Dildos caseros: Ejemplos que quizás nunca debieron serlo

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La variedad de dildos

La variedad de dildos que se puede encontrar hoy en día en una tienda erótica resulta casi desbordante. No solo en tamaños y colores, sino sobre todo con múltiples formas o incluso materiales, que van desde la silicona médica hasta el vidrio, y que pueden ser de fabricación industrial o hechos a mano.  Pese a que hay donde elegir, hay quien prefiere recurrir a lo que se conoce como dildos caseros, es decir, objetos cotidianos que se encuentran en casa y que se pueden usar como dildo por su forma fálica.

Es decir, coger un elemento que encontramos por casa y que pensamos que por su forma puede servir para ser introducido en la vagina o en el ano, sin tener nada más en cuenta.

De hecho, los juguetes eróticos, antes de convertirse en un producto más industrializado, sobre todo debido al invento de los vibradores y a la llegada de la electricidad a los hogares, eran sobre todo de uso más doméstico y creados a mano, incluso con maderas o huesos. Algo casi artesanal.

Antecedentes históricos

Pero al igual que ya no nos vestimos o comemos como lo hacían nuestros antepasados, no tiene sentido masturbarse de la misma forma. Sobre todo porque, al igual que pasaba con otros aspectos de la vida antiguamente, la higiene en estos inventos caseros brilla por su ausencia.

Hay quien soluciona las posibles infecciones utilizando los dildos caseros en cuestión con un preservativo, pero lo que no siempre se tiene en cuenta es que estos dildos pueden romperse y quedarse en el interior del cuerpo, o cosas peores.

Así, los médicos de urgencias de algunos hospitales dicen haber encontrado elementos tan diversos como fluorescentes o embutidos. Y lo que no nos cuentan.

Ideas de cómo hacer un dildo en casa

De entre los dildos caseros más comunes, sin duda, están las frutas y verduras. De hecho, hay quien prefiere llamarlos dildos ecológicos. Si bien es cierto que resultan los menos dañinos, siempre y cuando se utilicen con un preservativo, hay que tener en cuenta que a veces la superficie de una zanahoria, un calabacín o un pepino, puede rasgar ese preservativo.

Igualmente si hablamos de frutas como los plátanos, la forma del mismo puede resultar más molesta que placentera dentro de la vagina, o acabar en un disgusto si el plátano se rompe dentro del ano.

Otro tópicos entre los dildos caseros son las velas. Su forma cilíndrica y alargada lo dice todo, aunque la cera puede ser aún más problemática, sobre todo si la sometemos a humedad y calor. La misma cuestión sucede con el jabón, ya que las pastillas de jabón, o incluso los botes de jabón líquido, pueden provocar verdaderos escozores.

Mucho peor es optar por aerosoles como el del desodorante, o por botellas, como las de los refrescos, que pueden hacer efecto vacío o fracturarse, ya sean de plástico, o peor, de cristal, y crear heridas mucho más complejas.

El problema del ano

En cuanto al ano, el principal problema que suele haber es que las personas no tienen en cuenta que lo que introducen por el mismo puede acabar perdido por el recto. De hecho, todos los juguetes eróticos pensados para el ano tienen un tope en una de sus bases para evitar que esto ocurra, y que algún médico se encuentre una radiografía curiosa cuando acudamos a Urgencias.

No todos los juguetes caseros están pensados para ser «introducidos», también hay quién quiere ahorrar en vibradores y busca algún remedio más doméstico. Por su puesto, el modo de vibración del móvil es uno de los más recurridos. Sin embargo, si aún se cuestiona su efecto sobre la infertilidad, quizás no sea lo más acertado. Ni qué comentar que el teléfono móvil pasa por muchas manos, mesas, bolsos, etc., y que un rato de placer con el mismo puede acabar con una infección no tan placentera.

Otros ejemplos peligrosos

Otro de los elementos más recurrentes es el cepillo de dientes eléctrico. Si bien la recomendación está en usarlo con una toalla, más de una, y de uno, lo ha utilizado incluso sin el propio cepillo, sino con el hierrecito de que da vueltas, dejando el frenillo hecho un desastre.

La imaginación al poder

Sin embargo, siempre que no vayan a ser introducidos, y que sirvan como elementos eróticos improvisados, lo cierto es que sí que hay juguetes caseros que pueden dar mucho juego. Nunca mejor dicho.

Por ejemplo, el cinturón que algunos padres usaban en otros tiempos para dar azotes, o la regla con la que la maestra castigaba a los alumnos más díscolos, pueden volver a ser un fetiche en juegos de BDSM. Y si el único cinturón que se tiene en casa es el de la bata o el albornoz, también sirven para atar a la pareja a la cama.

De la misma forma, si no se tiene a mano una crema o lubricante con efecto frío o calor, siempre pueden usarse un par de hielos y una esponja con agua caliente.

Otras ideas creativas

Jugando con los sentidos, el pétalo de una rosa, la pluma de un plumero (de los de verdad, no de los mágicos atrapapolvo) o un peluche pueden resultar un elemento muy estimulante para juegos con los ojos cerrados.

Ni qué decir de otros elementos de la cultura popular de la masturbación masculina, como la barra de pan mojada, o el melón con un agujero calentado un pelín en el microondas (ojo con mojar o calentar demasiado). En el caso de las chicas, nada más a mano que rozarse con un cojín o con la almohada, o una sesión de masaje de clítoris gracias a la multifunción de la alcachofa de la ducha.

Y es que no se trata de gastar dinero en juguetes eróticos, sino de pensar en que todo lo que usemos debe cumplir unos mínimos de seguridad y de higiene. No vaya a ser que por querer ahorrarse la vergüenza de acudir a una tienda erótica, la cosa acabe mucho más embarazosa en la sala de espera del hospital más cercano.

Silvia C. Carpallo

Soy periodista, sexóloga y escritora. Es decir, que hago casi de todo, menos el pino puente. Las letras son una pasión y la sexología, casi una obsesión. Llevo más de diez años colaborando en medios, en temas relacionados con la salud, el sexo y el bienestar. Pero en esta manía de escribir, también me dio por hacerme escritora de relatos, novelas y ensayos. Algunos de mis libros son El orgasmo de mi vida (Lectio), Decirte adiós con un te quiero (Versátil), Perdernos para encontrarnos (Novela ganadora del VI Premio Kiwi- RA) y Sexo para ser feliz (Libros Cúpula / Planeta). Aunque parecen dispares, algo les une: buscar la felicidad a través del buen sexo.

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