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Divine, el niño acosado que se convirtió en musa de John Waters

Hablar de la mítica Divine es hacerlo, como bien decía su compañera y amiga Mink Stole, del triunfo de lo outsider, de lo ajeno. Quien fuera la gran musa del cineasta John Waters, con el honor de ser la travesti más célebre de la historia del cine contemporáneo, tendría hoy 72 años, de seguir viva. Pero Harris Glenn Milstead, nombre real del actor, falleció en Los Ángeles (California) el 7 de marzo de 1988, a los 42 años de edad, víctima de una dolencia cardíaca y sin poder imaginar que en ese preciso instante nacía su leyenda.

Dicen quienes le conocieron que siempre quiso ser como una de aquellas drag queens de la época, algo utópico dado su gran tamaño y carácter pendenciero. Pero lejos de ocultar su peso y afeminamiento, que en la infancia le causaron más de un disgusto, Glenn decidió darle la vuelta a todo eso y transformarlo en su medio de vida. Con la ayuda de John Waters crearía el personaje que tiempo después le convertiría en icono underground.

Pink Flamingos

Contaba el propio Glenn Milstead que había conocido a Waters en la fiesta de cumpleaños de un amigo, a mediados de los 60. Fue ahí donde este le bautizó con el nombre de Divine, sacado de una novela del escritor francés Jean Genet que Waters andaba leyendo en ese momento y que precisamente estaba protagonizada por un travesti masculino que ejercía la prostitución llamado del mismo modo.

En una de esas habituales fiestas conocería al resto de los llamados Dreamlanders, el grupo de actores que habitualmente acompañó a Waters en muchos de sus trabajos, entre ellos la antes citada Mink Stole, ahora convertida en líder y vocalista de una banda de música.

Juntos, este grupo de curiosos personajes comenzaría a dar rienda suelta a las aspiraciones cinematográficas –y excentricidades– de Waters, amén de una cámara para filmar que pidió prestada a su abuela y con la que empezaron a reunirse los sábados por la tarde para rodar las que serían las primeras películas del padre del cine trash. Películas rodadas todas ellas con escasos medios y exhibidas luego en iglesias, aulas universitarias o, en el mejor de los casos, algún festival de cine local.

La relación de Glenn con sus padres siempre fue complicada. El egoísmo, la falta de sentido de la responsabilidad y la actitud semidelincuente del artista –llegó a pisar la cárcel por falsificar cheques bancarios con la firma desautorizada de sus progenitores– llevaron a Frances y Harris al punto de pedirle a su hijo que abandonase el hogar familiar, a principios de 1972.

«Aquello fue la cosa más dura que Frances hizo en su vida. Lloró durante meses (…). Él era su único hijo, después de haber sufrido dos abortos, y lo amaba más que a nada. Pero [Divine] fue muy malo y se aprovechó de ellos cuando era adolescente. Como la mayoría de adolescentes. Cargaba sus tarjetas de créditos para fiestas, entre otras cosas, y aquello continuó durante un tiempo.

»Le compraron varios coches  y hasta le abrieron un par de negocios. Uno de ellos era un salón de belleza, porque siempre fue muy bueno peinando, desde que era un chaval», comenta Michael O’Quinn, que se convirtió en uno de los mejores amigos de Frances Milstead en sus últimos años de vida.

Así, durante casi una década el único contacto entre padres e hijo serían las postales que este les enviaría esporádicamente para que supieran que se encontraba bien. Años después, Noah Brodie, director ejecutivo de Divine Official Enterprises, LLC, se encargaría de recopilar esas postales en un emotivo libro llamado Postcards from Divine, del que se imprimieron pocos ejemplares y que hoy día se considera una rara pieza de coleccionismo.

Para esa labor recurrió a la generosidad de la madre del actor, con la que mantuvo una amistad hasta el fallecimiento de esta, en 2009. «Frances era una mujer increíble. Estaba muy orgullosa de su hijo Glennie y le encantaba recordarle. Tenía más de 50 postales increíbles que Divine le había enviado a ella y a su padre Harris, entre 1977 y 1987», señala.

Resulta bastante curiosa, a la par que emotiva, la manera en que se produjo la reconciliación entre madre e hijo. Durante el tiempo que permanecieron distanciados, Divine ya se estaba convirtiendo en una estrella con sus películas y actuaciones musicales. Pero Frances nunca supo de su nombre artístico ni le había visto como drag. Solo sabía que era gay desde que el actor tenía doce años.

«Frances tenía un amigo gay, que además era su peluquero. Un día, mientras estaba en el salón de belleza esperando a que la peinaran, cogió una revista que traía en portada a Divine. Se quedó mirándola porque aquella persona le resultaba familiar. Su peluquero le dijo que Divine era una divertida drag que hacía películas y cantaba. Él tampoco sabía que Divine era su hijo.

