Un futbolista catalán con ocho años de experiencia en la Premier League, un cocinero japonés autodidacta e hijo de un maestro del sushi, y un músico islandés que descubrió su vocación con las sartenes y ollas que su madre tenía en la cocina… A priori, poco o nada parecen tener en común. Pero, ya se sabe, las apariencias, engañan.
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Indagando un poco más en la trayectoria de cada uno, pronto se descubre lo que les une. El primero, Cesc Fàbregas, volvió la temporada pasada al Barça a pesar de ser el capitán y la gran estrella del Arsenal, y del ‘culebrón’ en el que se convirtió su fichaje.
Hace algo más de tiempo, unos quince años, más o menos, Hideki Matsuhisa descubrió en Barcelona la posibilidad de fusionar las técnicas tradicionales japonesas con los productos y características de la cocina nipona. Fue entonces cuando decidió abrir sus propios restaurantes en esa misma ciudad.
Halldor Mar, por su parte, eligió Barcelona para perfeccionar sus estudios de guitarra clásica. Allí descubrió que prefería crear sus propias obras y encontró en los pubs irlandeses de la ciudad un buen circuito para sus ‘bolos’.
El Mediterráneo es lo que tiene. Es capaz de hacer confluir a gentes de todo tipo de procedencias, ocupaciones, gustos…
Un día, la impronta mediterránea de los tres coincidió en un mismo lugar. Era un barco pesquero. A él se subieron Cesc, Hideki y toda la tripulación. El chef aprovechó que el clima acompañaba, pese a ser un día de invierno, y que allí estaba su amigo Cesc para deleitarle con su plato preferido: sushi. Los pescadores también estaban invitados, claro, y de hecho colaboraron en la elaboración del almuerzo puesto que fueron ellos los encargados de capturar las gambas con las que Hideki iba a preparar el sushi.
La jornada resultó perfecta. De beber, Estrella Damm para todos, y de música de fondo, la versión de la habanera ‘La bella Lola’ de Halldor Mar.
Aun sin pisar el barco, el músico islandés no quiso perderse la cita. Porque junto a Hideki y Cesc, el músico es el ejemplo perfecto de lo que Estrella Damm quiere demostrar en su nueva campaña (dirigida por Oriol Villar, otro mediterráneo de pro): no es el qué, es el cómo. En definitiva, no se trata de lo que ofrece el Mediterráneo (clima, gastronomía, paisajes…) sino la manera en la que decidimos vivirlo.
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