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Creatividad

De primero, el menú

En un mundo ideal, esto sería la situación que uno se encuentra cada vez que visita un restaurante. Una carta con tipografía legible, información bien estructurada y, si es posible, coherencia con el entorno y el diseño del restaurante. Pero la realidad muchas veces es bien distinta y le estética pasa a segundo plano. En el fondo muchos lugares lo pueden pasar por alto. Más vale tener un restaurante con buena comida y con un diseño de menú mediocre que una carta excepcional con una comida pobre, ¿no?

¿Pero por qué no aspirar a hacer bien las dos cosas?

Mucca Design es uno de esos estudios que se encarga de complementar la creatividad y capacidad del cocinero con un diseño acorde. Su punto fuerte no solo está en el cuidado de sus trabajos, está en la versatilidad que tiene a la hora de realizar estos proyectos. Al igual que se atreven con diseños clásicos afrancesados de principios del siglo 20 (Balthazar y Pastis), son capaces de realizar un menú compuesto completamente de tipografías hechas a mano (Schiller’s) o reflejar el espíritu colorista y dinámico de un barrio de México D.F. (La Condesa).

Aun contando con diferencias notables entre cada una de estas cartas, Roberta Ronsivalle, directora de Mucca, insiste que existen elementos filosóficos que las une a todas. “Buscamos un equilibrio entre la funcionalidad y la estética de la carta. Entre evocar el alma del restaurante y crear una experiencia usable. En ejecutar bien una tipografía que refleje la personalidad del restaurante y la cocina, pero que al mismo tiempo sea legible bajo la luz de las velas. Un buen menú ayuda a los comensales a navegar entre distintos platos, opciones y precios, guiando el ojo inteligentemente a la información más significativa. Pero lo más importante de todo, es que un buen menú debería provocar hambre”.

En los últimos años, su trabajo ha sido puesto en valor por una creciente concienciación en el sector de la restauración estadounidense por cuidar este tipo de detalles. “Se están dando cuenta que el menú tiene el potencial de establecer una valiosa primera impresión. Desde el momento en que se sientan los patrones, ofrece una oportunidad para introducirlos a la personalidad del restaurante de una forma memorable. Cartas bien diseñadas son especialmente importantes en ciudades como Nueva York donde, además de acudir a un restaurante para comer buena comida, la gente también busca relajarse y disfrutar de la experiencia”, añade Ronsivalle.

Pero los responsables de Mucca saben que, en el fondo, todo el diseño del mundo no sirve para nada si fallan el resto de elementos. “Nos encantaría pensar que un menú por si solo puede convertir un restaurante en un éxito de la noche a la mañana. Pero seamos realistas, hasta los mejores menús solo sirven de complemento a la comida, calidad del servicio y ambiente de un restaurante. Si tiene éxito, el menú mejora una experiencia que ya de por si es memorable”. La próxima vez que veas un menú que te sorprenda, fíjate bien. Puede que sea el último trabajo de Mucca.

Si los ojos son el espejo del alma, los menús son los de los restaurantes. En su interior está la llave para despertar la curiosidad y saciar el hambre. Su estructura, palabras y precios informan al comensal y otorgan poder de decisión (o al menos dan la sensación de hacerlo). Son la puerta de entrada a la experiencia que está a punto de comenzar.

The Blue Pig Tavern

“Los menús están adornados con tipografía del siglo 19 y estampados tomados de la cerámica antigua del hotel. Encargamos el logo a un ilustrador en el estilo de los grabados de la época. Dado que es un establecimiento abierto a las familias, decidimos darle una sonrisa de gentleman al buque insignia del hotel”.

Schiller’s

Para este bar de copas, que también sirve comida, Mucca optó por una tipografía hecha completamente a mano para dar ‘actitud’ al local. El menú de vinos se divide en tres secciones: Barato, Decente, Bueno. “El diseño evoca un negocio familiar de Europa del este”. Para la señalética apostaron por el neón.

Balthazar y Pastis

 

“Cuando decidimos dar a Balthazar y Pastis un aire a una ‘brasserie’ francesa de principios del siglo 20, estudiamos la tipografía de la época y la reinterpretamos para una audiencia contemporánea”.

La Condesa

“Esta identidad se inspira en el ecléctico paisaje visual del barrio de Ciudad de México de donde toma su nombre”.

Teplitzky’s

Este ‘diner’ contemporáneo, situado en el interior del hotel The Chelsea (Atlantic City), recupera la estética de los carteles antiguos de la ciudad conocida por sus casinos.

Parc

“Buscamos dar un aire más fresco a este café francés. Lo diseñamos acorde a su entorno arbolado situado en la plaza Rittenhouse de Philadelphia”.

Este artículo fue publicado en el número de noviembre de Yorokobu.

Fotos: Mucca y Art of Menu

Por Marcus Hurst

Marcus Hurst es Cofundador de Yorokobu y Redactor Jefe de Ling Magazine. Puedes seguirle en @marcushurst

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