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Creatividad Digital

Dabball, jugando con el arte a través de apps


Las galerías de arte solían estar en locales de todo pelaje, que iban desde cuchitriles sombríos hasta grandes monstruos de acero y vidrio. Digo solían porque ya no están allí, al menos exclusivamente. El arte dio el salto a Internet hace unos años, constituyéndose así la red como un gran muestrario de creatividad. Ahora se cuela en los dispositivos móviles en forma de app que, además, intenta erigirse como fuente de ingresos de los artistas que ceden sus obras.
Dabball se define como «la primera galería interactiva de arte en el mundo que te permite buscar, comprar y utilizar obras de para jugar». Es exactamente eso, un importante catálogo de obras gráficas que sirven como escenario para juegos móviles, simples, pero juegos al fin y al cabo.
La app ha sido desarrollada por ecopop y lo primero que destaca es su cuidada apuesta por el apartado gráfico. Desde el logo inicial de la desarrolladora, Dabball es un interesante paseo por diferentes propuestas de hasta cincuenta y dos artistas diferentes.

Las obras se convierten en patio de juegos y los juegos se transmutan una vez más en obras, en forma de láminas, que se pueden comprar desde la misma aplicación. La concepción de cada app como un lugar en el que vender cualquier tipo de producto es ya lo suficientemente atractiva como para revisar la iniciativa. Sin embargo, esa idea proyectada en la divulgación del arte y el aumento de la actividad económica en torno a este es una gran noticia para los creadores.

Este post se publica simultáneamente en The App Date, el evento mensual en torno al mundo de las apps del que Yorokobu es media partner.

Por David García

David García es periodista y dedica su tiempo a escribir cosas, contar cosas y pensar en cosas para todos los proyectos de Brands and Roses (empresa de contenidos que edita Yorokobu y mil proyectos más).

Es redactor jefe en la revista de interiorismo C-Top que Brands and Roses hace para Cosentino, escribe en Yorokobu, Ling, trabajó en un videoclub en los 90, que es una cosa que curte mucho, y suele echar de menos el mar en las tardes de invierno.

También contó cosas en Antes de que Sea Tarde (Cadena SER); enseñó a las familias la única fe verdadera que existe (la del rock) en su cosa llamada Top of the Class y otro tipo de cosas que, podríamos decir, le convierten en cosista.

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