejército fantasma
En mayo de 1944 la guerra en Europa empezaba a tomar un cariz claramente desfavorable para el III Reich. Vapuleados en el frente soviético, Alemania había desatendido el frente occidental, donde cualquier atisbo de resistencia había sido aplastado por la apisonadora de la Wehrmacht en la primera fase de la guerra. Comparado con el tenaz terreno oriental, defender las costas francesa y holandesa era poco menos que unas vacaciones para los soldados alemanes.
Hitler y su Estado Mayor estaban convencidos de que la invasión aliada vendría por el camino más corto entre Inglaterra y el continente, el paso de Calais, y allí situó el grueso de sus defensas. En una jugada magistral, los servicios de inteligencia norteamericanos alimentaron esta sospecha creando un ejército fantasma, al frente del cual pusieron al mismísimo general Patton, héroe de la guerra en el norte de África. El falso ejército, integrado por un millar de actores, artistas y publicistas, construyó miles de tanques de cartón, llevó a cabo maniobras simuladas y difundió falsas comunicaciones para hacer creer al Führer que el desembarco tendría lugar en Calais.
El órdago: la alternativa de Normandía
La lógica de los nazis era irrebatible: los aliados solo podrían desembarcar en un puerto, de modo que los larguísimos arenales de Normandía estaban desguarnecidos (es un decir: miles de soldados aliados fueron masacrados en la primera fase de la invasión). Con lo que no contaban los alemanes era con la audacia de la Compañía de Ingenieros Reales Británica que, en los días posteriores a la invasión, logró construir dos muelles artificiales flotantes de quince kilómetros de longitud —Mulberry I y II— que resultaron clave para el éxito de la misión: durante los diez meses posteriores al Día D, 2,5 millones de hombres, 500.000 vehículos y 4 millones de toneladas de suministros fueron desembarcados a través de los muelles (en realidad, de uno de ellos, pues el otro se hundió durante una fuerte tormenta), convirtiéndose en el puerto más transitado de Europa durante aquel período.

Todavía hoy se pueden ver en las playas de Normandía algunos restos de los imponentes muelles artificiales erigidos hace 70 años, y, gracias a la tecnología, podemos recorrerlos y examinarlos con todo lujo de detalles. Esto ha sido posible gracias a la recreación en 3D que ha realizado la empresa francesa Dassault Systèmes, una minuciosa y muy bien documentada reconstrucción del escenario del Día D en el que uno puede, literalmente, sumergirse en las aguas del Canal de la Mancha y observar la magna obra de ingeniería de los muelles Mulberry.
El proyecto ha sido llevado a cabo por el denominado Passion for Innovation Institute, una división de la empresa a medio camino entre la filantropía genuina y el lavado de imagen del gigante francés de la defensa. La reconstrucción de los muelles Mulberry es algo más que un divertimento. En palabras del vicepresidente de Dassault Systèmes, Mehdi Tayoubi, «el archivo digital servirá para que los historiadores de la posteridad puedan reconstruir dentro de 100 años lo que sucedió hace 70». Si es que queda alguien para entonces, se entiende.
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