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Dejad que las algas salven el planeta

Imaginemos que la atmósfera en la Tierra se vuelve irrespirable. Imaginemos que esto que hoy nos agobia dejara de ser un problema en el futuro.

Puestos a imaginar, el estudio de arquitectura e innovación ecoLogicStudio ha diseñado dos proyectos arquitectónicos capaces de purificar el aire y neutralizar las emisiones de carbono. ¿Con delicados materiales creados en laboratorios y complejos sistemas tecnológicos? No, con algo tan sencillo y tan natural como las algas y la ayuda de la inteligencia artificial.

¿VIVIR EN UNA BURBUJA?

El primero de ellos lo han bautizado como Air Bubble Air-Purifying Eco-Machine y podría definirse como un ensayo artístico y lúdico para demostrar que la arquitectura puede ayudar a limpiar el aire. Se trata de una enorme burbuja inflable con forma de medusa que contiene 6.000 litros de agua y 200 litros de cultivo vivo de algas chlorella capaces de filtrar 100 litros de aire contaminado cada minuto.

Un conjunto de acelerómetros que detectan el viento e inducen vibraciones a la estructura neumática de la burbuja controla en tiempo real su estructura exterior. Dichos sensores, gracias al movimiento que se produce tanto fuera como dentro de la instalación, activan una serie de luces que favorecen la fotosíntesis de las algas y aumentan, de esta manera, la purificación del aire en su interior, creando un microclima. Así, cuanta más gente camine y juegue dentro, más limpio será el aire que se produzca en la burbuja.

Según sus creadores, la ecomáquina genera una corriente de circulación de aire constante que absorbe hasta seis contaminantes como el ozono a nivel del suelo, el dióxido de nitrógeno, el dióxido de azufre y el monóxido de carbono, y es capaz de absorber el 97% del nitrógeno y el 75% de las partículas del aire.

BIOINDUSTRIA, OTRO MODELO DE PRODUCCIÓN

El segundo proyecto de ecoLogicStudio tiene que ver con la arquitectura industrial. Lo han bautizado como BioFactory y ya se ha instalado un proyecto piloto en la sede de Nestlé en Lisboa.

BioFactory, cuentan sus creadores, integra fotobiorreactores de algas dentro de un revestimiento de membrana. En esos fotobiorreactores se cultivan microalgas alimentarias que se alimentan de las emisiones de CO2 de la fábrica o edificio comercial en los que se instalen.

La biomasa recogida se convierte en una materia prima renovable y sostenible con la que producir, por ejemplo, productos alimenticios y envases neutros en carbono. Pura economía circular que consigue que las biofábricas sean capaces de autorregularse y aprender. A medida que esos cultivos de microalgas crecen, se vuelven más resistentes y desarrollan mayores niveles de productividad.

El estudio de arquitectura ha pensado también en la sostenibilidad del proyecto incluso desde su construcción, que mantendrá su objetivo de bajas emisiones de carbono gracias a los materiales que se emplearán en el revestimiento de las fachadas.

Las biofábricas contarán también con la ayuda de la inteligencia artificial para crear un sistema de sombreado ajustable que reducirá los costes de refrigeración de estos edificios, a la vez que permitirá la entrada de luz natural. La prioridad, aseguran, es el bienestar y la salud de los trabajadores.

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