En realidad nadie sabe a ciencia cierta cómo comenzó todo. Los objetos, las personas, comenzaron a desarrollar costuras que servían de límite a grandes morcillas de vinilo. Todo comenzó a engordar y a adquirir un aspecto que en algunos casos hacía a los habitantes de la ciudad sonreír, en otros poner muecas de asombro y, en casi todos los casos, invitaba a reflexionar acerca de lo grotesco que puede llegar a ser el mundo que habitamos. La caricatura que supone este escenario imaginario se hizo real hace unos cuatro años en la mente del artista visual francés David Gouny. De su cabeza nació el Fat Virus, un virus artístico que dota a cualquier objeto de un aspecto gordoncho y mullido y que hace recordar con cariño grandes hallazgos de la humanidad como el dadaísmo. Gouny vive cerca de París, en Bourg La Reine, «un lugar no muy entretenido para vivir pero bueno para dormir». Quizás por eso quiso cargar de humor cualquier cosa que hacía. «Comencé pintando y creando arte urbano. Mi pintura era figurativa. Amaba a Francis Bacon y la distorsión pictórica», explica. «Me gustaba jugar con pocos colores: blanco, negro, rojo y azul. Pronto me sentí frustrado porque la pintura no tenía el volumen que yo quería«.
— Nota: Eastpak invitó a Yorokobu al evento en Amberes y se hizo cargo de los gastos. Allí entrevistamos a David Gouny.