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Dexter vs. Dexter

Dexter se ha convertido en un icono popular, con menos penetración que otros personajes de ficción contemporáneos, pero con la fuerza suficiente para ser evocado a la hora de los telediarios. ¿Por qué Dexter mantiene la ‘imagen de marca’ a pesar de la pérdida paulatina de interés de la serie?

(Antes de continuar: esta no es una ‘review’. Contiene algunos espóileres. No cuento el final).

Dexter como icono popular

Café con mi mujer, sus amigas y sus parejas. Conversaciones triviales hasta que surge el nombre de un asesino de niñas cuya mención es habitual en los últimos telediarios. No estamos de acuerdo con la sentencia.

“Qué pena que no haya un tío como Dexter”, dice una de las amigas de mi mujer.

[pullquote align=»right»]Dexter se coloca a la altura de Harry, el Sucio. Dexter, para audiencia joven; Harry, para los más veteranos.[/pullquote]

Y todos asentimos. Ahí acaba este tema de conversación sobre el asesino de niñas. Hasta ahora, en este grupo de amigos y conocidos no habíamos hablado de series de televisión. En esto veo que Dexter se ha convertido en un icono popular que aparece cuando sentimos que la ley y la justicia son conceptos distintos.

Dexter se coloca a la altura de Harry, el Sucio. Dexter, para audiencia joven; Harry, para los más veteranos. Los espectadores hemos pasado de la justicia del tipo duro, el tipo que hace lo que tiene que hacer (un Eastwood, un Bronson), a la justicia del tipo que disfruta ejecutando. A los tipos duros se les permite un momento de debilidad, a Dexter le critica su público, y sin piedad, a medida que se aleja del monstruo y se acerca a la persona. Las redes sociales recogen estos testimonios:

“Odio a este Dexter blandito”, escribe una joven clarinetista.

“No me gusta Dexter enamorado”, escribe una madre de dos hijos.

(Dexter enamorado, no de Rita, a la que nunca amó, aunque la lloró). 

Y los blogueros que quieren envolver en plástico a los guionistas “porque este Dexter no es nuestro Dexter”. Realmente hay pocas críticas por los guiones; muchas por ‘humanización’ de Dexter.

La vieja fórmula de Dexter

Algunos blogueros ‘diagnostican’ que “la fórmula se agotó”. Sin embargo, no es la fórmula la que que se gasta. La fórmula se rompió con la muerte de Rita. La fórmula consistía en:

– Debra Caperucita Roja va detrás del lobo.
– Dexter juega a papás y mamás con Rita simulando sus ansias de ir a cazar al bosque.
– Debra se mete en la boca del lobo.
– Dexter cazador despiadado mete piedras en la barriga del lobo para ahogarlo en el río.

La muerte de Rita quizá debió marcar el punto final de la serie porque Dexter siente por primera vez dolor emocional: el ‘héroe’ descubre que es vulnerable. Además, la muerte de Rita coincide con el crecimiento de Debra. La hermana deja de ser vulnerable y se convierte en una heroína con placa y pistola que acapara titulares de los periódicos. Dexter ya no necesitará saber dónde está Debra a cada momento y, por otro lado, no se verá obligado a fingir el papel de buen esposo.

Resulta curioso que el fin de la fórmula, y que el protagonista goce de libertad de horarios y ataduras, signifique el punto de no retorno de Dexter. Agotado el ‘camino social’, los guionistas deben investigar el ‘camino emocional’, y esto significa ahondar en la vulnerabilidad de Dexter.

El espectador no quiere un héroe débil

Y los espectadores no perdonan a los héroes vulnerables, aunque estos sean criminales. Se sienten estafados. (Estaba en la sala de cine cuando el Superman de Christopher Reeve se deshace de los poderes para estar con Lois Lane. Tenía entonces 10 años, pero recuerdo a los espectadores enfadados porque un tipo corriente, grotesco, humillaba a un Superman sin poderes en un bar de carretera de Alaska).

Los espectadores seguimos con Dexter (la serie) por Dexter (el personaje). Hacemos válida la reflexión de Ortega y Gasset sobre los seriales del cine mudo (en Meditación sobre la novela, 1925):

Alguna vez he intentado aclarar de dónde viene el placer que originan algunas de estas películas americanas, con una larga serie de capítulos (…) Y con no poca sorpresa he hallado que esa complacencia no procedía del estúpido argumento, sino de los personajes mismos (…) nos gusta verlos entrar y salir y moverse.

Nos gusta ver a Dexter Morgan entrar y salir y moverse. Y Dexter, la serie, es más que un estúpido argumento: es un viaje reflexionado al interior de la bestia que llevamos dentro. La voz en off de Dexter a menudo se identifica con nuestra voz en off. El «no entiendo a las personas…» del personaje es nuestro «no entiendo a la personas…» Pero nosotros callamos a menudo. Somos civilizados.

Breaking Bad vs. Dexter

[pullquote]Breaking Bad alcanza el Olimpo con un Walter White metamorfoseado en Heisenberg (un macho alfa)[/pullquote]

Adoramos a Dexter Morgan, pero nos resultan poco satisfactoria las últimas temporadas de la serie. Es curioso que mientras que Breaking Bad alcanza el Olimpo con un Walter White metamorfoseado en Heisenberg (un macho alfa), la serie Dexter se precipita al inframundo cuando Dexter Morgan abandona el status de superhombre nietzscheano (mito cercano a la deidad) por acercarse al hombre común. Las pasiones conducen a errores. Y los héroes no pueden tener errores.

La ‘imagen de marca’ Dexter

Sin embargo, Dexter, el personaje, cimentó el mito en las cuatro primeras temporadas. Su ‘imagen de marca’ tiene una fuerza equivalente a la de Sherlock Holmes. Las distintas versiones del detective —algunas infames o desmitificadoras— no desluce la imagen popular, el canon Doyle. De igual manera, las últimas temporadas de Dexter no desvalorizan al personaje como justiciero implacable y que no comete errores. Dexter es y seguirá siendo por mucho tiempo nuestra deseo de justicia primitiva (ojo por ojo) que toma forma; nuestra parte más visceral que asoma en sueños; nuestro oscuro pasajero.

 

Por Javier Meléndez Martín

Soy guionista desde 1998. He trabajado en producciones de ficción y programas para Canal Sur, ETB y TV3.

Co-escribí el largometraje para televisión Violetas (Violetes), una película para Televisió de Catalunya, Canal Sur Televisión y Canal 9. (2009).Violetas consiguió dos premios y dos menciones.

Imparto talleres de guion desde 2010.  Ahora, en Portal del escritor.

Puedes leer mi blog La solución elegante (recomendado por la Universidad Carlos III de Madrid para estudiantes de guion).

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