«Nunca el tiempo es perdido», canta Manolo García, y tiene más razón que un santo. Sobre todo ahora, en vacaciones, cuando el lujo está en no tener ninguna obligación. Lo que los italianos llaman el dolce far niente. Porque ese tiempo que algunos consideran perdido no lo es, en realidad. Así que no te sientas culpable por dedicar tus días de descanso a no hacer absolutamente nada.
Lo cierto es que la vida cotidiana nos empuja a estar siempre activos, a rentabilizar nuestro tiempo, a no parar. Producir, producir y producir. Pero el verano nos deja otra lección: el tiempo invertido en descansar no se pierde, se gana.
Es el momento de desconectar y aprovechar para hacer aquellas actividades que nos hagan sentir bien, que nos relajen y que nos saquen de la rueda de la productividad por unos días. Sin embargo, hay algunas personas a las que les cuesta mucho desconectar en vacaciones. Son los llamados workaholics, los adictos al trabajo. Y esto puede suponer un problema no solo para ellos y para su salud física y mental, sino también para quienes viven en su entorno.
Afortunadamente, existen algunos consejos para conseguir olvidarnos de la rutina y dejar el trabajo atrás durante unos días. Cosas como desactivar las notificaciones de nuestros teléfonos móviles, permitirnos no hacer nada, pasar más tiempo con la familia y con los amigos…
Silvia Panadero nos habla de todo ello en este artículo de Igluu.