»Le comentó que, a veces, Divine actuaba en un club de la ciudad y que la próxima vez que fuese a verlo, se la llevaría con él. El artículo contaba que los padres de Divine dejaron de hablarle cuando descubrieron que era drag, y que vendieron su guardería y se mudaron a la ciudad de Fort Lauderdale. Aquello no era cierto del todo. También mencionaba a un tal John Waters, cuyo nombre recordaba Frances. Así que llegó a la conclusión de que Divine era su hijo. Cogió la revista y se la llevó a casa para enseñársela a su marido», rememora O’Quinn.

Poco después de aquel episodio, Divine fue contratado un día para actuar en un local llamado Copa y su amigo le preguntó a Frances si quería ir a verlo con él. En ese momento, ella no podía dejar solo en casa a su marido, enfermo de esclerosis múltiple, pero le pidió que le diese una nota de su parte. Así, escribió en un trozo de papel «Llama a tu madre», junto a su número de teléfono.

Divine acabó recibiendo aquella nota esa noche y, tras interrogar al mensajero acerca del aspecto de la autora del misterioso mensaje, optó por hacer caso. «Finalmente, sintió la suficiente curiosidad como para llamarla y, cuando lo hizo, ella me contó que lloraron durante horas. Le dijo que podía ir a visitarla cuando quisiera. Y así lo hizo», añade.

A principios de los 70, Divine rodaría la que se convertiría en su película más recordada: Pink Flamingos (1972). Con un look inspirado en Elisabeth Taylor, por la que Divine sentía auténtica devoción, y una estética que rozaba el paroxismo, el actor interpretaría el papel de ‘la persona más inmunda del mundo’. Durante algún tiempo ensayaron en el apartamento de Waters, donde se reunieron los fines de semana hasta que empezaron a grabarla.

Un rodaje peculiar, como la propia cinta, llevado a cabo en exteriores en pleno mes de enero, caracterizado por largas tomas sin corte alguno, sin apenas comida y acompañados principalmente de cigarros y speed. Como buen profesional, Divine no tuvo reparos en cumplir a rajatabla con las exigencias del guión y protagonizó la que probablemente es la escena más desagradable jamás filmada, esto es, la del momento en que se come una caca de perro real.

«Yo llamo a esa escena ‘el trago escuchado en todo el mundo’. Estuve allí cuando la comida de la plasta tuvo lugar. No fue glamuroso en absoluto. Algunos decían que Divine cogió el virus de la hepatitis B aquel día, pero yo lo dudo», comenta George Figgs, amigo del actor y proyeccionista que participó en varias de las primeras películas de Waters.

‘Hairspray’

La revista de cine Variety, referente en crítica cinematográfica de la época, catalogó a los protagonistas de la película de «heces de la perversidad humana» pero ellos, lejos de amedrentarse, empezaron a verse como pequeñas grandes estrellas. Por esa época, Divine comenzaba ya a ser considerada como una especie de celebridad de culto.

La buena acogida de la película en el Festival Anual de Cine de Baltimore se debió, entre otras cosas, a que muchos veían en el cine de Waters ciertos elementos del estilo punk, cuyo origen se situaría pocos años después, coincidiendo con el nacimiento de la banda Los Ramones.

«Divine era un actor generoso, que le daba un enfoque total a quienquiera que estuviera en la escena con él. Disfrutaba de su trabajo también, lo que significaba que llegaba al set de rodaje preparado, conocía sus líneas de diálogo, y nunca se quejaba», apunta Mink Stole, rival del icono drag en la pantalla y la única actriz que ha aparecido en todos los largometrajes dirigidos por el llamado rey del cine basura.

Después vendría Cosas de hembras (1974), en la que Divine interpretaría a Dawn Davenport, una adolescente que, tras fugarse de casa y ser violada por un holgazán, comienza una vida criminal. Waters quiso contar con la presencia de su actor fetiche en Vivir desesperadamente (1979), la tercera entrega de esa especie de trilogía trash, pero Divine había empezado a hacer teatro y por cuestiones de agenda no le fue posible interpretar el papel de lesbiana que decide cambiarse de sexo que el cineasta le tenía reservado.

Como artista polifacético, Glenn no quiso nunca encasillarse, y probó suerte también en el mundo de la música, grabando varios sencillos que promocionaría con éxito en su papel de drag queen en diversos clubes nocturnos de Estados Unidos y Europa.

Fue precisamente en el rodaje de Cosas de hembras donde el actor George Stover, natural de Baltimore y amigo de Waters, coincidió con Divine. En ese largometraje, Stover interpreta al capellán de la prisión en la que Dawn Davenport (Divine) está a punto de ser ejecutada en la silla eléctrica.

