Que el término ‘dos punto cero’ se ha convertido prácticamente en un sufijo que aplicamos a cualquier palabra con intención de dotarla de un significado más ‘trendy’, es algo a lo que todos estamos ya acostumbrados. Pero desde que Tim O’Reilly lo utilizó para definir el concepto de la nueva web en su famosa conferencia de 2004, se ha expandido para aplicarlo en cualquier ámbito de las relaciones humanas.
Y aunque el término parezca que debe ir siempre asociado a la implementación de tecnología, la verdad es que corresponde más a una actitud personal, que al simple uso de las TIC.
Prácticamente todos los sectores productivos en la actualidad, se afanan por conocer los nuevos paradigmas de la sociedad contemporánea e incorporar en sus actividades los nuevos modelos de gestión. Pero la verdadera transformación debe ser, primero, la mental. Y para eso sirve una experiencia como la del MIB, el master te acerca a la realidad digital y te prepara para ser un ‘inmigrante’, pero con ‘papeles’, para los que no hemos podido nacer ‘nativos’. Y esta trasformación, sin duda, es el primer paso hacia la innovación.
Por otro lado, la innovación siempre se ha nutrido de experiencias e investigaciones que se han desarrollado en otras áreas de la creación humana, como por ejemplo, el arte.
Todo el arte de los últimos 150 años podemos decir que corresponde a visionarios con una mentalidad avanzada sobre el significado del ser y la sociedad, no voy a describir ejemplos, pero piense en cualquier artista relevante del s.XX y lo comprobará. Y esas creaciones, que en la mayoría de los casos, no tuvieron una buena acogida en su momento, se consideraron reveladoras, para cualquier otra actividad humana decenas de años más tarde.
Sin embargo, ante la transformación social que la revolución digital trae aparejada, la producción artística actual se ha quedado apartada de los vectores de fuerza que lideran dicho cambio. Los conceptos que engloba el término 2.0 como la apertura, el intercambio y la acción global no han sido hasta la fecha incorporados por una gran mayoría de creadores y menos en la mecánica institucional que gestiona el mundo del arte.
Mi proyecto de la Sala de Arte Joven 2.0 realizado conjuntamente con mi amigo Rafafans, se basa en la materialización formal de las dinámicas relacionales que se experimentan en internet, con las redes sociales como protagonistas.
Desde mediados de abril hasta finales de agosto, la Sala de Exposiciones de la Comunidad de Madrid en la Avenida de América 13, se transforma en una plataforma de participación social, en un proceso continuo y acumulativo, en el que usuarios y consumidores de cultura tienen la oportunidad de colaborar junto con artistas de reconocido prestigio en la producción de una obra de arte global que pretende materializar varios conceptos básicos de un proceso de co-creación: la inteligencia colectiva, la disolución de la autoría y la democratización de la cultura.
Israel Sousa es museógrafo y gestor cultural.
Una respuesta a «Desde el corazón del MIB: Arte 2.0»
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