«Divine era muy profesional y bastante divertido. Me llamaba ‘Padre’ entre tomas», comenta el actor a la vez que cita, a modo de dato curioso, que el actor está enterrado a poca distancia de su casa. Reconoce que nunca tuvieron la ocasión de hablar largo y tendido, ya que solo coincidieron una vez fuera del set de rodaje, en una de las reuniones que mantuvo el equipo de la película antes de empezar a rodar.

Tras este periplo, Divine volvió a ponerse bajo las órdenes de su descubridor en Polyester (1981), donde interpretaría a una ama de casa deprimida casada con un memo que compró su casa en un suburbio de Baltimore con los beneficios de su teatro de cine porno. Por primera vez, una película de Waters conseguía la calificación R, otorgada a todas aquellas cintas no recomendables para menores de 17 años por contener algún tipo de violencia, lenguaje fuerte o énfasis sexual. Todo un avance si tenemos en cuenta que hasta ese momento ninguna había superado la consideración de película X.

Fama y reconocimiento mundial

Con Hairspray (1987), Glenn sentía que había llegado el momento de que sus padres le vieran en la gran pantalla, ya que hasta entonces les había prohibido el visionado de sus películas, al considerar que aún no había nada de lo que se sintiera verdaderamente orgulloso.

Sería entonces su papel de madre de una adolescente con sobrepeso que se convierte en la bailarina más popular de un show televisivo el que levantaría esa especie de veto. «Divine llevó a su madre al estreno mundial de Hairspray en Baltimore. Frances era la madre más orgullosa del mundo», apunta Brodie, que actualmente reside en Los Ángeles.

«Fuera del set de rodaje, Divine era dulce, amable, generoso, y muy divertido», asegura Pat Moran, productora asociada y reputada directora de casting de extras que trabajó codo con codo con Waters a lo largo de toda su carrera. Sostiene que se necesitarían días para poder resumir las historias y experiencias vividas junto a Divine. Aunque recalca que, por encima de todo, el actor era un caballero. Una persona leal, sencilla, amante de la comida, los culebrones televisivos y la marihuana, a la par que muy trabajador y dispuesto siempre a ayudar a los demás.

«Era un auténtico soldado de caballería, muy profesional, no solo por aquello por lo que es de sobra conocido, sino por todo en general. Siempre con buen carácter, a pesar de las adversidades», apostilla. Como buena prueba de su amistad con el actor, Moran confiesa que hace años se compró una tumba de piedra justo al lado del lugar donde Divine está enterrada. Aun hoy, su tumba atrae casi a diario a multitud de admiradores, siempre dispuestos a dejarle un regalo o a obsequiarle con besos de carmín en su lápida.

Es curioso, pero el dinero y la fama que el personaje de Divine le habían otorgado a Glenn hicieron que desechara la idea de abandonar este rol, a pesar de las ganas que tenía de hacer otras cosas. Esto hizo que solo interpretase dos papeles protagonistas masculinos a lo largo de su vida. Por un lado, el de un gánster americano en Trouble in Mind (1985); y por el otro, el de un malhablado detective de homicidios en Out Of The Dark (1988), un thriller que nunca llegaría a ver, pues la película se estrenó un año después de su muerte.

«Él quería realmente lograr la aceptación y el reconocimiento mainstream, tanto en sus roles masculinos como en los femeninos. Siempre se mostró bastante abierto al respecto. En cartas, Divine me dijo lo afortunada que yo era por ser una chica real. Estaba triste porque a la gente le resultaba difícil tomarlo en serio como mujer y como hombre», explica la actriz Lisa Jane Persky, que compartió escenario con Divine en la obra teatral de Tom Eyen Women Behind Bars (1976), donde este último interpretaba a la matrona de una prisión.

La fatídica muerte de Glenn dio al traste con su deseo de verse convertido en un actor respetado. Tampoco pudo incorporarse al reparto de la exitosa serie de televisión Matrimonio con hijos, para cuya audición estaba ensayando un guion que fue encontrado en la misma habitación donde se halló su cadáver. Glenn Milstead fue enterrado en el cementerio de Prospect Hill, al norte de Baltimore. Lo que jamás quedaría enterrado es el enorme legado que dejó y el mensaje transmitido a generaciones futuras.

Para Jeffrey Schwarz, director de un aplaudido y galardonado documental dedicado a su figura (I Am Divine), sin Divine no habría Lady Gaga. «Ambas comparten mensaje: sé tú mismo, no dejes a nadie menospreciarte por ser diferente».

2 respuestas a «Divine, el niño acosado que se convirtió en musa de John Waters»

Qué hermoso artículo. Divine es y será siempre un referente para los chicos y chicas que luchan a diario por ser quienes realmente son

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